tag:blogger.com,1999:blog-21519560740882410482024-02-06T20:11:59.179-08:00Cuentos PopularesJKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.comBlogger329125tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-77174232602002833602016-06-22T13:04:00.000-07:002016-06-22T13:04:08.106-07:00Leyenda africana: El porque las hienas tienen rayas<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;">Hace mucho, mucho tiempo una hiena y una liebre eran muy buenos amigos. Pero la hiena, le engañaba a la liebre y cada vez que ésta pescaba un pez grande era la hiena quien se lo comía. La hiena inventaba juegos extraños y tras acordar que el que ganara se comería el pez, la hiena siempre acababa ganando y comiéndose el pescado.<br /><br />Un día la liebre pescó un gran pez y le dijo a la hiena:<br /><br />- ¡Hoy es mi día! ¡Hoy me comeré yo solo este gran pez! .<br /><br />- Es demasiado grande para un estómago tan pequeño, le dice la hiena. Se pudrirá antes de que puedas comértelo todo.<br /><br />- Es verdad, dice la liebre. Pero lo pondré a ahumar por la noche para conservarlo en pedazos pequeños. ¡Estará delicioso!<br /><br />La hiena no aguantaba de envidia y seguía deseando comerse el pescado de la liebre. ¿Me lo comeré yo solo! se decía a sí misma. Y no hacía más que planear para satisfacer su egoísmo. <br /><br />Llegada la noche, la hiena cruzó sigilósamente el río, acercándose hasta donde dormía la liebre. En ese momento, el pescado, partido en trozos, se asaba lentamente y la grasa que caía sobre las brasas perfumaban el ambiente. La hiena se relamía ya de gusto, riéndose de la liebre por la sorpresa que se llevaría ésta al ver que le habían robado el pescado con el ue tanto soñaba.<br /><br />Mientras tanto, la liebre estaba acostada haciéndose la dormida pero muy atenta a lo que hacía la hiena. Cuando la hiena agarró el primer trozo de pescado, la liebre se levanto de repente, cogió la parrilla que estaba encima del fuego y corriendo tras la hiena le azotaba con ella mientras la hiena aullaba de dolor, de vergüenza y de rabia.<br /><br />La hiena acabó con todo el cuerpo marcado con las barras de la parrilla y desde entonces las hienas llevan rayas en la piel y por eso desde entonces las hienas odian a las liebres.</span></span></b></div>
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JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-39676888777439168492016-06-16T03:31:00.000-07:002016-06-16T03:31:06.710-07:00Leyenda africana: El porque la garza tiene el cuello torcido<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Un día que el chacal estaba cazando vió una paloma que volaba sobre él. El chacal, gritándole le dijo : "Oye, paloma, tengo hambre. Tírame a una de tus crias".<br /><br />‘No quiero que te comas a una de mis crias', dijo la paloma.<br /><br />‘Entonces volaré hasta donde tí, y te comeré a tí también', contestó el chacal. Asustada la paloma, dejó caer a una de sus crias, y el chacal se escapó con ella entre sus tientes. Al día siguiente, el chacal amenazó a la paloma con el mismo destino, y otro bebé pájaro bajó a su garganta.<br /><br />La mamá paloma lloraba sin consuelo hasta que pasó una garza y al verle llorando le preguntó :<br /><br />‘¿Por qué lloras? '.<br /><br />‘Lloro por mis pobres bebés', contestó la paloma. ‘Si yo no se los doy al chacal, él volará hasta aquí y me devorará también. '<br /><br />‘Eres un pájaro tonto, ' replicó la garza. ‘¿Cómo puede volar hasta aquí si no tiene alas? No debes hacer caso de sus tontas amenazas. '<br /><br />Al día siguiente, cuando volvió el chacal, la paloma se negó a darle otra de sus crias. ‘La garza me ha dicho que usted no puede volar, ' le dijo.<br /><br />‘Que la garza tan entrometida, ' murmuró el chacal, ‘ya verá como me las paga por tener la lengua tan larga. '<br /><br />Cuando el chacal encontró a la garza que buscaba ranas en un estanque, el chacal le dijo:<br /><br />‘Con ese cuello tan lago que tienes, ¿que haces para evitar que se te rompa por la mitad cuando sopla el vient? '<br /><br />‘Lo bajo un poco, ' dijo la garza, a la vez que bajaba un poco su cuello.<br /><br />‘Y ¿cuándo el viento sopla más fuerte? '<br /><br />‘Entonces lo bajo un poco más. ' dijo la garza, bajando un poco más su cuello.<br /><br />‘Y ¿cuándo hay un gran vendaval? '<br /><br />‘Entonces lo bajo aún más, ' dijo la el pájaro tonto bajando la cabeza hasta el borde del agu<br /><br />Entonces, el chacal saltó sobre su cuello y sonó un crujido al rompérselo por la mitad. Y desde ese día, la garza tiene su cuello torcido.</span></span></b></div>
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JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-63384075035099792772016-06-10T03:31:00.000-07:002016-06-10T03:31:03.184-07:00Cuento Africano: El Espiritu del arbol<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;">Había una vez, una muchacha cuya madre había muerto y que tenía una madrastra que era muy cruel con ella. Un día en que la muchacha estaba llorando junto a la tumba de su madre, vio que la tierra de la tumba salía un tallo que había crecido hasta hacerse un arbolillo y pronto un gran árbol. El viento, que movía sus hojas, le susurró a la muchacha y le dijo que su madre estaba cerca y que ella debía comer las frutas del árbol. La muchacha así lo hizo y comprobó que las frutas eran muy sabrosas y le hacían sentirse mucho mejor. A partir de entonces, todos los días iba a la tumba de su madre y comía de los frutos del arbol que había crecido sobre ella.<br /><br />Pero un día, su madrasta le vió y le pidió a su marido que talara el árbol. El marido lo taló y la muchacha lloró durante mucho tiempo junto a su tronco mutilado, hasta que un día, oyó un cuchicheo y vió que algo crecía de la tumba. Creció y creció hasta convertirse en una hermosa calabaza. Había un agujero en ella del de caían gotas de un jugo. La muchacha lamió unas gotas y las encontró muy ricas, pero de nuevo su madrastra se enteró pronto y, una noche oscura, cortó la calabaza y la arrojó lejos. Al día siguiente, la muchacha vió que no estaba la calabaza y lloró y lloró hasta que de pronto, oyó el rumor de un riachuelo que le decía "Bébeme, bébeme". Ella bebió y comprobó que era muy refrescante. Pero un día, la madrasta lo vió y pidió al marido que cubriera el arroyo con tierra. Cuando la muchacha regresó a la tumba, vió que ya no estaba el el riachuelo y ella lloró y lloró.<br /><br />Llevaba mucho tiempo llorando, cuando un hombre joven salió del bosque. Él vio el árbol muerto y pensó que era justo lo que él necesitaba para fabricar un nuevo arco y flechas, ya que él era un cazador. Habló con la muchacha quien le dijo que el árbol había crecido en la tumba de su madre. La muchacha le gustó mucho al cazador y tras hablar con ella fue donde su padre para pedirle permiso para casarse con ella.<br /><br />El padre consintió a condición de que el cazador matara una docena de búfalos para la fiesta de la boda. El cazador nunca había matado más de un búfalo de una sola vez. Pero esta vez, tomando su nuevo arco y flechas, se dirigió al bosque, y pronto vió una manada de búfalos que descansan en la sombra. Poniendo una de sus nuevas flechas en el arco, disparó y un búfalo cayó muerto. Y luego, un segundo, un tercero, y así hasta doce. El cazador regresó a decirle al padre que mandara hombres para llevar la carne a la aldea. Se hizo una gran fiesta cuando el cazador se casó con la muchacha que había perdido a su madre. </span></span></b></div>
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JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-14333793947455782852016-06-04T03:27:00.000-07:002016-06-04T03:27:10.069-07:00Cuento Africano: Kitete el hijo de Shindo<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Había una vez, una mujer chagga, llamada Shindo que vivía en un pueblo al pie de una montaña cubierta de nieve. Su marido había muerto sin dejarle ningún hijo y ella estaba muy sola. Siempre estaba cansada, porque no tenía a nadie que le ayudara en los trabajos de la casa.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Todos los días, limpiaba la casa y barría el patio, cuidaba de las gallinas, lavaba la ropa en el río, traía agua, cortaba la leña y cocinaba sus solitarias comidas.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Al final de cada día, Shindo miraba la cumbre nevada del monte y oraba:</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">"¡Gran Espíritu del Monte!" . "Mi trabajo es demasiado duro. ¡Énvíeme ayuda!"</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Un día, Shindo estaba limpiando el huerto de malas hierbas para que crecieran bien las verduras, plátanos y calabazas que cultivaba. De repente, un noble jefe apareció junto a ella.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">"Soy un mensajero del Gran Espíritu del Monte," le dijo a la sorprendida mujer, y le dio unas pocas semillas de calabaza. "Siémbralas con cuidado. Ellas son la respuesta a tus oraciones."</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Entonces el jefe desapareció.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Shindo se preguntaba, "¿Qué ayuda podré recibir de un manojo de semillas de calabaza?" Pero las sembró y cuidó lo mejor que pudo.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Estaba asombrada de lo rápidamente que crecían. Una semana más tarde, las calabazas ya habían madurado.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Shindo llevó a casa las calabazas, y tras quitarles la pulpa, dejándolas huecas las colgó de una de las vigas de la casa para que se fueran secando. Cuando se secaran se endurecerían y podría venderlas en el mercado para ser usadas como cuencos y jarras.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Como ceneitaba una de las calabazas para su propio uso, tomó una pequeña y la puso junto al fuego para que se secara más rápidamente.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">A la mañana siguiente, Shindo se marchó para trabajar la tierra. Pero mientras ella estaba fuera de casa, las calabazas empezaron a cambiar. Les crecieron cabezas, brazos y piernas. En poco tiempo, no eran en absoluto calabazas. ¡Eran niños!</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Unu de estos niños estaba junto al fuego, donde Shindo había colocado la calabaza pequeña. Los otros niños le llamaron desde la viga.</span></span><br /><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> "¡Ki-te-te, ayúdanos!</span></span><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> Trabajaremos para nuestra madre.</span></span><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> Venga ayúdanos, Ki-te-te,</span></span><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> ¡Nuestro hermano favorito!"</span></span><br /><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Kitete ayudó a bajar a sus hermanos y hermanas de las vigas. Entonces los niños salieron de la casa y empezaron a cantar y jugar en el patio.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Todos menos Kitete, que al haber estado junto al fuego, se convirtió en un niño débil y enfermizo. Mientras sus hermanos y hermanas cantaban y jugaban, Kitete les miraba sonriente, sentado en la puerta de la casa.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Después de un rato, los niños empezaron a hacer los trabajos de la casa. Limpiaron la casa, barrieron el patio, alimentaron a las gallinas, lavaron la ropa, trajeron agua, cortaron la leña y prepararon la comida para cuando Shindo volviera.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Cuando el trabajo estuvo hecho, Kitete ayudó a los otros a subir a la viga y poco después, de nuevo se convirtieron en calabazas.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Por la tarde, cuando Shindo volvió a casa, las otras mujeres del pueblo le preguntaban :</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">"¿Quiénes eran esos niños que estaban hoy en el patio de tu casa?" . "¿De dónde han venido? ¿Por qué estaban haciendo los trabajos de la casa?"</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">"¿Qué niños? ¿Os quereis reir de mi?" les decía Shindo, enfadada.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Pero cuando llegó a su casa, se quedó pasmada. ¡El trabajo estaba hecho, e incluso su comida estaba preparada! No podía imaginarse quién le había ayudado.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Al día siguiente, sucedió lo mismo. En cuanto Shindo se hubo marchado, las calabazas se convirtieron en niños, y los que colgaban de la viga gritaban,</span></span><br /><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> "¡Ki-te-te, ayúdanos!</span></span><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> Trabajaremos para nuestra madre.</span></span><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> Venga ayúdanos, Ki-te-te,</span></span><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> ¡Nuestro hermano favorito!"</span></span><br /><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Entonces, después de jugar un rato, hicieron todos los deberes de la casa, subieron a la viga, y se convirtieron en calabazas de nuevo.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Una vez más, Shindo se quedó asombrada al ver todo el trabajo hecho. Entonces, decidió encontrar la explicación y conocer a quienes le estaban ayudando.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">A la mañana siguiente, Shindo hizo como que se marchaba, pero en vez de ir a trabajar en el campo, se quedó escondida junto a la puerta de la casa, observando lo que sucedía. Y vio a las calabazas convertirse en niños, y les oyó como gritaban,</span></span><br /><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> "¡Ki-te-te, ayúdanos!</span></span><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> Trabajaremos para nuestra madre.</span></span><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> Venga ayúdanos, Ki-te-te,</span></span><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> ¡Nuestro hermano favorito!"</span></span><br /><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Cuando los niños salieron de la casa, por poco se encuentran con Shindo, pero ellos siguieron jugando, y seguido comenzaron a hacer los trabajos caseros. Cuando acabaron, empezaron a subir a la viga.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">"¡No, no!" decía Shindo llorando. "¡No se transformen en calabazas! Sereis los hijos que yo nunca tuve, y os amaré y os querré."</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Y desde entonces los niños se quedaron con Shindo, como sus hijos. Ya nunca más estaba sola. Y los niños eran tan trabajadores, que pronto mejoró la economía de la casa, con muchos campos de verduras y plátanos, y rebaños de ovejas y cabras.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Todos eran muy útiles .... menos Kitete que se quedaba junto al fuego con su sonrisa tonta.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">La mayor parte del tiempo, a Shindo no le importaba. De hecho, Kitete realmente era su favorito, porque era como un tierno bebé. Pero a veces, cuando ella estaba cansada o triste por alguna razón, lo pagaba con él.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">"¡Eres un niño inútil!" le decía. "¿Por qué no puedes ser más inteligente, como tus hermanos y hermanas, y trabajar tan duro como ellos?"</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Kitete sólo sonreía.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Un día, Shindo estaba fuera en el patio, cotando verduras para la comida. Cuando llevaba la olla a la cocina, tropezó con Kitete, se cayó, y la olla de arcilla se hizo añicos. Las verduras y el agua quedaron esparcidos por todas partes.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">"¡Muchacho tonto!" gritó Shindo . "¿No te tengo dicho que no te pongas delante de mi camino? ¿Pero qué se puede esperar de tí? No eres un niño de verdad. ¡Solo eres una calabaza!"</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Y en ese mismo instante, ella dio un grito al ver que ya no estaba Kitete, y que en su lugar sólo había una calabaza.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">"¿Qué he hecho yo?" lloraba Shindo, cuando los niños volvieron a casa. "¡Yo no quise decir lo que dije! Tu no eres una calabaza, tu eres mi propio hijo querido. ¡Oh, hijos mios, por favor haced algo!"</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Los niños se miraron entre ellos, y corriendo, comenzaron a subir a la viga. Cuando el último niño, ayudado por Shindo, hubo subido, comenzaron a gritar una última vez,</span></span><br /><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> "¡Ki-te-te, ayúdanos!</span></span><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> Trabajaremos para nuestra madre.</span></span><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> Venga ayúdanos, Ki-te-te,</span></span><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"> ¡Nuestro hermano favorito!"</span></span><br /><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Pasó un largo rato sin que nada sucediera. Pero de pronto, la calabaza empezó a cambiar. Creció una cabeza, luego unos brazos, y finalmente unas piernas. Por fin, no era en absoluto una calabaza. Era--</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">¡Kitete!</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Shindo aprendió la lección. A partir de entonces, tuvo mucho cuidado y amor para sus hijos.</span></span><br /><br /><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Y ellos le dieron su consuelo y felicidad, durante el resto de sus días.</span></span></b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"></span></span></div>
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JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-12168221813933837222016-05-27T06:11:00.000-07:002016-05-27T06:11:00.626-07:00Leyenda de Mallorca: La Bahia de la Madona Vagante<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">Eran rudos marineros que provenían de la ciudad de Génova. El mar era su casa, su hogar. No era la primera vez que tomaban rumbo a occidente. Su objetivo era la costa de España. </span></span></b></div>
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<br /></div>
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<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">Gente sencilla, optimista y de buen humor estos marineros de Génova. Por más que el Mediterráneo se comportara de un modo salvaje y caprichoso. Aunque la tempestad y la lluvia azotasen las tablas de la nave. La pequeña imagen blanca de la Madre de Dios, que les acompañaba en todos sus viajes, les preservaría siempre del mal. Así viajaban con la bendición de la Santísima Virgen. Y la Virgen recompensaba esa confianza con su protección y amparo.</span></span></b></div>
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<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;"></span></span></b><br /></div>
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<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">Pero vino la noche de la gran tempestad. El mar se enfureció como nunca. El cielo había abierto todas sus esclusas. ¿Se vería impedida esta vez la venerada Patrona de extender su protectora mano sobre los hombres del barco genovés? Los marineros imploraban al cielo, que amenazaba derrumbarse sobre ellos. Dirigían súplicas hacia arriba mientras luchaban contra el temporal furioso y rugiente. Pero el huracán azotaba con fuerza desenfrenada las míseras huestes. </span></span></b></div>
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<br /></div>
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<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">Entonces el capitán entonó un himno. Entre la furia del mar llegaron las primeras notas de la canción a los oídos de los marineros. La canción se propagó de hombre a hombre. Era el canto de una oración. Una llamada a la Virgen. Un canto de súplica a la Madre de Dios. ¡Una promesa al mismo tiempo! Si nosotros, tus hijos, pisamos una vez más tierra firme, te erigiremos en ese país un lugar de oración. Y la imagen, que nos ha acompañado a través de todos los peligros de nuestra vida, encontrará allí un nuevo hogar.</span></span></b></div>
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<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;"> Y así cuenta la leyenda que los marineros pusieron pie en suelo firme, en la bahía de Portals Vells. Se acordaron de la promesa que hicieron en las horas del gran peligro. En una cueva, a poca distancia del agua, instalaron la blanca imagen de su Patrona. Y muchos creyentes vinieron en adelante a rezar a la Virgen en la Cova de la Mare de Deu de Portals Vells, cuando iban al ancho mar maridos, hijos y amigos.</span></span></b></div>
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<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;"></span></span></b><br /></div>
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<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">En viejas crónicas se habla de la “Madona Sancta María del Carma de Mallorca”. Pero no sólo vinieron hombres llenos de piedad y devoción. La Madona estuvo varias veces expuesta al peligro de caer víctima de ladrones. </span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">Y como de nada servía tampoco una reja, se decidió asignarle un lugar más seguro. Algunos “viajes” tuvo que emprender de iglesia en iglesia hasta que finalmente, en mayo de 1866, encontró descanso bien merecido en la iglesia parroquial de Portals Nous.</span></span></b></div>
</div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-8121330340665653522016-05-19T06:09:00.000-07:002016-05-19T06:09:03.440-07:00Leyenda de Mallorca: El Moro enamorado<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">De esta historia, hace ya muchos años, tantos, que ni la gente mayor de Valldemossa recuerda bien cual era el año. Había un gran señor musulmán que tenia un valle maravilloso que, al llegar los meses de enero y febrero, se llenaban de flores blancas y rosadas que lo perfumaban todo.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;"></span></span></b><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">Este moro era un hombre joven, alto y delgado, y con una barba tan negra y suave que parecía un cielo de noche lleno de estrellas. Se había hecho construir un palacio maravilloso, lleno de fuentes, jardines, mármoles y riquezas. Cofres de oro llenos de piedras preciosas, alfombras y cortinas de todos los colores de l’arc de Sant Martí…. Esclavos de todas las razas hacían de criados, de músicos y de bailarines. Pero la joya que más quería de todas, la que más llenaba de orgullo a este moro, que se llamaba Mussa, era una cautiva cristiana, una joven de cabellos dorados y ojos azules, de la cual estaba locamente enamorado. También ella le correspondía con su amor, haciéndolo feliz con sus caricias y risa fresca..</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;"></span></span></b><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">A Mussa le gustaba dar largas caminatas por sus dominios, se entrenaba diariamente con el uso de las armas, nadaba bajo agua con una resistencia que ponía la piel de gallina, y ni un solo día dejaba de cabalgar horas y horas montando a “Hijo del desierto”, su caballo. Aquella tarde como era habitual, había salido a dar un paseo a caballo, y como siempre, se había parado a admirar la puesta de sol, una orgía de colores se mezclaban en el cielo: azules, verdes, rojos… Sí, rojos eran los rayos de sol que caían encima de su palacio, demasiado rojos……</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;"></span></span></b><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">A Mussa esto le pareció un mal presagio y, espoleando a su caballo, empezó a correr como un loco. Un mal pensamiento le perseguía. Al llegar, entró en el jardín subiendo los escalones de tres en tres, ella siempre le esperaba en el balcón, pero esta vez no estaba, como tampoco sus esclavas Aixa y Fátima, ni Alí, el eunuco que siempre la defendía. Los perros habían enmudecido, todo estaba en silencio, un silencio que daba miedo.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;"></span></span></b><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">Entró en la casa y el espectáculo era aterrador. Todo estaba lleno de sangre. Peor todavía, encontró las habitaciones con los cadáveres de los guardias y de sus servidores, los perros habían sido degollados. Habían desaparecido los cofres de oro y las joyas. Había desaparecido todo.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;"></span></span></b><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">Pensó que solo podían haber sido los piratas que siempre dejaban su sello de salvajes. Se habían aprovechado de su ausencia para atacar y saquear su palacio. Subió a la torre más alta y, según dicen, sus gritos de dolor eran tan fuertes que podían oírse a lo largo de todo el valle. Miró al mar, y vio una galera y tres botes de remos que se le iban acercando. Reconoció la embarcación: era la galera de Lusuf Jalid, terrible pirata que dominaba las costas del Mediterráneo. Hacia tiempo que había jurado vengarse de Mussa por una derrota que no podía olvidar. Tiempo atrás habían hecho una apuesta sobre cual de los dos caballos que tenían era el mejor. Y “Hijo del desierto”, el caballo de Mussa, ganó a “Hijo de Omar”, que era el caballo de Lusuf Jalid. Para poder rescatar a su enamorada, Mussa, corrió al galope hacia la playa y allí vio como la galera se alejaba mar adentro.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;"></span></span></b><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">Mussa, se puso a pensar el castigo que podría dar al pirata, pero lo dejó para cuando llegara la ocasión. Sin pensarlo más se tiró de cabeza al agua y comenzó a nadar con brazadas largas y seguras. El pirata empezó a temblar cuando lo descubrió, porque conocía muy bien a Mussa, y sabía que sus venganzas eran terribles. Cuando ya estaba cerca de la galera, Lusuf, dio orden a sus hombres que dispararan flechas a Mussa, que de pronto, desapareció bajo el agua. Los piratas le creyeron muerto, pensando que lo habían herido, se pusieron a gritar de alegría. Pero un grito de sorpresa salió de todas las gargantas. Sobre la cubierta de un bote, había subido Mussa, escurriendo agua, con la mirada feroz y un puñal en la mano derecha. Entonces, Mussa, de un salto felino, se lanza encima del pirata y le clava el puñal en el corazón. Los otros piratas cuando vieron aquello, se arrodillaron para pedirle perdón y rogar que los tomaran por esclavos.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;"></span></span></b><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">La aparición de su enamorada sana y salva, acompañada de su fiel eunuco Alí, le hizo olvidar todos sus proyectos de venganza que, una vez muerto el pirata, ya no tenían fundamento. Y dio orden de orientar la nave hacia la playa para retornar a palacio.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;"></span></span></b><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">Y en el mismo lugar donde había estado el palacio, aquel palacio maravilloso, la seguridad de un castillo, dominó todo el valle. Y fue este valle el que la gente llamaba “Vall d’en Mussa”, ”Valldemosa”, y que a acabado con el “Valldemossa” de ahora. Y se dice que aquel castillo del moro se convirtió en la actual Cartoixa.</span></span></b></div>
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;"></span></span></b><br />
<br />
<b>María Dolors Cortey (Llegendes de les nostres terres).</b></div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-82910410250118384882016-05-11T06:07:00.000-07:002016-05-11T06:07:03.348-07:00Leyenda de Mallorca: Mare de Deu de LLuc "Madre de Dios de Lucas"<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;">Cuenta la leyenda, que poco después de la Reconquista, cuando los cristianos, comandados por el rey Jaime I, lograron arrebatar Mallorca al islam, un matrimonio árabe tuvo que entregar su granja, situada en lo alto de la Serra de Tramuntana, a los nuevos señores. Para sobrevivir, no tardaron en abrazar la fe cristiana y bautizar asimismo a sus hijos. Uno de ellos, el pequeño Lluc, Lucas, se encargaba de llevar a las montañas el rebaño de cabras y ovejas de su padre para que se alimentasen allí.<br /><br />Un día Lluc observó una extraña luz entre los espesos matorrales del "massís". Movido por la curiosidad, se adentró en ellos y descubrió una pequeña figura de la Virgen María que sobresalía a duras penas del suelo. Sin embargo, lo que realmente le causó sorpresa fue que la Virgen tuviera una piel tan oscura como la suya propia. Preso de una gran excitación, el joven pastor llevó la figura al párroco de la iglesia de Sant Pere d'Escorca, cuya primera referencia documental data del año 1247. El párroco destinó al valioso hallazgo un puesto de honor en la pequeña iglesia, pero al día siguiente, cuando los vientos de la Tramuntana habían difundido la noticia y llegaban fieles para venerarla, la Virgen había desaparecido. Ese mismo día por la tarde, Lluc volvió a encontrarla exactamente en el lugar del día anterior. Se la volvió a llevar al párroco, quien la colocó de nuevo en su hornacina para comprobar con gran asombro al día siguiente que había vuelto a desaparecer. Este juego del escondite continuó hasta que al párroco se le encendió una luz: la Virgen quería estar en el lugar en que, con su resplandor, llamó por primera vez la atención del pastorcillo Lluc e inmediatamente se construyó allí una capilla.<br /><br />Ésta es la versión romántica y poética y quien se resista a lanzarse en los brazos del racionalismo moderno aceptando, por ejemplo, la versión más prosaica de que en mallorquín "lluc" significa bosque, que todavía abunda en el lugar y que, por tanto, el pequeño Lluc es una invención piadosa con un sobrenombre adecuado - hará bien en creerla a pies juntillas.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;">Así lo hizo y continúa haciéndolo el pueblo, pues inmediatamente empezaron a afluir peregrinos con tal intensidad que en el año 1260 se puso la primera piedra de la ermita de Nostra Senyora de Lluc, regida entonces por la orden de los Agustinos, posteriormente, la construcción se amplió con un seminario y en la actualidad residen en ella y la atienden monjes del Sagrado Corazón.</span></span></b></div>
</div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-58152544510495643542016-05-03T06:05:00.000-07:002016-05-03T06:05:01.281-07:00Leyenda de Mallorca: El Moro Ciego (Valldemossa)<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">En Argel había un cautivo mallorquín que estaba en casa de un señor moro
que era ciego, porque éste le había comprado como esclavo. A este
cautivo, el señor le tenía mucha estima, porque era muy buen chico, y
sabía hacer muy bien todos los trabajos.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
Un día el señor le dijo:</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
- Si hicieras lo que yo te pidiese y no me engañases, te daría la libertad y todo el dinero que quisieras.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
- Diga qué quiere que haga.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
- Si te enviase a Mallorca, no volverías, porque ésa es tu tierra, pero
si regresaras, te aseguro que estarías muy contento de mí.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
- Diga qué quiere que haga en Mallorca, y confíe en mi palabra.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
- Tú, ¿de que pueblo de Mallorca eres?</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
- De Valldemossa.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
- Debes conocer el Puig de Na Fátima, ¿o no?</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
- Sí, señor, y mucho que lo he recorrido yendo a coger carrizo.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
- Pues bien. Te daré siete pares de zapatos, y con estos siete pares de zapatos te irás a Mallorca.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
- Cuando estés allí, el lunes te pondrás un par de zapatos, y con el par
de zapatos puestos, irás a lo alto del Puig de Na Fátima y te pasearás
por allí todo el día.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
- Por la noche, te sacarás los zapatos, les harás una marca para saber que son los del lunes, y los guardarás bien guardados.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
- Al día siguiente, el martes, te pondrás otro par de zapatos, y con
este par de zapatos puesto, irás de nuevo a lo alto del Puig de Na
Fátima y te pasearás todo el día por allí. Por la noche, les harás una
marca para saber que son los zapatos que has llevado el martes, y
también los guardarás bien guardados.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
- El miércoles, te pondrás otros zapatos y harás lo mismo, y el jueves
lo mismo, y el viernes y el sábado, hasta el domingo, que te pondrás el
par de zapatos que hará siete, y todos les pondrás la marca del día que
los habrás llevado.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
- Después, volverás aquí en seguida, y me traerás los siete pares de
zapatos bien envueltos, y ten mucho cuidado a perder alguno.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
- No se preocupe, que todo se hará así como usted dice - dijo el esclavo.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
- Bien - dijo el señor -. Si vuelves, te aseguro que no te arrepentirás,
porque después te daré la libertad y todo el dinero que quieras.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
El cautivo fue a Mallorca, hizo todo lo que su amo le había dicho,
volvió a Argel, y le trajo los zapatos así como debía. Cuando el señor
vio que había vuelto, se puso muy contento, porque ya creía que no
volvería, y en seguida cogió los zapatos del lunes, se los pasó y los
frotó por delante de sus ojos... y nada</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
Cogió el par de zapatos del martes, se los pasó por delante de los ojos....y nada</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
Cogió el par del miércoles, el del jueves, el del viernes y el del sábado y todos se los pasó por delante de los ojos....y nada</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
Cogió el par que hacía siete, que era el del domingo, y se lo pasó por
delante de los ojos, y en seguida se curó de su ceguera y a partir de
aquel momento podía ver muy bien. Y fue gracias a la virtud de las
hierbas que habían pisado aquellos zapatos.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
El señor abrazó al cautivo, y le empezó a besar, y después le dio la libertad y unos cuantos talegos llenos de dinero.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">
El cautivo regresó a Mallorca y vivió muy bien toda su vida, y sus descendientes todavía son ricos.</span></span></b></div>
<br />
<b>Esta misma rondalla se cuenta en Artà, y se localiza en el Puig den Maians</b><br />
<b>(Cuentos de Mallorca - Archiduque Luís salvador).</b></div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-16551103589199597132016-04-24T05:30:00.000-07:002016-04-24T05:30:04.376-07:00Leyenda Inca: Huarcuna<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><b>El hijo del Sol, Túpac Yupanqui, "el Hombre de todas las virtudes", como
lo llamaron los Huravicus (hombres del saber) de Cuzco, celebraba su
victoria sobre la indomable tribu de los Pachis.</b></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><b><br />
Todo el imperio estaba ahí para festejar su triunfo.</b></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><b><br />
Pero un suceso nefasto se produjo: el cóndor de las alas gigantescas,
cobardemente herido y sin fuerzas, cayó de la montaña más alta de los
Andes, tiñendo la nieve con su sangre.</b></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><b><br />
El Gran Sacerdote, viéndolo morir, anunció que se aproximaba el fin del
reinado de Manco Capac, primer Inca fundador del Imperio; que otras
gentes vendrían con inmensas piraguas para imponer su religión y sus
leyes.</b></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><b><br />
Pero ese día la fiesta continuó.<br /><br />
Se hizo venir a una bonita cautiva que iba a ser entregada al Inca. Su
corazón estaba lleno de amargura porque había sido alejada del ser que
ella amaba y se la obligaba a cantar alabanzas al vencedor.</b></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><b><br />
De repente, ella se puso a temblar viendo que su novio se encontraba allí, también prisionero del Inca.</b></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><b><br />
La noche comenzó a caer sobre las montañas, y la corte real se detuvo en Izcuchaca.<br /><br />
De pronto la alarma cundió en el campamento.<br />
La bonita cautiva, la joven mujer destinada al serrallo del Inca, fue
sorprendida huyendo con su amante, a quien mataron al defenderla.<br />
Tupac Yupanqui ordenó la muerte para la esclava infiel. Y es con alegría
que ella escuchó la sentencia, deseando más que nada en el mundo
reunirse con el amante de su corazón y porque ella sabía que la tierra
no era la patria del amor eterno.<br /><br />
Desde entonces, en el lugar donde fue inmolada la cautiva, sobre el
Palla Huarcuna situado en la cadena de montañas entre Izcuchaca y
Huaynanpuquio, se puede ver una roca que tiene la forma de una india con
un collar alrededor del cuello y un turbante de plumas sobre la cabeza.
Se afirma que nadie puede pasar la noche en el Palla Huarcuna sin ser
devorado por el fantasma de piedra.</b></span></span></div>
</div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-45287867209789072172016-04-16T05:28:00.000-07:002016-04-16T05:28:00.150-07:00Leyenda Inca: Los Hermanos Ayar<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;">Sobre la montaña Pacaritambo (doce leguas al noroeste de Cuzco)
aparecieron los hermanos Ayar, después del gran diluvio que había
desvastado todo.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
De la montaña llamada "Tampu Tocco" partieron cuatro hombres y cuatro mujeres jóvenes, hermanas y esposas de ellos a la vez.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Eran Ayar Manco y su mujer Mama Ocllo; Ayar Cachi y Mama Cora; Ayar Uchu
y Mama Rahua y finalmente, Ayar Auca y su esposa Mama Huaco.<br />
Viendo el estado de las tierras y la pobreza de la gente, los cuatro
hombres decidieron buscar un lugar más fértil y próspero para
instalarse. Llevaron con ellos a los miembros de diez Ayllus
(organización inca que agrupaba diez familias) y se dirigieron hacia el
sudeste. <br /><br />
Pero un primer altercado se produjo entre Ayar Cachi, un hombre fuerte y
valiente, y los demás. Sus hermanos lo celaban y quisieron matarlo. Con
ese plan, le ordenaron volver a las cavernas de Pacarina (se llama así,
en quechua, al lugar de los orígenes) a buscar semillas y agua.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Ayar Cachi entró en la caverna de Capac Tocco (ventana principal de la
montaña "Tampu Tocco") y el sirviente que lo acompañaba cerró con una
gran piedra la puerta de entrada... Ayar Cachi jamás pudo salir de allí.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Los siete hermanos y hermanas restantes, seguidos de los ayllus,
prosiguieron su camino y llegaron al monte Huanacauri, donde
descubrieron un gran ídolo de piedra con el mismo nombre. Llenos de
respeto y de temor frente a este ídolo, entraron al lugar donde se lo
adoraba.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br /> Ayar Uchu saltó sobre la espalda de la estatua y quedó enseguida petrificado, haciendo parte en delante de la escultura.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />Aconsejó
a sus hermanos de seguir el viaje y les pidió que se celebre en su
memoria la ceremonia del Huarachico, o "iniciación de los jóvenes".</span></span></b>
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br /><br />
En el curso del viaje Ayar Auca fue también convertido en estatua de
piedra, en la Pampa del Sol. Ayar Manco, acompañado por sus cuatro
hermanas, llegó a Cuzco donde encontró buenas tierras; su bastón se
hundió con facilidad pero no pudo retirarlo sin esfuerzos, lo cual era
una buena señal. Entusiasmados conr el lugar decidieron quedarse allí.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Ayar Manco fundó entonces una ciudad, en nombre del creador Viracocha y
en nombre del Sol. Esta ciudad fue Cuzco (ombligo, en quechua), la
capital del Tahuantinsuyo (imperio de las cuatro provincias).</span></span></b></div>
</div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-86553648292055834142016-04-08T05:26:00.000-07:002016-04-08T05:26:01.462-07:00Leyenda Inca: Manco Capac<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;">En las tierras que se encuentran al norte del lago Titicaca, unos hombres vivían como bestias feroces.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
No tenían religión, ni justicia, ni ciudades. Estos seres no sabían
cultivar la tierra y vivían desnudos. Se refugiaban en cavernas y se
alimentaban de plantas, de bayas salvajes y de carne cruda.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Inti, el dios Sol, decidió que había que civilizar estos seres. Le pidió
a su hijo Ayar Manco y a su hija Mama Ocllo descender sobre la tierra
para construir un gran imperio.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Ellos enseñarían a los hombres las reglas de la vida civilizada y a venerar su dios creador, el Sol.<br /><br />
Pero antes, Ayar Manco y Mama Ocllo debían fundar una capital.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Inti les confía un bastón de oro diciéndoles esto:<br />
- Desde el gran lago, adonde llegarán, marchen hacia el norte. Cada vez
que se detengan para comer o dormir, planten este bastón de oro en el
suelo. Allí donde se hunda sin el menor esfuerzo, ustedes construirán
Cuzco y dirigirán el Imperio del sol.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
La mañana siguiente, Ayar Manco y Mama Ocllo aparecieron entre las aguas
del lago Titicaca. La riqueza de sus vestimentas y el brillo de sus
joyas hicieron pronto comprender a los hombres que ellos eran dioses.
Temerosos, los hombres los siguieron a escondidas.</span></span></b>
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Ayar Manco y Mama Ocllo se pusieron en marcha hacia el norte. Los días pasaron sin que el bastón de oro se hundiera en el suelo.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Una mañana, al llegar a un bello valle rodeado de montañas majestuosas,
el bastón de oro se hundió dulcemente en el suelo. Era ahí que había que
construir Cuzco, el "ombligo" del mundo, la capital del Imperio del
Sol.</span></span></b>
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Ayar Manco se dirigió a los hombres que los rodeaban y comenzó a
enseñarles a cultivar la tierra, a cazar, a construir casas, etc...</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Mama Ocllo se dirigió a las mujeres y les enseñó a tejer la lana de las
llamas para fabricar vestimentas. Les enseñó también a cocinar y a
ocuparse de la casa...</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Es así que Ayar Manco, devenido Manco Capac, en compañía de su hermana
Mama Ocllo se sentó en el trono del nuevo Imperio del Sol. A partir de
este día, todos los emperadores Incas, descendientes de Manco Capac,
gobernaron su imperio con su hermana devenida en esposa.</span></span></b></div>
</div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-26858108014829540552016-03-31T05:23:00.000-07:002016-03-31T05:23:00.146-07:00Leyenda Inca_ El Dorado<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;">El rey de Guatavita cayó profundamente enamorado de una bonita mujer joven de la tribu vecina.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
La esposó y tuvieron una hija.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Pero el rey se consagró mucho a su función, dejándose ir al libertinaje,
engañando y olvidando a su esposa. Ésta, sintiéndose abandonada se
desesperaba.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Sin embargo, los dos esposos amaban profundamente a su hija.<br /><br />
Un día, en una gran fiesta, la reina se enamoró de un bello y joven
guerrero. Enamorados uno del otro, comenzaron a exhibirse mofándose de
la vigilancia del rey.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Estos encuentros ilegítimos terminaron por ser conocidos por aquel que no tardó en sorprenderles.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
El guerrero fue hecho prisionero y sometido a terribles torturas, hasta que se le quitó el corazón antes de empalarlo.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Esa misma noche se organizó una gran fiesta en honor de la soberana.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
En el curso de la comida se le ofreció un plato refinado, el corazón de
un animal salvaje. La reina lo miró con desconfianza, después se dio
cuenta con horror que estaba ahí un pedazo de su amante. </span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
De repente, el ambiente festivo dejó lugar a un gran silencio cuando
resonó el grito de terror de la reina. El tinte pálido como una muerta y
el corazón magullado, fue a buscar a su hija antes de hundirse
precipitadamente en las tinieblas. Sin reflexionar un solo instante, se
tiró en la laguna sagrada de Guatavita.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Los sacerdotes se apresuraron a transmitir la noticia al monarca ebrio
que, loco de dolor, corrió a la laguna comprendiendo cuánto amaba a esta
mujer y cómo ella lo había hecho feliz antes.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
El corazón lleno de llanto, ordenó a los sacerdotes recuperar el cuerpo
de su esposa. Éstos revelaron que la reina vivía feliz en una casa
submarina con una serpiente que estaba enamorada de ella.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Angustiado, el rey reclamó que le trajeran al menos a su hija. Los
sacerdotes la trajeron y pudieron constatar que ella no tenía más los
ojos. Entonces el padre decidió devolverla a su madre. </span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
El rey inconsolable perdonó a su esposa prometiéndole ofrendas para que
ella tuviese en el más allá la dicha que había conocido tan brevemente a
su lado.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Los sacerdotes, los intermediarios entre los hombres y la diosa de las
aguas (la antigua reina), vivían en el borde de la laguna esperando su
próxima aparición, una noche de luna llena.<br /><br />
Los chibchas hicieron de la laguna de Guatavita (formando un círculo
casi perfecto) un lugar de culto donde se le hacía ofrendas de figuras
de oro y esmeraldas a la diosa tutelar. Ella, en forma de serpiente,
surgía de las aguas para recordar al pueblo la promesa de tesoros que se
le había hecho. Las ofrendas se hicieron más y más numerosas a fin de
calmar el dolor del rey.<br /><br />
Pero la ceremonia tuvo luego otro objetivo. Era un acto
político-religioso que se realizaba para la consagración de un nuevo
Zipa (rey de Bacatá, actual Bogotá).</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Los días que precedían a la ceremonia, el rey y su pueblo comenzaban un
período de ayuno y abstinencia.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"> Durante este período confeccionaban
máscaras y ricas vestimentas, arreglaban sus instrumentos de música y
preparaban los mets de la chicha (alcohol de maíz) para el gran día.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Los pueblos vecinos se unían a la fiesta y todos, por un tiempo,
olvidaban sus penas y sus llantos. Después venía el momento tan
esperado.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Antes de que despuntara el alba, todo estaba listo para comenzar la
procesión hacia la laguna sagrada al son de tambores y flautas. La
multitud, engalanada de bellos atavíos y sus joyas entonaba canciones.
Después seguía el cortejo real escoltado por los guerreros portando
arco, flechas y lanzas.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
A algunos metros de la laguna, el rey descendía de su palanquín y se
dirigía hacia la barca real, marchando sobre las capas que ubicaban bajo
sus pies los guerreros y los cortesanos. Sobre la barca recubierta de
capas y de flores no tomaban lugar más que los miembros más meritorios
de la corte, dejando libre la plaza central para el monarca. Tan pronto
como se ubicaba al centro de la barca el rey dejaba caer su capa roja
mostrando a todos su cuerpo recubierto de polvos de oro.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
La barca real se alejaba lentamente mientras que la multitud, la espalda
vuelta a la laguna, o la cabeza baja hacia el suelo para no ofender,
hacía oír sus plegarias y cánticos. En medio de la laguna, el Zipa
apuntaba su mirada hacia el oriente, esperando el sol. Cuando el cielo
se teñía de rojo, el rey murmuraba plegarias. Y al momento cuando el sol
surgía y bañaba de luz la barca real, el monarca levaba los brazos al
cielo lanzando un grito de alegría repetido enseguida por toda la
multitud.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Pronunciando aún unas plegarias, el Zipa tiraba al fondo de la laguna
las admirables esmeraldas y los objetos de oro, después se sumergía él
mismo en las aguas sagradas. Resurgía purificado y la barca regresaba a
la ribera mientras que la multitud permanecía cabeza baja o de espaldas a
la laguna.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
El rey marchaba de nuevo sobre las capas hasta su palanquín que lo
llevaba hasta su morada. Una vez el ritual y la consagración del Zipa
acabados, comenzaba la fiesta que terminaba en la ebriedad.<br /><br />
El relato de este fastuoso ceremonial llega hasta nuestros oídos por el
conquistador español Sebastián de Benalcázar quien, obsesionado por el
oro, hizo la leyenda de Eldorado (el hombre dorado), que iba a traer a
América una multitud de aventureros en busca de ciudades de oro.</span></span></b></div>
</div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-88637011523285632072016-03-21T05:21:00.000-07:002016-03-21T05:21:23.436-07:00Leyenda Inca: El Lago Titicaca<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;">Hace mucho tiempo, el lago Titicaca era un valle fértil poblado de hombres que vivían felices y tranquilos.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Nada les faltaba; la tierra era rica y les procuraba todo lo que
necesitaban. Sobre esta tierra no se conocía ni la muerte, ni el odio,
ni la ambición. Los Apus, los dioses de las montañas, protegían a los
seres humanos.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
No les prohibieron más que una sola cosa: nadie debía subir a la cima de las montañas donde ardía el Fuego Sagrado.<br /><br />
Durante largo tiempo, los hombres no pensaron en infringir esta orden de
los dioses. Pero el diablo, espíritu maligno condenado a vivir en la
oscuridad, no soportaba ver a los hombres vivir tan tranquilamente en el
valle.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Él se ingenió para dividir a los hombres sembrando la discordia.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Les pidió probar su coraje yendo a buscar el Fuego Sagrado a la cima de las montañas.<br /><br />
Entonces un buen día, al alba, los hombres comenzaron a escalar la cima
de las montañas, pero a medio camino fueron sorprendidos por los Apus.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Éstos comprendieron que los hombres habían desobedecido y decidieron
exterminarlos. Miles de pumas salieron de las cavernas y se devoraron a
los hombres que suplicaban al diablo por ayuda. Pero éste permanecía
insensible a sus súplicas.<br /><br />
Viendo eso, Inti, el dios del Sol, se puso a llorar. Sus lágrimas eran tan abundantes que en cuarenta días inundaron el valle.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Un hombre y una mujer solamente llegaron a salvarse sobre una barca de junco.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
Cuando el sol brilló de nuevo, el hombre y la mujer no creían a sus
ojos: bajo el cielo azul y puro, estaban en medio de un lago inmenso. En
medio de esas aguas flotaban los pumas que estaban ahogados y
transformados en estatuas de piedra.</span></span></b>
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><br />Llamaron entonces al lago Titicaca, el lago de los pumas de piedra.</span></span></b></div>
</div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-42399581339410976162013-08-30T11:56:00.000-07:002013-08-30T11:56:00.050-07:00El Tesoro del Pirata<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;">Una noche del mes de Abril del año de gracia de 1592, desembarcó en las
playas de Campeche un grupo de personajes misteriosos. La maniobra
ocurría en la zona de los manglares, que ahora se hallan a un paso de la
ciudad, pero que, en aquel entonces, estaban a considerable distancia
del pequeño puerto y se perdían en la espesura tropical característica
de la región.
<br /><br />
La del desembarco era tierra de nadie, y la selva que allí crecía
propicia para disimular diligencias de forajidos. De más está anotar que
el silencio reinaba en el lugar y que, a excepción de las figuras que
se agitaban en la playa, ningún otro ser humano podía localizarse a esas
horas en las cercanías, ya que aquellos andurriales permanecían
desiertos incluso de día. El grupo llegado del mar en la negrura de la
noche lo componían cuatro sujetos; y, quien hubiera sido testigo de lo
que acontecía, habría observado que dos de los personajes, por su
atuendo y sus gestos, no eran sino filibusteros, y los dos restantes,
prisioneros que los bandidos habían adquirido en alguno de sus abordajes
oceánicos.
<br /><br />
Habiendo amarrado el bote en que desembarcaron, los cautivos, en
acatamiento a las órdenes de los piratas que, sable en mano, dictaban
peretorias disciplinas, pusiéronse en marcha hacia el interior cargando
sobre sus hombros dos enormes cofres que, a juzgar por el lento paso de
los porteadores, habían sido llenados a toda su capacidad de peso de
varias decenas de kilos. La caravana se internó en la jungla y a poco
arribó a las faldas del cerro en donde posteriormente fue construído el
castillo de San José el Alto, subió por una vereda y desviándose en la
cima se dirigió a un emplazamiento en que, traspuesto en seto de
arbustos, apareció la boca de una caverna. Los piratas, que, por la
seguridad con que se movían en medio de la obscuridad en esos parajes,
indudablemente estaban familiarizados con la geografía del sector,
mandaron a los cargadores penetrar en la gruta; y, caminando durante
varios minutos por los pasillos de la misma y alcanzando un punto
alejado de la entrada, ordenaron detener la marcha y depositar la carga
en tierra.
<br /><br />
El lector habrá comprendido ya que los cofres contenían oro y joyas en
gruesas cantidades, producto de las depredaciones de los asaltantes, y
que, siguiendo una tradición practicada en la hermandad, los ladrones
del cuento habían llevado al sitio mencionado su botín para enterrarlo
allí y agregarlo al caudal que periódicamente habían ido depositando en
el refugio. Con los picos y palas que transportaron, los prisioneros,
cumpliendo las indicaciones de sus captores, se dedicaron a cavar
apresuradamente en el piso; y al cabo de una hora habían abierto ya una
oquedad suficientemente amplia para recibir el precioso cargamento.
<br /><br />
Mientras los cavadores transpiraban copiosamente después de terminada su
ruda tarea, el que se conducía como jefe, examinando la hondonada
abierta, exclamó satisfecho: -Habéis hecho un buen trabajo por lo cual
os felicito. Estoy contento de vosotros y, para demostraros mi
reconocimiento, os permitiré que descanséis para ahuyentar todas las
fatigas que os hemos obligado a pasar.
<br /><br />
Y, esto diciendo, lanzó una sonora carcajada que retumbó diabólicamente
en la cueva. Los desgraciados presos se dieron cuenta de la sorna con
que hablaba el desalmado solamente cuando vieron que se apoderaba de las
pistolas que llevaba en bandolera sobre el pecho, y un rayo de luz
iluminó sus embotadas conciencias: ¡estaban condenados a muerte!
<br /><br />
Luego de asesinar a sangre fría a sus víctimas, los truhanes arrojaron
los cadáveres al foso preparado para el tesoro, bajaron los cofres
colocándolos sobre los cuerpos sin vida y procedieron a ocultar los
vestigios de su fechoría rellenando adecuadamente, con la tierra
extraída, el marco de los acontecimientos.
<br /><br />
Regularmente, en el transcurso de tres años, se repitieron escenas
semejantes a la descrita; de manera que la caverna de la historia se
almacenaba ya, en el subsuelo, una fortuna respetable, de cuya
existencia únicamente los dos piratas del presente relato poseían el
secreto. Y en el año de 1595, hacía el mes de Diciembre, encontramos
nuevamente a los dos pillos, en el camarote del jefe, poco después de
haber obtenido un cuantioso botín arrebatado a una nao mercante que,
pertrechaba con una fuerte dotación de oro en barras, se dirigía de
Veracruz a España y ahora yacía en el fondo del Golfo.
<br /><br />
Decía el cabecilla: -óye bien, dinamarqués: Como tú me has sido fiel en
las buenas y en las malas, aunque sea yo un villano tengo también
corazón, y quiero confiarte que éste será nuestro último viaje a
Campeche. Has de saber que mañana, después de desembarcar y ejecutar lo
acostumbrado, no volveremos a la nave. Proyecto establecerme en ese
puerto como un honrado burgués, por lo cual tengo con qué. Y, por
supuesto, tu, que has sido mi compañero leal, compartirás mi hacienda,
pues no soy ingrato, para que te instales donde te plazca.
<br /><br />
A lo que el dinamarqués respondió: -De acuerdo, capitán, y no puedo
menos que agradeceros vuestra generosidad y alabar vuestra decisión.
Estoy presto a obedeceros como siempre. Pero ¿no creéis que la
tripulación entrará en sospechas cuando no nos vea regresar?
<br /><br />
-¡Ca! ¡Descuida! Nuestros amigos tienen cuenta con la justicia, igual
que nosotros, aunque hasta hoy no hayamos sido identificados; y si no
nos ven volver, pensarán que las autoridades nos descubrieron; y, para
evitarse dificultades, zarparán olvidándose de nosotros.
<br /><br />
El danés conociendo la mentalidad bucanera, entendió que su jefe decía
la verdad, y respondió: -Tenéis razón, capitán. Nuestros hombres no
querrán sacrificarse por vos, pues por algo son piratas, a pesar de que
siempre habéis tratado equitativamente en todo. Y no dudo que,
convencidos de que caímos en manos del verdugo, no desaprovecharán la
oportunidad para adueñarse de vuestro velero creyendo que son muy
listos.
<br /><br />
-¡Adelante, pues! –dijo el jefe-. ¡Y no se hable más del asunto.
<br /><br />
Al día siguiente, los bandidos desembarcaron en el sitio habitual y
ordenaron a sus prisioneros marchar al escondite del tesoro. Ya en la
gruta, abierta la cavidad para depositar el botín, el capitán sacó las
pistolas para despachar a los infortunados porteadores; pero, al
pretender disparar, las armas no funcionaron. Reaccionando, los
prisioneros, quisieron escapar, pero fueron bloqueados en su intento de
fuga por el danés que, de certeros mandobles, envió a los indefensos al
otro mundo.
<br /><br />
-¡Bien hecho, dinamarqués! –gritó el capitán-. Y ahora procedamos a
sepultar a éstos y repartirnos el tesoro para avecindarnos en Campeche.
<br /><br />
-¡Un momento, capitán! ¡Vos no iréis a ninguna parte! –dijo el danés-.
¡Tiempo ha que esperaba una ocasión como ésta, y ahora que se presenta
no voy a desperdiciarla!. <br /><br />
-¿Qué quieres decir, insensato?-, rugió el jefe.
<br /><br />
-Quiere decir, capitán –repuso resueltamente el danés-, que si creéis en
Dios o en el diablo rezad vuestras oraciones a cualquiera que os
convenga, pues ya sois hombre muerto.
<br /><br />
Y vació sus pistolas sobre el sorprendido filibustero, que rodó exánime a los pies del facineroso.
<br /><br />
Varios años después, un personaje de rostro curtido por el sol, que
había llegado al puerto en calidad de gran señor, contrajo matrimonio
con una hermosa y aristocrática dama. Y, aunque por lo bajo se comentaba
que el personaje tenía modales de rústico, que salpicaba su
conversación con juramentos de mozo de cubierta y que, además de
insolente, acusaba feroz aspecto, su riqueza garantizaba su elevada
alcurnia. Y los desposados fueron el tronco de una de las más linajudas y
renombradas familias que hubo en Campeche durante el período colonial.
</span></span></b></div>
</div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-51211969517436563792013-08-27T11:55:00.000-07:002013-08-27T11:55:01.209-07:00El Puente de los Perros<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;">No viene al caso señalar los defectos de los campechanos, que son
muchos, como corresponde a toda comunidad tropical heredera de una
tradición que le permite vivir a costa del recuerdo; pero tampoco está
de más mencionar que los alegres descendientes de una pintoresca mezcla
de indígenas, comerciantes y piratas cultivan algunas virtudes
singulares que, en el plano político, les han proporcionado siempre una
estabilidad envidiable.
<br /><br />
Efectivamente, lo que en otros lugares se resuelve por medio de
conflictos sangrientos, porque nadie está dispuesto a que su gremio sea
humillado –y de las discusiones se pasa a las trompadas y a los
garrotazos-, en Campeche se trueca en un mimetismo que ya quisiera para
su coleto el más consumado camaleón. Y es así como, en tiempo de
colonias, los porteños eran peninsularistas, y hasta los caballos
pertenecían al partido español; en la época de la efervescencia
insurgente, eran casi rebeldes; bajo la República, republicanos; durante
el efímero imperio de Iturbide, monárquicos; y, cuando se enteraron de
que la estrella del futuro Su Alteza Serenísima empezaba a fulgurar, se
declararon satanistas. Esto último no obsta para que, en 1830, y para
evitar fricciones innecesarias y tópicos mal entendidos, los campechanos
fuesen paulistas; por aquello de que el comandante militar de la plaza,
cuñado del esforzado caudillo veracruzano, se llamaba Francisco de
Paula Toro, y porque sonaba más eufónico ese término que el de toristas.
<br /><br />
Don Pancho, en su calidad de jefe castrense de Campeche, no se sabe si
poseía atribuciones administrativas propias del poder civil o se las
tomaba por su cuenta; pero el hecho es que compartía la autoridad con el
gobernador Don José Segundo Carvajal quien, nada celoso de los
militares, prefería dejar a Don Francisco actuar, toda vez que el
coronel se distinguía por su espíritu de progreso. Pues bien, quizá
procurando la ventura de los campechanos, o por dar satisfacción a los
deseos de su mujer, la virtuosa Doña Mercedes López de Santa Anna de
Paula Toro, que gustaba de los paseos dominicales en el campo, héte que
el comandante dispuso un día construir un puente sobre el canal de
desagüe del suburbio de Santa Ana, vecindad a la que Doña Mechita le
tenía particular afecto nacido probablemente de la homonimia.
<br /><br />
Recibió el encargo de realizar la obra el afamado alarife Don José de la
Luz Solís, que fue también al arquitecto de la Alameda; y en pocos
meses, gracias al empeño y la diligencia del experto maestro, el puente
quedó casi listo. Como se anotó Doña Mercedes era aficionada a pasear
por la campiña; y en cierto ocasión llegó, en compañía de su marido, a
inspeccionar los trabajos del puente. La señora se mostró entusiasmada
con la mejora material, y creyó prudente comentar que, además de que
sería de indudable beneficio para los habitantes del barrio, a ella le
serviría de viaducto para disfrutar de un acogedor rincón de descanso en
medio del monte. Examinando lo contraído, atrajeron su atención los
cuatro extremos en que el puente remataba, por lo que preguntó al
alarife: -¿Quiere usted decirme, Don Pepe, para qué son los remates del
puente?
<br /><br />
-Tengo instrucciones de mi coronel aquí presente –contestó el aludido-,
de colocar sobre los remates cuatro hermosos pebeteros, que han pedido a
México y se encuentran ya en camino, y que simbolizarán respectivamente
el fuego inextinguible de la ciencia, del arte, del pensamiento y del
amor.
<br /><br />
Después de oír tales palabras, la señora de Torno no preguntó más, pero guardó un silencio reflexivo.
<br /><br />
Transcurridos algunos días doña Mercedes, acompañada de un aya, se apeó
de su carruaje frente al puente en ejecución, y tras ella bajo un
mocetón que a duras penas sostenía una traílla a la que estaban sujetos
dos magníficos e imponentes mastines.
<br /><br />
Dirigiéndose a Don José de la Luz, la primera dama interrogó: -¿Qué le
parecería las estatuas de Aníbal y Alejandro para rematar el puente?
A lo que respondió Don José: -Señora, creo que serían unos remates
admirables; y, por otra parte, estarían acordes con la profesión de mi
coronel, ya que tan augustos personajes fueron grandes guerreros.
<br /><br />
Dijo Doña Mechita: -No me he explicado claramente, Don Pepe; yo no estoy
hablando de esos conquistadores franceses (Doña Mechita no era muy
versada en historia universal) sino de perros, los que ve usted aquí;
¿no cree que quedarían soberbios como remates del puente?.
<br /><br />
Aunque cortesano, el señor Solís, que comprendió la intención de la de
Toro, se atrevió a replicar: -¡Pero, Doña Merceditas! ¡No pretenderá
usted que se modifique el proyecto de mi coronel! ¡El ha dicho que los
pebeteros adornarán el puente, y que serán el símbolo de la constante
aspiración de los campechanos, no importa que sean de este barrio, hacia
lo alto! ¡Además, los pebeteros llegarán en el próximo barco!
<br /><br />
-Mire usted, Don Pepe –repuso Doña Mercedes-, yo respeto mucho a mi
esposo y sus ideas, pero también adoro a mis perros; y se me ha ocurrido
que especímenes de raza tan pura y majestuosa como Aníbal y Alejandro
deben pasar a la posteridad, y nada mejor para ello que aprovechar los
remates del puente.
Y agregó: -Le ruego, y conste que no acostumbro hacerlo, que en lugar
del proyecto original, usted que es un escultor consagrado, se ocupe de
modelar cuatro figuras de mis mastines en actitud de ladrar, para que,
ya puestos en su sitio, ejerzan la vigilancia permanente de la ciudad.
Estoy segura de que de sus hábiles manos saldrán los perros más bellos
que jamás ha esculpido ningún artista!.
<br /><br />
Halagado por haber sido ascendido de albañil a escultor, Don José de la
Luz ya no respingó, y prometió a Doña Mercedes que atendería su súplica.
<br /><br />
Gananda la escaramuza por el lado del obrero, la dama se encaminó a ver a
sí consorte; y ya de frente a él le dijo estas palabras, después de
haber preparado con un cariñoso beso: -Panchito, hoy recibí carta de mi
hermano Toño, y me ha recomendado que yo te salude con un fuerte abrazo.
De esas cosas de política que no entiendo, dice que pronto substituirá
al general Bustamante (éste era, en 1830, el Presidente de la
República), y que yo te lo informe. Y también preguntó por Aníbal y
Alejandro, los que, recordarás, él me obsequió; y me dice que le
agradaría especialmente que se pusieran esfinges de los mastines en el
puente en construcción.
<br /><br />
Don Francisco: -¡Mechota, querida mía, no faltaba más! No era necesario
que le hablaras a Antonio del puente; basta que tu voluntad sea que las
estatuas de tus perros se coloquen allí para que se cumpla tu deseo; y
así se hará. Pensándolo bien, serán más artísticos los canes como
remates del puente que los pebeteros. ¡Ah! Y cuando le escribas a tu
hermano, dile que no se olvide de nosotros.
<br /><br />
En esa forma, Aníbal y Alejandro, reproducidas por partida doble,
quedaron perpetuados en piedra en el puente del cuento; aunque no
salieron imponentes de la mano del escultor; ni su actitud se antoja de
ladrido vigilante sino de lúgubre lamento causado por la visión de un
alma en pena.
<br /><br />
El puente fue inaugurado con el nombre de Puente de la Merced, según una
placa conmemorativa en la que se lee la siguiente inscripción: “Año de
MDCCCXXX. Se construyó este puente con el título de la Merced de Santa
Ana, bajo la dirección del Alarife D. José de la Luz Solís”.
<br /><br />
El gobernador Carvajal mandó poner otra placa en el ya desde entonces
llamado Puente de los Perros, con la siguiente leyenda: “MDCCCXXX. Se
hizo por disposición del Señor coronel C. Francisco Toro, habiendo
contribuido en unión de todo el partido, esta benemérita guarnición
gratuitamente a su construcción y la de la alameda. A pueblos tan
virtuosos militares tan recomendable, José Segundo Carvajal reconocido,
dedica este documento.
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<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;">Mucho tiempo perdí tratando de concurrir a una ceremonia india, a una
hanincol (comida de milpa) que hacen los mayas con el objeto, unas
veces, de agradar a los dioses, y otras, de desagraviarlos. Había rogado
a los hechicero que me permitieran la entrada, pero todos se habían
negado porque yo también me había negado a que me santiguaran:
(santiguar es someter a una persona a ciertos baños, con hierbas,
hechicerías, etc.) En las ceremonias de las comidas de milpa se admite a
mujeres cuando se va repartir el alimento. Al fin me resolví a todo y
lo comuniqué al men. Así fue como logré concurrir a la comida. Y ahora
les narraré lo que ví; lo que oí no, pues fue todo en maya, idioma que
no entiendo.
<br /><br />
La ceremonia se hizo en un pueblo llamado San Juan Bautista Sahcabchén o
Alto Sahcabchén, por estar ubicado en la cresta de un cerro de roca
viva.
El maestro de la escuela, un joven llamado Mario Flores Barrera, me
avisó con anticipación; llena de alegría caminé a caballo toda la noche
en que la Luna plateaba los árboles y alumbraba el camino.
<br /><br />
Llegué al amanecer. Allá arriba estaba el pueblo. Subí a él, llamé a una
puerta y al punto asomó su risueña cara el maestro, que me saludó.
<br /><br />
Hoy será la fiesta, me dijo con acento de satisfacción. Nos desayunamos
con pan y café y luego me llevó a la casa del men, quien me recibió
solícito, pero desconfiado.
<br /><br />
¿Está resuelta a le santigüen?, me preguntó.<br />
El maestro me miró, incrédulo de que pudiera aceptar eso.<br />
Sí le respondí, y en pocos minutos quedé santiguada y oliendo a romero y ruda.
<br /><br />
Salimos los tres y nos sentamos en el brocal de un pozo, y el hechicero contestó así mi interrogatorio.
<br /><br />
-¿Por qué harán el hanincol?<br />
-Para desagraviar a los dioses. <br />
El dueño de la milpa que se ha de sembrar tiene un hijo enfermo, señal del disgusto de del Nohoch-Tat (Gran Señor).
<br /><br />
Luego me enseñó varias palabras mayas, el nombre de los vientos, etc.,
para que pudiera entender, y me llevó a la casa donde el muchacho estaba
enfermo.
<br /><br />
¿Quiere verlo?, me dijo. Sí le respondí.<br />
En una hamaca estaba el joven calenturiento. El men le preguntó por su
salud, y él casi no contestó. Su ánimo estaba caído más que por la
fiebre, por el temor de que le hubiera castigado el dueño del monte. El
men sacó de su morral un bollo de pozole lleno de moho que de amarillo
pasa a verde. Lo mezcló con agua, lo endulzó con miel y se lo dio al
enfermo. <br />
Las mujeres de la casa, durante la noche, mojan maíz y lo muelen en
metates para hacer una bebida refrescante llamada sacab. Este se reparte
entre los que van a asistir a la ceremonia.
<br /><br />
En la ocasión a que me refiero me dieron una ración, por la cual me
sentí invitada. Marchamos luego a la ceremonia o que diga, adonde iba a
efectuarse.
<br /><br />
El dueño de la sementera y sus trabajadores estaban ocupados. Unos
abrían una fosa en la tierra; otros, en grandes calderos cocían maíz,
frijol y tostaban semillas de calabaza, que molían luego para formar una
masa de estos tres productos, la cual recogían en bolas.
<br /><br />
Teniendo ya las bolas sobre hojas de roble o plátano, se extiende
primero la masa de maíz haciendo una tortilla grande y se forma una de
semilla de calabaza: luego, una de frijol, y así sucesivamente, hasta
llegar a nueve.
<br /><br />
Estos huahes (panes) se envuelven en las mismas hojas; uno de ellos es
más grande que los otros. Mientras esto se lleva a efecto, en la fosa
abierta se ha colocado gran cantidad de leña , que arde y calienta casi
hasta calcinar algunas piedras grandes. Por otro lado, en ollas también
grandes se cuecen pavos y gallinas, y en un caldero se hace el cool
(atole salado). En un caldero se pone el caldo de gallina y pavos,
destinado a preparar el chocó; (caliente).
<br /><br />
El men, con toda parsimonia, toma dos velas que enciende, y, seguido de
unos hombres que llevan en tablas los huanes (panes) y de todos los
invitados, llega a la ardiente fosa. Y dice así: lakín-ik, xikín-ik,
nohol-ik, xamán-can (vientos del oriente, del poniente, del sur y del
norte; sed benévolos). Luego hace mil contorsiones, brinca de un lado
para otro de la fosa, saca con las manos, del fuego, las candentes
piedras, y sólo deja unas en el fondo, sobre las cuales se colocan los
panes. Las piedras extraídas se acomodan encima y se recubre la fosa con
tierra y gajos de roble.
<br /><br />
Retornan el brujo y su comitiva al lugar primitivo, donde se ha colocado
una mesa, que tiene encima una cruz cristiana, tres velas grandes, tres
medianas y tres chicas. También hay incienso, rudas, albahacas, flores,
dulces, cigarrillos, etc.
<br /><br />
Se han llevado ala mesa los pavos y las gallinas condimentadas y
cocidas. Debajo de la mesa está el gran caldero de cool, el jugo de
gallina y pavos, etc.
<br /><br />
El men parece perder su personalidad de hombre, y en medio de
gesticulaciones y contorsiones, conjura a los vientos malos y llama a
los buenos; levanta en sus manos las ramas de albahaca y ruda, y
blandiendo la cruz cristiana aleja a los vientos malos. como regalo a
los buenos arroja a los cuatro vientos jicaradas de miel y balché. Luego
cae en éxtasis, oculta su rostro entre las manos, y tomando enseguida
el inciensario, marcha hacia la fosa; al llegar a ésta levanta aquél al
cielo y muchas manos de hombres destapan la fosa, de donde extraen los
huanes.
<br /><br />
Todas caminan hacia la mesa y el brujo cierra la procesión.
<br /><br />
El pan más grande es el que se pone en una mesita aparte. Apenas
desenvuelto, muchas manos arrancan trozos, hirvientes aún y los
depositan en el caldo de pavos y gallinas, donde otras manos lo baten y
disuelven. Así se prepara el chocó . Terminado esto, el men reparte
entre los concurrentes balché en jicaritas. Hay que tomarlo, pues es
malo tirarlo o despreciarlo.
<br /><br />
Luego el hechicero da a cada persona presente un cigarro gigante, al que
debe darse dos o tres fumadas. Esos cigarros son recogidos por un brujo
en hojas de almendro o higuerilla, con el fin de que sus manos no los
toquen, los lleva ala mesa y los riega con brebajes. Inmediatamente se
toma a todos los niños que han asistido a la ceremonia y se les pone de
rodillas, con las manos cruzadas sobre el pecho.El men les da balché
dulce, chocó , cool, dulces, trozos de pavos, pero todo en la boca. (Los
niños representan a los aluxes, y el men les da de comer con la mano,
ellos no pueden tocar nada con las manos). Terminada esa comida, se
aleja a los niños, y con una jícara grande se pone una buena ración de
todo lo que hay, de lo mejor, un gran trozo de pan y los cigarros, todo
lo cual toma el men pues es la ofrenda destinada al Nohoch-Tat (padre o
dueño del monte). El hechicero llega a la fosa y en el centro de ella
coloca la jícara grande y todo lo demás.
<br /><br />
A una señal del men la fosa es cubierta de tierra y casi ni queda señal
de ella. Se cree que durante la noche el dueño del bosque tiene allá su
banquete, y que sus hijos, los aluxes le hacen compañía y fuman en rueda
sus cigarros.
<br /><br />
Cuando el men vuelve al lugar de la comida, todo se transforma en
fiesta, se reparte lo que aún queda, se da al dueño de la milpa, a sus
hijos y trabajadores, de todo lo que hay, y luego a los visitantes. Esta
es ya la comida terrenal. Todos comen, todos beben. El men viene a mí
con una pierna de pavo en la mano y me dice: ¿No come?, y me trae un
trozo de muslo de pavo.
<br /><br />
Yo estaba sentada en una hamaca suspendida en medio de dos árboles,
especialmente para mí, frente a la mesa de la ceremonia. Era tal mi
proximidad a la mesa, que materialmente estaba bañada en miel y balché,
pues me salpicó el men cuando arrojó esos líquidos al aire.
<br /><br />
Terminó la ceremonia -me dijo el men-. El enfermo está curado.
<br /><br />
Entre los comensales vi a Pedro, que comía y reía con mucha gana.
<br /><br />
Pedro -dijo el men- ven aquí, pues quería demostrarme su poder. El
muchacho obedeció la orden. Ya no tenía calentura y había recobrado la
salud.
<br /><br />
En ese momento di la razón al men y al enfermo. Estaba curado. Había que reconocerlo.
<br /><br />
Mas luego pensé que ese hombre sagaz aprovechaba la ignorancia y fe de los descendientes de los xius y cocomes.
<br /><br />
Me retiré pensativa. Soy una de los que creen que lo más de los indios
mayas no padecen ciertas enfermedades gracias a que ingieren
frecuentemente, las dosis de penicilina que se encuentran en el moho del
pozole, que siempre comen con sal en sus milpas.
<br /><br />
¿Se curó el muchacho? ¿Sería por el favor de los dioses o por la acción de la medicina que le dio el men en el pozole?
<br /><br />
Tal vez ni el hechicero lo sepa. Tal pensaba yo después de la peregrina
ceremonia que me dejó la impresión de un sueño fantástico.
</span></span></b></div>
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<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;">Cuénteme, don Nico: ¿por qué pone ese muñeco con esa piedra en la mano
en medio de su milpa?, pregunté un día a un ancianito agricultor.
<br /><br />
Su cara se animó con una sonrisa de niño, en tanto que me contestaba: Sé
que usted no cree, pero le diré: soy pobre, muy pobre y no tengo quien
me ayude a cuidar la milpa, pues casi siempre cuando llega la cosecha,
me roban el fruto de mis esfuerzos. Este muñeco que ve no es un muñeco
común; es algo más; cuando llega la noche toma fuerzas y ronda por todo
el sembrado; es mi sirviente... Se llama Canancol y es parte mía, pues
lleva mi sangre. El sólo me obedece a mí... soy su amo.
<br /><br />
Don Nico siguió diciendo: Después de la quema de la milpa se trazan en
ella dos diagonales para señalar el centro; se orienta la milpa del lado
de Lakín (Oriente) y la entrada queda en esa dirección. Terminado esto,
que siempre tiene que hacerlo un men (hechicero) se toma la cera
necesaria de nueve colmenas, el tanto justo para recubrir el canancol,
que tendrá un tamaño relacionado con la extensión de la milpa. Después
de fabricado el muñeco, se le colocan los ojos, que son dos frijoles;
sus dientes son maíces y sus uñas, ibes (frijoles blancos); se viste con
holoch (brácteas que cubren las mazorcas). El canancol estará sentado
sobre nueve trozos de yuca. Cada vez que el brujo ponga uno de aquellos
órganos al muñeco, llamará a los cuatro vientos buenos y les rogará que
sean benévolos con (aquí se dice el nombre del amo de la milpa), y le
dirá, además, que es lo único con que cuenta para alimentar a sus hijos.
Terminado el rito, el muñeco es ensalmado con hierbas y presentado al
dios Sol y dado en ofrenda al dios de la lluvia; se queman hierbas de
olor y anís y se mantiene el fuego sagrado por espacio de una hora;
mientras tanto, el brujo reparte entre los concurrentes balché , que es
un aguardiente muy embriagante, con el fin de que los humanos no se den
cuenta de la bajada de los dioses a la tierra. Esta es cosa que sólo el
men ve.
<br /><br />
La ceremonia debe llevarse a efecto cuando el sol está en el medio
cielo. Al llegar esta hora, el brujo da una cortada al dedo meñique del
amo de la milpa, la exprime y deja caer nueve gotas de sangre en un
agujero practicado en la mano derecha del muñeco, agujero que llega
hasta el codo.
<br /><br />
El men cierra el orificio de la mano del muñeco, y con voz imperativa y
gesticulando a más no poder, dice a éste: Hoy comienza tu vida. Este
(señalando al dueño), es tu señor y amo. Obediencia, canancol,
obediencia... Que los dioses te castigarán si no cumples. Esta milpa es
tuya. Debes castigar al intruso y al ladrón. Aquí está tu arma. Y en el
acto coloca en la mano derecha del muñeco una piedra.
<br /><br />
Durante la quema y el crecimiento de la milpa el canancol está cubierto
con palmas de huano; pero cuando el fruto comienza a despuntar, se
descubre... y cuenta la gente sencilla que el travieso o ladrón que
trate de robar recibe pedradas mortales. Es por lo que en las milpas
donde hay canancoles nunca roban nada.
<br /><br />
Es tan firme esta creencia, que si por aquella época y lugar se encuentra herido algún animal, se culpa al canancol.
<br /><br />
El dueño, al llegar a la milpa, toma sus precauciones y antes de entrar
le silba tres veces, señal convenida; despacio se aproxima al muñeco y
le quita la piedra de la mano; trabaja todo el día, y al caer la noche,
vuelve a colocar la piedra en la mano del canancol, y al salir silba de
nuevo. Cuando cae la noche, el canancol recorre el sembrado y hay quien
asegura que para entretenerse, silba como el venado.
<br /><br />
Después de la cosecha se hace un hanincol (comida de milpa) en honor del
canancol; terminada la ceremonia se derrite el muñeco y la cera se
utiliza para hacer velas, que se queman ya en el altar pagano, ya en el
altar cristiano.
<br /><br />
Y calló el viejecito después de haber hablado con acento de creyente perfecto.
</span></span></b></div>
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<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;">Hasta hace algunos años existía, a corta distancia de lo que hoy es el
centro de la ciudad, una estrecha callejuela conocida con el nombre de
Callejón del Diablo. La citada vía, que empezaba en el descampado de San
Martín y desembocaba en la Zanja, consistía en un pasadizo sombrío
bordeado de árboles frondosos y atravesaba un paraje solitario en el
que, a modo de vivienda, se descubría una casucha paupérrima habitada
por un tísico. Como se comprende, ya sea por el enfermo, por el nombre
del callejón o quizá por su lobreguez, el hecho es que poca gente se
aventuraba de día por esa ruta; y quien la utilizaba, procuraba salvar
su recorrido apresuradamente. Naturalmente, de noche únicamente los
temerarios se atrevían a cruzar la tal callejuela; teniendo para ello
que valerse de todos sus sentidos, pues después del ocaso reinaba allí
una profunda obscuridad.
<br /><br />
Y viene el cuento. En cierta ocasión, uno de aquellos bravos que son
capaces de tragarse el propio diablo volvía a casa, luego de una sabrosa
plática con sus compañeros de la ritual tertulia nocturna. Se internó
en el callejón y, hallándose casi a mitad del camino, acertó a
vislumbrar una figura que se apoyaba en el tronco de uno de los árboles
mencionados. Tuvo un ligero sobresalto, per inmediatamente se recuperó y
mustió para sus adentros: -¿Con que forajidos a mí, eh? ¡Ahora verás!-.
Y empuñando las manos, se dirigió resueltamente hace el sujeto. Ya se
encontraba a unos metros del individuo cuando, de pronto, se iluminó la
escena y surgió ante los ojos del valiente un ser horrendo que reía
malignamente. El noctámbulo sintió que la tierra se hundía bajo sus
plantas; pero, acicateado por su instinto de conservación, en lugar de
desmayarse se puso pies en polvorosa, logrando así evadirse de una
segura desgracia.
<br /><br />
La noticia de que el callejón de marras se aparecía el demonio cundió
entre la población y, a consecuencia del incidente ocurrido al
trasnochador de la historia, se propaló que otras personas ya habían
sido asustadas por el monstruoso espectro. Y, si regularmente el
callejón era escasamente transitado en las noches, al comprobarse que
Lucifer se había establecido en él, ya nadie osaba ni por equivocación
usar este camino después de ocultarse el sol.
<br /><br />
Y, como sucede siempre que se trata de las calamidades públicas, alguien
ducho en cuestiones diabólicas aconsejó que, para evitar que el diablo
comenzara a incursionar fuera de su reducto y se abatiese sobre la
comunidad quién sabe con qué malditos fines, se depositaran diariamente
bajo el árbol infernal algunas ofrendas, de preferencia joyas y monedas
de oro. Y así se hizo. Lo curioso del caso es que los supersticiosos que
todas las mañanas iban a dejar obsequios a Satán, observaban que los
del día anterior se habían esfumado, lo que les afirmaba en su
convicción de que el diablo se complacía con los regalos que el pueblo
le brindaba.
<br /><br />
Pero el misterio llegó a oídos de dos fornidos pescadores
sanfrancisqueños, que ya se las habían visto en sus correrías marinas
hasta con basiliscos, de manera que estaban curados de espanto. Y
dialogaron así los lobos de mar: -
<br /><br />
¿Qué te parece lo del diablo de San Martín?
<br /><br />
-A mi me parece que hay gato encerrado, y que el diablo ése tiene
costumbres de ratero. Y tengo para mí que, como buenos hijos de Dios, si
hay algo que no debemos permitir es el robo a sus ovejas, aunque el
ladrón sea el mismo Belcebú
<br /><br />
-¿Crees que podamos hacer algo?-, preguntó el primero; -Sospecho que sí-, contestó filosóficamente el interpelado.
<br /><br />
Esa vez, al filo de la medianoche, dos siluetas penetraron resueltamente
en el pavoroso callejón. Y, como es de rigor, el presunto diablo
esperaba pacientemente apoyado en su árbol para infundir el terror del
más allá al desprevenido transeúnte que se arriesgase a ingresar en
aquellos dominios del infierno. Ya estaba el padre de las tinieblas
listo para encender su cartucho de azufre y mostrarse a los que se
aproximaban cuando súbitamente, a la luz de una antorcha nacida de la
nada, vio emerger la imagen peluda, armada de negros cuernos y larga
cola, del auténtico Satanás. No se reponía todavía de la sorpresa cuando
experimento en las posaderas la mordedura de un fuego que le quemaba
las entrañas, y que no era más que un tizón al rojo vivo que
diestramente acababa de aplicarle en esa región uno de los pescadores;
pues ya supondrá el lector que los sanfrancisqueños eran los autores del
contraataque diabluno. Presa de un pánico indescriptible, el
cavernícola sólo atinó a decir: -¡Jesús, el diablo quiere llevarme!-; y,
profiriendo aullidos demoníacos, emprendió velocísima carrera,
comparados con la cual los récords olímpicos no son sino juegos de
niños.
<br /><br />
A la noche siguiente, los pescadores se apostaron en el callejón, y,
aunque montaron guardia hasta el alba, el diablo no apareció por ningún
lado. Sin embargo, al poco tiempo de la vergonzosa retirada del
adversario, se averiguó que un prominente personaje de la localidad se
debatía entre la vida y la muerte a causa de una extraña y repentina
enfermedad que, en forma de llagas, se le manifestó en los glúteos,
aparentemente producidas por quemaduras profundas. El individuo sanó
porque, según opinión del vulgo, se arrepintió de sus culpas y donó a
una institución par pobres un lote de joyas, entre las cuales muchos
creyeron reconocer las que ofrecieron al diablo junto al árbol.
<br /><br />
Así fue ahuyentado el Angel Malo de su madriguera de San Martín. Y
solamente quedó como recuerdo de los sucesos acaecidos el sugestivo
nombre de Callejón del Diablo con que se designó durante largos años al
siniestro recoveco antes de que, con el avance de la urbanización,
desapareciera definitivamente de la red de vías pintorescas de la
ciudad. </span></span></b></div>
</div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-42623629918714743132013-08-15T11:49:00.000-07:002013-08-15T11:49:00.240-07:00Jugué Kimbomba<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;">Así como ves, tengo tantas ganas de volver a jugar kimbomba, tengo ya
mucho tiempo sin jugar. Por eso cuando paso por donde están jugando me
dan ganas de entrarle, aunque quiera no puedo, porque en casa me
dijeron: El día que te vea jugar kimbomba te castigaré. Es necesario a
que espere a que sane la herida de mi frente para que pueda jugar de
nuevo.
<br /><br />
El día de ayer casi me ven jugar. Gracias a un aviso oportuno de
que mi padre se acercaba me dio tiempo de sentarme como espectador, el
me miró de reojo y me dijo que vaya a comer. Mi padre es bueno porque
cuando estoy sano me invita a jugar. En ocasiones cuando regresa de
trabajar, sino está muy cansado él me dice que juguemos aunque esto no
es a diario.
<br /><br />
El día que me rajaron la frente se enojo bastante conmigo. Mientras
me curaban él me regañaba. Entre la curación y los regaños no pude
distinguir que era lo que más me dolía. Acércate y mira, no te engaño,
acéchalo. ¿Cómo lo viste?...¿Es grande?...Ni me preguntes...me bañe con
mi sangre, toda mi ropa se manchó. ¿Te gustaría saber cómo sucedió? Te
platicaré este doloroso accidente:
<br /><br />
Todo comenzó cuando fui a comprar una kimbomba a P'iti Tuch, tome
mi juguete y me fui a la casa, justo cuando iba yo entrando, mi hermano
que llegaba de la escuela.
<br /><br />
¿Te gustaría jugar kimbombá?, lleva tus útiles y no tardes en regresar para que comencemos.
<br /><br />
Pasamos un gran rato jugando bajo la sombra de la ceiba que se encuentra
enfrente de mi casa. Te digo que tardamos jugando, porque mi madre nos
habló dos veces para ir a comer, la tercera vez no recuerdo haberlo
escuchado, ni como llegue a mi vieja hamaca.
<br /><br />
Hay algo que no olvidaré jamás: el momento en que vi venir hacia mí
la kimbomba, conforme se iba acercando la veía más grande, al mismo
tiempo que levantaba las manos para atraparla, sin embargo no pude
hacerlo. Sólo recuerdo que cruzó como rayo entre mis manos y se estrello
en mi frente, entonces comencé a sentir lo caliente de mi sangre que
corría en mi cara. Además creo que mi grito se escuchó en todo el
pueblo. Como un sueño, recuerdo como se me obscureció la vista y luego
me desplomé.
<br /><br />
Para cuando desperté estaba en mi vieja hamaca y me estaban curando
</span></span></b></div>
</div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-1511059341918143762013-08-12T11:48:00.000-07:002013-08-12T11:48:00.567-07:00El Venado Descuidado<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;">Para la época de la sequía escasea el agua en el monte y no hay maleza
para que los animales coman. Esta narración nos habla de lo que le
aconteció a un venado, precisamente en una época de sequía.
<br /><br />
Cierta ocasión que el venado andaba comiendo la poca hierba que quedaba,
de pronto se dió cuenta que ya no quedaba ni una sola mata con qué
alimentarse. Eso lo puso muy pensativo porque no sabía que hacer para
poder alimentarse. En eso estaba cuando llegó una urraca y se posó en la
mata de k'aniste' y el venado le dijo:
<br /><br />
-Oye urraca, veo que estás muy contenta, parece que no te preocupa el comer o no.
<br /><br />
Entonces la urraca le contestó:
<br /><br />
-De qué me voy a preocupar si todos los días tengo que comer en la milpa
o en cualquier otro lugar. Y tú... ¿no tienes en dónde comer?
<br /><br />
-Yo no tengo en donde comer ni una sola hierba, creo que si tarda mucho
esta situación me voy a morir en estos días, porque no se en donde
encontrar una milpa. Pero dime ¿tú de qué te alimentas?.
<br /><br />
-Yo como elote, gusanos y el fruto del k'aniste'.
<br /><br />
-Si quieres ir a comer frijol, elote, calabaza u otras cosas, te puedo enseñar dónde queda una milpa.
<br /><br />
-Pues vamos a que me enseñes dónde queda la milpa- dijo el venado.
<br /><br />
-Vamos, muévete, tu me dijiste que te estás muriendo de hambre.
<br /><br />
La urraca y el venado comenzaron a dirigirse a la milpa. Cuando llegaron la urraca dijo:
<br /><br />
-Allá está, ya llegamos todo eso que ves lo puedes comer, nada más que
no te vayas a descuidar, no te vayas a tardar, cuando veas que va a
anochecer sales, porque de quedarte puede te puede cazar el dueño de la
milpa.
<br /><br />
Apenas dijo eso la urraca y emprendió el vuelo.
<br /><br />
Pasó un mes de estar comiendo en la milpa, el venado comenzó a confiar demasiado.
<br /><br />
Un día de esos que venía el dueño de la milpa, descubrió las huellas del
venado y entonces pensó que el le estaba comiendo sus elotes y dijo:
<br /><br />
El venado está acabando con mis elotes, aquí están sus huellas, más tarde vendré a cazarlo.
<br /><br />
Así lo hizo el milpero, cuando regresó, colgó su hamaca en las ramas de
un árbol que estaba precisamente por donde cruzaba el venado y se subió a
acostarse. Mientras estaba acostado prendió un cigarro para ver la
dirección del viento. Una vez que se cercioró que no lo iban a olfatear
se dispuso a esperar pacientemente.
<br /><br />
De pronto "pa' aw" a lo lejos se escucho un disparo.
<br /><br />
La urraca que andaba cerca del lugar, al escuchar el disparo dijo:
<br /><br />
-Te advertí que no te descuidaras porque te podrían disparar. No te mato
la falta de comida en la sequía, pero una bala acabó con tu vida.
<<br /><br />
Cuando pasé por ahí estaban asando la carne del venado y la pobre urraca estaba llorando la muerte de su amigo.
</span></span></b></div>
</div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-70011224966193241512013-08-09T11:47:00.000-07:002013-08-09T11:47:00.577-07:00Dormir en Casa Ajena<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><b>Son las diez de la noche y los fantasmas corren hacia los muros, por
paredes y puertas trepan para untarse a las vigas del techo. Sombras
silbantes son que bailan próximos de la hamaca donde esperas la
bendición del sueño, en una habitación cerrada en la que tu abuela,
cerca, habla a Dios y a María y a los muertos. Ya oyes alejarse su
interminable rezo, lento como un recuerdo del mar, al retirarse desde
las arenas.
<br /><br />
Intranquilo quieres dormir y no puedes, los minutos se alargan
mientras das vueltas entre sábanas. De afuera llega lastimero el ladrido
de un perro callejero, maullan gatos por el cobertizo como si llorara
un niño muy pequeño, y una mariposa oscura, merodeando la veladora, se
agiganta en la puerta.
<br /><br />
Cerrar los ojos, guarecerse bajo la colcha mágica basta apenas.
Cómo deseas que amanezca, que aclare pronto para ver a los primos y
sudar juntos en el enorme patio, jugando hasta que vuelva tu madre por
ti. ¿Y si no viene?
<br /><br />
"Vendrá", te dices queriendo creerlo, mientras el árbol de huano
rasca con sus ramas el alto techo de láminas de zinc. Quieres llorar
entonces, pero siempre vergüenza. ¿Faltará poco para que aclare?
<br /><br />
No crees haberte dormido, pero cuando abres los ojos hay calma y no
se escucha nada extraño, salvo la respiración entrecortada de abuela.
Parece que debes ir a orinar ahora. Te levantas despacio mas tu paso
vacila unos metros delante pues en el corredor sin luz hay misteriosos
ojos suspendidos en lo negro, ascuas son de jaguar en casa a obscuras,
"figuraciones", afirmas, dándote valor, pero no lo piensas mucho:
desistes.
<br /><br />
No es el canto de los pájaros llegando desde los póstigos de la
ventana, ni el aire fresco y nuevo lo que te despierta, sino un sonido
aromado, el del batir de chocolate que proviene espumosamente desde la
cocina, y el olor del pan que se calienta sobre el brasero. Sonríes. La
abuela te espera ya con su mesa de asombros. Es de día por fín y ahora
sí la diversión empieza.
</b></span></span></div>
</div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-15499653303803487602013-08-06T11:46:00.000-07:002013-08-06T11:46:00.284-07:00El Carbonero Pobre<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Verdana,sans-serif;">Existió una vez un hombre demasiado pobre que se dedicaba sólo a vender
carbón para ganarse la vida. Diariamente iba a quemar carbón para
venderlo. Un día comenzó a pensar:
<br /><br />
-¿No dicen que existe el diablo? Si de verdad existe que venga a darme
dinero para que deje de andar chingándome quemando carbón.
<br /><br />
Se acostumbró a decir lo mismo todos los días cuando iba a su trabajo.
Hasta que un día llegando de trabajar, se encontró con el diablo, ya
entraba la noche y le dijo:
<br /><br />
-¿Qué quieres? Hace tiempo que me estás llamando. Vine a ver qué deseas.
<br /><br />
-Nada, yo no te estoy llamando.
<br /><br />
-No eres tú el que dice diariamente: "si existe el diablo que venga para que yo lo conozca". Pues yo soy, ¿qué quieres?
<br /><br />
-Aunque sea veinte mil pesos para que yo gaste.
<br /><br />
-Está bien, y no sólo esto te puedo dar, sino todo lo que tú quieras,
pero tienes que trabajar con este dinero durante veinte años y en ese
tiempo te vengo a buscar.
<br /><br />
-Pues bien, hicieron los documentos del dinero que le habían
entregado y regresó el carbonero a su casa. Al llegar tiró a la basura
todos sus utensilios de trabajo. Estableció una tienda y empezó a
vender; le iba muy bien con su venta.
<br /><br />
Apenas abrió la gran tienda comenzó a ir una viejita a pedir limosna.
Diariamente, al cerrar, le daba pan, azúcar y chocolate a la anciana. Le
estaba yendo muy bien, pero se dio cuenta de que se acercaba el día en
que el diablo se lo llevaría y él ya no quería irse: ya sólo faltaba un
día para que se lo llevaran y se puso a llorar. Llorando estaba cuando
la viejita le preguntó:
<br /><br />
-Nieto, ¿qué te pasa?
<br /><br />
-Nada, abuela.
<br /><br />
-¿Por qué lloras entonces?
<br /><br />
-Es inútil que yo te lo diga.
<br /><br />
-Dímelo, para que yo sepa si te puedo ayudar o no.
<br /><br />
-El dinero con el que puse mi tienda no es mío, es dinero del diablo,
pero me lo dio para que yo le trabajara y a los veinte años vendría a
buscarme y ya llegó el día, por eso estoy llorando, no quiero ir.
<br /><br />
-No llores, no voy a permitir que te lleve. ¿Cuándo te viene a buscar?
<br /><br />
-Mañana.
<br /><br />
-Muy bien, pues cuando venga no le contestes, deja que hable muchas
veces y cuando te fastidie le dices: diablo, no me molestes porque te
voy a aporrear mi picha en tu cara. Y cuando te pregunte ¿por qué te
molestas?, no le contestes -le dijo la anciana.
<br /><br />
Cuando amaneció fue la viejita a sentarse en la puerta de la tienda y
esperaron a que llegara el diablo. Al poco rato vieron que entraba el
diablo y dijo:
<br /><br />
-Vamos, te vine a buscar.
<br /><br />
-No voy, haz el favor de irte y no me molestes porque si no te aporreo la cara con mi picha.
<br /><br />
Como el diablo no sabía qué era la picha, le preguntó a la viejita.
<br /><br />
-Señora, ¿qué es la picha que dice este señor que va a aporrearme en la cara?
<br /><br />
-¡Cómo que la picha, sinvergüenza, santa picha! No sabes que es algo muy
malo también. A mí desde niña me hizo daño y hasta ahora no sano.
<br /><br />
Entonces la viejita se alzó el vestido, abrió las piernas y vio el
diablo qué fea estaba aquella cosa que tenía entre sus piernas y le
dijo:
<br /><br />
-¿Y esa es la picha que dice este señor que va a aporrearme en la cara?
¡Qué horrible me va a quedar la cara! No, mejor que se quede con todo él
dinero, no quiero que me haga daño como te ha hecho a ti. Dile que se
quede con todo, yo ya me voy.
<br /><br />
Asustaron al diablo. La anciana estaba muy contenta porque el diablo le
dejó el dinero al tendero y no se lo llevó.
Cuando pasé por la tienda, allá estaba sentada la vieja y el tendero, se
estaban riendo de cómo habían asustado al diablo. El tendero, para
demostrarle su agradecimiento a la anciana, le dijo que se pasara a
vivir con él y hasta ahora viven muy felices.
</span></span></b></div>
</div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-15575685743212134632013-08-03T11:44:00.000-07:002013-08-03T11:44:00.934-07:00El Mono<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-size: large;">Existió un mono que vivía con un hombre muy rico, todo lo que hacía él
lo hacia también el mono. Un día, el mono agarró su escoba y comenzó a
barrer, porque vio que su amo todos los días barría. Otro día vio que se
estaba rasurando su amo y pensó:
<br /><br />
-A mí también me podrían cortar el pelo como se lo cortan a mi amo, solamente que yo no tengo dinero.
<br /><br />
Cuando amaneció comenzó a barrer. Mientras barría encontró un centavo y dijo:
<br /><br />
-Con este dinero me podrán pelar, pero tendré que guardarlo hasta que me complete.
<br /><br />
Otro día encontró cinco centavos más y dijo:
<br /><br />
-Con esto se completa el valor de mi pelada, ya tengo medio real.
<br /><br />
Otro día encontró otros cinco centavos y dijo:
<br /><br />
-Me falta un centavo para completar el valor de mi pelada.
<br /><br />
Guardó el centavo que encontró y al otro día encontró el centavo que le
faltaba. Apenas terminó de barrer fue corriendo a ver al peluquero y
le dijo:
<br /><br />
-Señor peluquero, ¿podría cortarme los pelos de la cabeza?
<br /><br />
-Está bien -dijo el peluquero- siéntate.
<br /><br />
Entonces se sentó el mono y comenzaron a peinarle la cabeza, y el peluquero le dijo:
<br /><br />
-Oye mono, ¡qué te voy a cortar! ¿No estás viendo que no tienes pelos en la cabeza?
<br /><br />
-¡Caramba! Si no tengo nada en la cabeza para que me cortes, córtame los pelos de la cola entonces -dijo el mono.
<br /><br />
Le agarraron la cola y se la peluquearon. Cuando terminaron de afeitarlo
salió corriendo y se fue; hasta tenía parada la cola como una vela
blanca. Entonces ya se había alejado, cuando regresó a pedir los pelos
de su cola.
<br /><br />
-No me llevé los pelos de mi cola -dijo el mono.
<br /><br />
Estaba acostumbrado a ver que siempre así lo hacía su amo, por eso
regresó a pedir los suyos. Apenas llegó se los pidió al peluquero:
<br /><br />
-Vine a buscar los pelos de mi cabeza.
<br /><br />
-Pero mono, porque no me dijiste que te los ibas a llevar ya los revolví con el resto de los demás pelos -le dijo.
<br /><br />
-Dame los pelos de mi cabeza, si no, te quito tu navaja.
<br /><br />
Cuando dijo eso, agarró la navaja del peluquero y se fue corriendo.
Cuando llegó junto a un carnicero que estaba despellejando a un toro con
un machete viejo, le dijo:
<br /><br />
-Señor carnicero, ¿por qué despelleja al ganado con esa cosa vieja?, aquí tiene un cuchillo mejor, pélelo con ello.
<br /><br />
-Se va a quebrar.
<br /><br />
-Si se quiebra, qué importa, al fin y al cabo es mío -dijo el mono.
<br /><br />
-Dámelo entonces.
<br /><br />
-Regresaré a buscarlo cuando termine de trabajar.
<br /><br />
Y se fue. Cuando llegó a la casa de su amo, no le preguntaron de dónde
venía. Al anochecer regresó corriendo a buscar la navaja que le había
dejado al matador. Al llegar le dijo:
<br /><br />
-Vine a buscar lo que le dejé.
<br /><br />
-Mono, ¡pues no te dije que se iba a quebrar!, pues se quebró, no puedo devolvértela.
<br /><br />
-Si no me la da, me llevo a su hija.
<br /><br />
Eso estaba diciendo cuando arrebató a la muchacha y se fue con ella. Cuando llegó al final del pueblo, le dijo a un hombre:
<br /><br />
-Voy a encomendarte a esta muchacha.
<br /><br />
-Cómo vas a creer, yo no la conozco. Y qué tal si se me escapa y regresa a su casa.
<br /><br />
-Si se escapa, qué importa, total es mía. La vas a recibir, si o no.
<br /><br />
-Está bien, si piensas que no se va a ir, déjala -dijo el hombre al mono.
<br /><br />
La dejó y regresó a la casa de su amo. En la noche fue a buscar a la muchacha, cuando llegó le dijeron:
<br /><br />
-No te lo dije, mono, se escapó la muchacha.
<br /><br />
-Tienes que entregármela, si no me la entregas, me llevo tu guitarra.
<br /><br />
Cuando dijo eso ya tenía agarrada la guitarra y salió corriendo con
ella. Fue enfrente de una casa vieja; luego se subió y se sentó sobre
una albarrada a punto de desplomarse y comenzó a tocar:
<br /><br />
-Chíinki, chirinki, pan de manteca guita, guita, guitarrón -cantaba el mono.
<br /><br />
Estaba cantando cuando pasó un hombre y le dijo:
<br /><br />
-Oye mono, te va a llevar el diablo, vas a ver cómo se va a derrumbar la albarrada sobre ti.
<br /><br />
-Qué me importa. Chíinki, chirinki, pan de manteca, guita, guita, guitarrón -seguía cantando.
<br /><br />
Eso estaba haciendo cuando se desplomó la albarrada sobre él, pobre mono ahí se quedó aplastado debajo de las piedras.
<br /><br />
Cuando pasé temprano, estaban desalojando las piedras de la albarrada que estaban sobre del mono para que lo pudieran sacar
</span></b></div>
</div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-30689402723769055162013-07-31T11:35:00.000-07:002013-07-31T11:35:00.573-07:00El Hombre del Pene Pequeño<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: large;">Existió una vez un muchacho huérfano de madre. Al crecer andaba vagando
por el pueblo. Cuando llegó a la juventud se casó con una muchacha muy
bonita, pero cuando quiso tener relaciones sexuales con ella, no pudo
porque tenía el pene muy pequeño. La mujer se fastidió de su marido y lo
corrió de su casa a pedradas.
<br /><br />
Para qué diablos quiero a un hombre que no sirve para nada -decía su mujer.
<br /><br />
El muchacho comenzó a andar por el pueblo llorando. Hasta que un día vio a una vieja que le preguntó:
<br /><br />
¿Por qué estás llorando?
<br /><br />
Es inútil que te lo diga, tú no puedes hacer nada por mí -le dijo.
<br /><br />
Dímelo, para que yo vea si puedo ayudarte.
<br /><br />
Ay abuela, me casé, pero no pude tener relación sexual con mi esposa porque tengo el pene muy pequeño.
<br /><br />
¿Y por eso estás llorando?
<br /><br />
Sí, por eso -contestó el hombre.
<br /><br />
Pues no sigas llorando, te voy a ayudar. Aquí tienes un anillo, póntelo
en la mano y cuando quieras estar con tu esposa, alzas la mano una vez y
crecerá tu pene una cuarta y con ello tendrás para satisfacerla.
<br /><br />
Se puso el anillo en la mano y volvió con su esposa. Cuando llegó, golpeó la puerta:
<br /><br />
¿Quién es?
<br /><br />
Yo soy -dijo él.
<br /><br />
Para qué diablos quiero a un hombre que no tiene nada.
<br /><br />
Abreme la puerta para que te demuestre que sí te puedo satisfacer.
<br /><br />
Entonces su esposa lo dejó pasar. Apenas entró comenzó a jugar con ella.
En eso, le hizo el amor y ella sintió que su marido lo tenía muy bueno.
Al amanecer su mujer le sancochó gallina para que coma. Estaba muy
contenta porque ya habían hecho lo que tanto deseaban.
<br /><br />
Al día siguiente se fue el señor a su milpa, pero se quitó el anillo de
la mano y lo dejó allí donde se sentó a descansar un rato. Cuando se fue
de aquel lugar olvidó el anillo; unos instantes después llegó un cura y
se sentó en la sombra, de pronto vio el anillo, lo agarró y se lo
colocó en el dedo. Al llegar a la iglesia se puso su sotana y salió a
celebrar la misa. Apenas llegó al altar, extendió sus manos para decir:
<br /><br />
Dominus Vobiscum.
<br /><br />
Cuando alzó las manos el sacerdote enseguida le creció el pene. Lo
sintió raro porque apenas alzaba la mano sentía que se agrandaba más. Ni
siquiera la misa acabó de oficiar cuando entró y se quitó la sotana.
Llamó a su ayudante y lo mandó a buscar a un doctor para que lo viera.
Mientras alzaba sus manos hacia arriba, decía:
<br /><br />
¡Dios mío, qué me estará pasando!
<br /><br />
Se daba cuenta que las veces que alzaba sus manos se le alargaba su pene. Al poco rato llegó el doctor y le preguntó:
<br /><br />
¿Qué le pasa, señor cura?
<br /><br />
Te mandé llamar para que me cortes esta cosa que me ha crecido mucho.
<br /><br />
No se la puedo cortar porque se podría morir.
<br /><br />
Pues se fastidió de que nadie podía curarlo y mandó llamar al carpintero.
<br /><br />
Cuando llegó el carpintero preguntó :
<br /><br />
Señor cura, ¿qué madera voy a cortar?
<br /><br />
Esto -le dijo el padre.
<br /><br />
¡Pues no puedo cortárselo! -dio la media vuelta el carpintero y se fue.
<br /><br />
Cuando regresó el marido a su casa se dio cuenta de que no tenía el
anillo en su mano, pero se enteró de lo que le estaba ocurriendo al cura
y pensó:
<br /><br />
Eso que le pasa al señor cura es por el anillo que tiene puesto en su mano por eso le crece mucho el pene.
<br /><br />
Entonces fue a verlo. Cuando llegó le pidió el anillo.
<br /><br />
Padre, déme el anillo para que yo le pueda curar.
<br /><br />
No sólo el anillo te voy a dar, hasta esta cosa.
<br /><br />
Entrégueme el anillo para que yo pueda curarlo.
<br /><br />
Aquí tienes.
<br /><br />
Apenas le entregó el anillo al señor, éste le agarró al señor cura su pene que estaba amontonado como soga y empezó a decir:
<br /><br />
A la una, a las dos; a la una, a las dos.
<br /><br />
Eso decía el señor, cuando el cura vio que ya le estaba quedando el pene muy corto y le dijo al hombre:
<br /><br />
Déjame aunque sea una cuarta.
<br /><br />
Pero el señor no lo oyó y por eso siguió diciendo:
<br /><br />
A la una, a las dos. A la una, a las dos.
<br /><br />
Eso decía cuando de pronto vio el señor cura ya había desaparecido todo
su pene. Se puso muy triste porque ya no tenía nada para demostrar que
era hombre. Cuando pasé hace poco por la sacristía allí estaba el cura,
sentado llorando.
</span></span></b></div>
</div>
JKhttp://www.blogger.com/profile/03155529366784284136noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2151956074088241048.post-80381319920763862472013-07-28T11:33:00.001-07:002013-07-28T11:33:10.049-07:00El Conejo, La Luciernaga, La Rana y El Raton<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: large;"><b>Existieron una vez un conejo, una luciérnaga, un ratón y una rana. Como
era el tiempo de nortes y había mucha lluvia, Juan, el conejo, encontró
una piedra, se subió en ella y se acurrucó. Entonces la luciérnaga, el
ratón y la rana se reunieron y comenzaron a pensar de qué manera iban a
quitar al conejo, Juan, de la piedra. Dijeron que lo iban a asustar para
que se les quedara la piedra a ellos. Primero mandaron a la rana a que
pasara corriendo cerca de él y lo asustara, pero Juan al verla pasar,
dijo:
<br /><br />
-¿Qué diablos es lo que ha pasado por aquí? ni calzón tiene y ya se va.
<br /><br />
Cuando regresó la rana con la luciérnaga le preguntaron:
<br /><br />
-¿Qué te dijo Juan?
<br /><br />
-Me dijo muchas cosas. Cuando vio que yo pasaba corriendo, dijo: ¿Qué
diablos será eso que se va?, ni calzón tiene. ¡Qué horrible está!
<br /><br />
Luego le dijeron al ratón: ve tú y quítalo de ahí, porque si no, creo que nos vamos a morir dentro de esta agua fría.
<br /><br />
Pues bien, se fue el ratón con la cola bien parada y pasó corriendo muy cerca de Juan, entonces éste dijo:
<br /><br />
-¡Que cosa más fea es eso que se va!, hasta parece que le tienen clavado un palo en el trasero.
<br /><br />
El ratón se fue inmediatamente con la luciérnaga, al llegar le preguntó:
<br /><br />
-¿Qué te dijo Juan?
<br /><br />
-No se quitó de la piedra, sólo me dijo muchas cosas. Me dijo: ¡Qué cosa
más fea se está yendo! parece que le tienen metido un palo en el
trasero.
<br /><br />
-Bueno, pues ahora yo voy y verán ustedes cómo lo voy a quitar de donde está -dijo la luciérnaga.
<br /><br />
La luciérnaga se fue, al llegar se agachó muy cerca de Juan y éste
comenzó a persignarse pues pensó que la su luz era un rayo que le iba a
pegar. Luego la luciérnaga se acercó aún más y encendió más su luz, Juan
seguía persignándose con rapidez y la luz de la luciérnaga seguía
intermitente. Entonces fue cuando el conejo se quitó de la piedra y se
echó a correr, pues tuvo miedo que le pegara un rayo. La luciérnaga fue
entonces a llamar a la rana y al ratón y se subieron a la piedra de
donde habían quitado a Juan.
<br /><br />
Mientras tanto, el pobre conejo se tiró al agua y fue a buscar un lugar
donde poder estar. Tuvo miedo porque pensó que el dios de la lluvia le
iba a pegar un rayo y después de todo sólo lo habían engañado.
<br /><br />
Cuando pasé por ahí vi a la luciérnaga, al ratón y a la rana riéndose.
Estaban muy contentos porque habían quitado al pobre Juan de su piedra.
Consiguieron que se tirara al agua y le hicieron pasar muchas
penalidades.
</b></span></span></div>
</div>
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