domingo, 24 de abril de 2016

Leyenda Inca: Huarcuna

El hijo del Sol, Túpac Yupanqui, "el Hombre de todas las virtudes", como lo llamaron los Huravicus (hombres del saber) de Cuzco, celebraba su victoria sobre la indomable tribu de los Pachis.

Todo el imperio estaba ahí para festejar su triunfo.

Pero un suceso nefasto se produjo: el cóndor de las alas gigantescas, cobardemente herido y sin fuerzas, cayó de la montaña más alta de los Andes, tiñendo la nieve con su sangre.

El Gran Sacerdote, viéndolo morir, anunció que se aproximaba el fin del reinado de Manco Capac, primer Inca fundador del Imperio; que otras gentes vendrían con inmensas piraguas para imponer su religión y sus leyes.

Pero ese día la fiesta continuó.

Se hizo venir a una bonita cautiva que iba a ser entregada al Inca. Su corazón estaba lleno de amargura porque había sido alejada del ser que ella amaba y se la obligaba a cantar alabanzas al vencedor.

De repente, ella se puso a temblar viendo que su novio se encontraba allí, también prisionero del Inca.

La noche comenzó a caer sobre las montañas, y la corte real se detuvo en Izcuchaca.

De pronto la alarma cundió en el campamento.
La bonita cautiva, la joven mujer destinada al serrallo del Inca, fue sorprendida huyendo con su amante, a quien mataron al defenderla.
Tupac Yupanqui ordenó la muerte para la esclava infiel. Y es con alegría que ella escuchó la sentencia, deseando más que nada en el mundo reunirse con el amante de su corazón y porque ella sabía que la tierra no era la patria del amor eterno.

Desde entonces, en el lugar donde fue inmolada la cautiva, sobre el Palla Huarcuna situado en la cadena de montañas entre Izcuchaca y Huaynanpuquio, se puede ver una roca que tiene la forma de una india con un collar alrededor del cuello y un turbante de plumas sobre la cabeza. Se afirma que nadie puede pasar la noche en el Palla Huarcuna sin ser devorado por el fantasma de piedra.

sábado, 16 de abril de 2016

Leyenda Inca: Los Hermanos Ayar

Sobre la montaña Pacaritambo (doce leguas al noroeste de Cuzco) aparecieron los hermanos Ayar, después del gran diluvio que había desvastado todo.

De la montaña llamada "Tampu Tocco" partieron cuatro hombres y cuatro mujeres jóvenes, hermanas y esposas de ellos a la vez.

Eran Ayar Manco y su mujer Mama Ocllo; Ayar Cachi y Mama Cora; Ayar Uchu y Mama Rahua y finalmente, Ayar Auca y su esposa Mama Huaco.
Viendo el estado de las tierras y la pobreza de la gente, los cuatro hombres decidieron buscar un lugar más fértil y próspero para instalarse. Llevaron con ellos a los miembros de diez Ayllus (organización inca que agrupaba diez familias) y se dirigieron hacia el sudeste.

Pero un primer altercado se produjo entre Ayar Cachi, un hombre fuerte y valiente, y los demás. Sus hermanos lo celaban y quisieron matarlo. Con ese plan, le ordenaron volver a las cavernas de Pacarina (se llama así, en quechua, al lugar de los orígenes) a buscar semillas y agua.

Ayar Cachi entró en la caverna de Capac Tocco (ventana principal de la montaña "Tampu Tocco") y el sirviente que lo acompañaba cerró con una gran piedra la puerta de entrada... Ayar Cachi jamás pudo salir de allí.

Los siete hermanos y hermanas restantes, seguidos de los ayllus, prosiguieron su camino y llegaron al monte Huanacauri, donde descubrieron un gran ídolo de piedra con el mismo nombre. Llenos de respeto y de temor frente a este ídolo, entraron al lugar donde se lo adoraba.

Ayar Uchu saltó sobre la espalda de la estatua y quedó enseguida petrificado, haciendo parte en delante de la escultura.

Aconsejó a sus hermanos de seguir el viaje y les pidió que se celebre en su memoria la ceremonia del Huarachico, o "iniciación de los jóvenes".


En el curso del viaje Ayar Auca fue también convertido en estatua de piedra, en la Pampa del Sol. Ayar Manco, acompañado por sus cuatro hermanas, llegó a Cuzco donde encontró buenas tierras; su bastón se hundió con facilidad pero no pudo retirarlo sin esfuerzos, lo cual era una buena señal. Entusiasmados conr el lugar decidieron quedarse allí.

Ayar Manco fundó entonces una ciudad, en nombre del creador Viracocha y en nombre del Sol. Esta ciudad fue Cuzco (ombligo, en quechua), la capital del Tahuantinsuyo (imperio de las cuatro provincias).

viernes, 8 de abril de 2016

Leyenda Inca: Manco Capac

En las tierras que se encuentran al norte del lago Titicaca, unos hombres vivían como bestias feroces.

No tenían religión, ni justicia, ni ciudades. Estos seres no sabían cultivar la tierra y vivían desnudos. Se refugiaban en cavernas y se alimentaban de plantas, de bayas salvajes y de carne cruda.

Inti, el dios Sol, decidió que había que civilizar estos seres. Le pidió a su hijo Ayar Manco y a su hija Mama Ocllo descender sobre la tierra para construir un gran imperio.

Ellos enseñarían a los hombres las reglas de la vida civilizada y a venerar su dios creador, el Sol.

Pero antes, Ayar Manco y Mama Ocllo debían fundar una capital.

Inti les confía un bastón de oro diciéndoles esto:
- Desde el gran lago, adonde llegarán, marchen hacia el norte. Cada vez que se detengan para comer o dormir, planten este bastón de oro en el suelo. Allí donde se hunda sin el menor esfuerzo, ustedes construirán Cuzco y dirigirán el Imperio del sol.

La mañana siguiente, Ayar Manco y Mama Ocllo aparecieron entre las aguas del lago Titicaca. La riqueza de sus vestimentas y el brillo de sus joyas hicieron pronto comprender a los hombres que ellos eran dioses. Temerosos, los hombres los siguieron a escondidas.

Ayar Manco y Mama Ocllo se pusieron en marcha hacia el norte. Los días pasaron sin que el bastón de oro se hundiera en el suelo.

Una mañana, al llegar a un bello valle rodeado de montañas majestuosas, el bastón de oro se hundió dulcemente en el suelo. Era ahí que había que construir Cuzco, el "ombligo" del mundo, la capital del Imperio del Sol.

Ayar Manco se dirigió a los hombres que los rodeaban y comenzó a enseñarles a cultivar la tierra, a cazar, a construir casas, etc...

Mama Ocllo se dirigió a las mujeres y les enseñó a tejer la lana de las llamas para fabricar vestimentas. Les enseñó también a cocinar y a ocuparse de la casa...

Es así que Ayar Manco, devenido Manco Capac, en compañía de su hermana Mama Ocllo se sentó en el trono del nuevo Imperio del Sol. A partir de este día, todos los emperadores Incas, descendientes de Manco Capac, gobernaron su imperio con su hermana devenida en esposa.