sábado, 29 de agosto de 2009

La panza rabiosa (escritor chileno)



El día había amanecido hermoso. Ninguna nube se apreciaba en el cielo. Las flores abrían sus pétalos y las aves tocaban sus acostumbrados canticos mañaneros. De repente las aves se quedaron calladas. Tarandón había irrumpido en el valle. Por varios minutos olisqueó el suelo de un lado a otro. De pronto se quedó quieto, igual como una roca. Sin mover un musculo observaba a tres ardillas que jugaban animadamente. El zorro las miraba indeciso. Nunca en su vida había comido a una ardilla. Detestaba su esponjosa cola y sus movimientos nerviosos. Pero otra cosa era estar con hambre. Un hambre tan voraz que había convertido a su pacífica panza en una panza rabiosa.

“¿Qué esperas zorro orejón? ¡Salta y atrapa a una! ¡No te das cuenta que tengo hambre!”, dijo la odiosa panza aguijoneándolo con el cuchillo y el tenedor.
Obedeciendo a su enojosa panza el zorro se agazapó tras un arbusto y se preparó para emboscar a las ardillas.

“¡Vamos, caza de una vez! No he probado bocados en días”, chilló la impaciente panza haciendo sonar sus tripas en forma ruidosa.

“¡Groooiiiuuuurr, groooiiiuuuurr!”

Tomando impulso Tarandón dio un tremendo brinco y se abalanzó sobre las ardillas. Pero los animalitos no se dejaron sorprender. Apenas divisaron al zorro corrieron raudas a refugiarse a un fornido roble.
Mientras trataba de hacer callar a su panza por la perdida de tan jugosas presas, Tarandón divisó a una ardilla de pelaje rojizo que recogía distraídamente bellotas en una hondonada.
“Hazlo bien, que no huya esta vez”, le aconsejó la panza.

“¡Cállate, que sé hacer mi trabajo!”

Tarandón se puso en posición. Sigilosamente se fue aproximando al descuidado animalito. Cuando se encontraba lo bastante cerca dio un tremendo brinco y calló sobre la desprevenida ardilla.
“¡Esoooo! ¡Así se hace!”, gritó eufórica la panza rabiosa.

Pero al levantar las zarpas el zorro sólo encontró una rama seca. La ardilla se le había escabullido en el último momento.
“¿Dónde está? ¿Dónde está?”, decía mirando a todos lados.
“¡Cerca del arbusto!”, alertó la panza. “¡Síguela, síguela!…Y esta vez no la dejes escapar”.
Por un buen rato el zorro corrió tras la ardilla. Pero por más que trataba de cazarla, el animalito siempre se le escabullía, burlándolo una y otra vez.
“¡Vamos zorrito, no soporto el hambre! ¡Corre más, que no se te escape, que huele deliciosa!”, gritaba eufórica la panza.

De pronto la ardilla se dirigió veloz hacia al roble. Temiendo que se le escapara, Tarandón empezó a correr más de prisa. Y tan a prisa corría que no se dio cuenta cuando la pequeña ardilla trepó al árbol. Cuando quiso frenar ya era tarde, el grueso tronco se le vino encima, impactando su cabeza.
“Zorro, zorro, me oyes! ¿Estás bien?”, chillaba la panza.
Tarandón no escuchaba nada. La cabeza le daba vueltas como un trompo.
Llena de curiosidad la pequeña ardilla se asomó a una rama y miró al zorro.
“Pobrecito, se golpeó la cabezota”, dijo riéndose.
Abajo del árbol la panza chillaba de rabia. Haciendo sobresalir el tenedor y el cuchillo por debajo de la piel amenazó a la burlona ardilla.

“¡Ya vas a ver a quién le va a doler la cabeza cuando me la coma!”
“¡Vete de aquí, panza rabiosa! ¡Aprende a comer tréboles y nueces para que no tengas hambre!”, le gritaban las otras ardillas sacándole la lengua.
“¡Blagh! Jamás comería tréboles, nueces o cualquiera cosa parecida. Esos bocadillos son para animales de segunda categoría. ¡Y tú, zorro estúpido! ¡Levántate de una vez! ¡Sube al árbol y cómete a esa mal educada ardilla!”, decía la panza rabiosa haciendo sonar las tripas.
“¡Groooiiiuuuurr, groooiiiuuuurr!”

A duras penas el zorro se puso de pie. Obedeciendo a su enojona panza comenzó a trepar el roble. Las ardillas quedaron desconcertadas. Asustada veían como Tarandón subía y subía. Ninguna quería imaginar que sucedería si lograba llegar hasta donde ellas estaban.
Dejando a sus confundidas hermanas que chillaban de horror, la pequeña ardilla fue a buscar una bellota y se la arrojó al zorro. Siguiendo el ejemplo las demás ardillas dejaron de lamentarse y fueron a buscar las bellotas que tenían reunidas para el invierno y empezaron a arrojárselas al intruso. Tantas bellotas le lanzaron al pobre zorro que no pudo soportar el incesante bombardeo. Dando un impulso saltó al suelo y corrió a protegerse bajo los arbustos.

“¿Qué haces zorro tonto, zorro estúpido? ¿Acaso no recuerdas las enseñanzas de tu madre? Ella sí que era una buena cazadora. Aún rememoro los estofados de conejo que nos hacía cuando eras cachorro”, suspiró la panza. “¡Y ahora, vuelve a subirte al árbol. Te lo ordeno!”
“¡No quiero volver!”, contestó enfurruñado Tarandón.
“¡Súbete al árbol, te digo!”, ordenó otra vez la panza.
“Te digo que no lo haré, y déjate de ordenarme, panza pulgosa”.
“Te advierto que si no lo haces, llenaré de tantos hoyos tu piel que no te servirá para nada”, amenazó la panza rabiosa aguijoneándolo con el tenedor.

Cansado que su iracunda panza lo aguijoneara, Tarandón recogió algunas bellotas que le habían arrojado las ardillas y comenzó a masticarlas.
“Noooooo… No hagas eeeso querido amiiiigo. Recuerdas cuántas cosas hemos pasado juuuuntos”, dijo asustada la panza rabiosa. “Las bellotas son amaaaargas y duuuuras… Nooooo, no las comas, por favooor… No me nutraasss con alimentooos de segun…da ca… te… go……ri……..a…….”
Poco a poco la panza rabiosa se fue quedando en silencio. Tarandón había dejado de sentir hambre. Y para admiración de las ardillas, que lo miraban asustadas, siguió comiendo bellotas durante toda la mañana, hasta quedar satisfecho.

Las ardillas bajaron a penas el alegre zorro se perdió en la quebrada. Todas se pusieron tristes, algunas se pusieron llorar. No había quedado una sola bellota en el prado. Ni siquiera una chiquita que le sirviera para engatusar a sus pequeñitas pancitas vacías que ya se estaban poniendo rabiosas.

Fin


miércoles, 26 de agosto de 2009

La laguna durmiente (escritor Chileno)

Había una vez un joven pino que vivía en un bosque dominado por elegantes alerces. El árbol se llamaba Eladar y sus ramas siempre eran las elegidas por las aves para armar sus nidos. Por lo que en primavera sus hojas se cubrían de poemas, cantos y arrullos de amor. Cerca del árbol una pequeña laguna durmiente alimentaba con su belleza la flora del lugar. Se llamaba Esmeralda y sus aguas eran tan transparentes que muchas estrellas se acercaban a sus lindes y se quedaban contemplando hasta que el sol marchitaba sus figuras.
Cierta noche, cuando la luna lavaba sus cabellos plateados en la parte más profunda de la laguna, Eladar abrió los párpados y se quedó observando el rostro de Esmeralda. Como era costumbre, muchos sueños flotaban sobre la superficie de la laguna. Sin embargo ninguno era lo suficientemente hermoso para opacar su apacible rostro. Poco a poco el árbol se fue inclinando. Deseaba observarla de más cerca. Junto a su copa, muchas ramas también se inclinaron. El pino no pudo reprimir el impulso de alargar una de sus ramas y acariciar su faz. Pero más que sentir el roce de las aguas sintió cómo si tocara su propio corazón. Su sabia se volvió fría, haciéndole que extraños temblores sacudieran sus hojas. Temeroso de sus sentimientos retiró la rama y trató de erguirse, pero en el momento que lo hacía una suave voz lo retuvo.
“¿Por qué te alejas?”, indicó la laguna.
“Discúlpame bella laguna. Fue un accidente. No quise tocarte con mis ramas”, trató de excusarse el árbol.
“Pero no fue el rose de tus ramas que me despertó”.
“¿Entonces qué fue?
“Fue la tibieza de tu sabia que lo hizo”.
Desde esa noche Esmeralda dejó atrás sus sueños e inició un hermoso romance con Eladar. Por la sabia del pino corrían sonrisas, la que hizo florecer maravillosas flores, que cada tarde, cuando los rayos del sol declinaban en el horizonte, dejaba caer sobre las aguas de la laguna. Esmeralda sonreía al observar los lindos obsequios de su amado. Su sonrisa estaba acompañaba por bellos destellos que enceguecían a quienes la miraban fijamente. Y fue uno de esos destellos que llamó la atención del gran coloso que vivía en las montañas. Era un terrible volcán llamado Llaima, quien se creía el dueño de los valles y el bosque que lo circundaba. El volcán siempre había deseado a la laguna. Por largos siglos esperó que despertara para declararle su amor. Utilizando a negras aves como espías, averiguó con pesar que Esmeralda había iniciado un romance con un árbol que vivía en sus inmediaciones.
La noticia irritó al Llaima. Desde ese momento sus ojos no se movieron del lugar donde habitaba Esmeralda. Con angustia era testigo de los hermosos destellos que brotaban de sus aguas y los murmullos de felicidad que se agitaban en el viento. Poco a poco los celos carcomieron su corazón, invadiéndolo con espesos nubarrones, cargados de truenos y relámpagos. Una tarde unos de sus mensajeros le comunicó de la pronta boda de la laguna con su prometido. La funesta noticia lo cegó de ira. Torrentes de lava hirviente fluyeron desde su corazón y se ramificaron por sus venas. Densas nubes negras brotaron de sus horrorosas fauces y se esparcieron por el diáfano cielo.
A lo lejos, en medio de los preparativos de la boda, Esmeralda y Eladar escucharon aterrados el pavoroso rugido del volcán. En pocos minutos el cielo se cubrió de cenizas y espantosos temblores sacudieron los cimientos de la tierra. Pero eso sólo era el principio, pues Llaima no tardó en arrojar grandes torrentes de lava que se abrieron camino en dirección al bosque. Todo lo que tocaban lo transformaban en llamaradas y muerte.
Ante el avance de la lava el árbol y la laguna se miraron largamente. En sus ojos brotaban lágrimas y palabras de amor inconclusas. Al ver que un río de lava se abría paso en dirección a su amada, el árbol empezó a ladearse. Por más suplicas de Esmeralda, el joven pino continuó con su tarea hasta que se liberó por completo de sus raíces, arrojándose sobre la rivera de la laguna.
Cuando llegó la hiriente lava a los márgenes de la laguna se encontró con un fornido y esbelto tronco que le impedía el paso. Llena de furia, la lava laceró con látigos de fuego la corteza del pino. Pero por más que insistía, ninguna herida era suficientemente nociva para hacerlo desistir. Cansada de la lucha la lava se fue adormeciendo hasta convertirse en roca.
Esmeralda se aproximó al árbol. Gran parte de su corteza estaba quemada. La tibia sabia que acostumbraba a fluir por sus venas había cesado. La laguna socavó la tierra y tomó el cuerpo inerte de Eladar. Lentamente lo fue llevando hasta al fondo donde lo abrazó con sus lágrimas. Dándole la espalda al sol abrió una grieta en su corazón y dejó escapar su alegría. Esmeralda cerró sus párpados y volvió a dormirse. Una extraña niebla cubrió sus aguas. Sus sueños errantes volvieron donde ella, cubriendo sus aguas de extraños espejismos. En uno de los cuales una princesa dormía apaciblemente a los pies de un esbelto pino, mientras cientos de mariposas revoloteaban alrededor de una larga rama que acariciaba el cabello dorado de la bella mujer.

Fin

sábado, 22 de agosto de 2009

Momentos Magicos




El vasito plegable de plástico rojo se abrió como un pequeño acordeón y empezó a saltar de banco en banco. Los chicos, asombrados, dejaron de atender a la maestra, entusiasmados con el vasito que se volvía a llenar una y otra vez de una bebida fresca y riquísima que nadie había probado nunca. Lo bueno era que bebían sin llegar a hartarse nunca, y sin que ni siquiera se les hinchara la panza como les sabía ocurrir cuando tomaban otras bebidas.
La señorita Claudia se asustó mucho cuando lo vio aterrizar en su escritorio sin que se le chorreara una sola gota. Pero no dijo ni palabra, y agarrándolo con cierta crispación apuró de un viaje aquel delicioso líquido. Los chicos gritaron y la aplaudieron.

El vasito rojo era de Sofía. Cuando todos la interrogaron con ojos de asombro, la niña explicó que había sido un regalo de su hada madrina. Nadie se rió ni puso en duda que aquella compañerita pálida y callada, que hablaba con cierta dificultad debido a los alambres que acomodaban sus dientes, pudiera tener un hada madrina.
Sofía hubiera querido conocer a su benefactora, pero le habían dicho que vivía muuuy lejos y que estaba siempre ocupada ayudando a los niños enfermos que languidecen en los hospitales. Sin embargo, dos veces al año – el 6 de enero, día de Reyes, y el 3 de febrero, día del cumple de Sofi- llegaba a la casa una encomienda repleta de regalos maravillosos.
El vasito plegable de plástico rojo cumplía magníficamente la función de aplacar la sed , y en su interior, brillaban las burbujas como estrellitas mágicas.
Pero otras cosas extrañas acontecieron en la escuelita de verano : como por ejemplo que la torta con azúcar negra que los niños comían a las diez de la mañana, tenía una boca roja, ojos y nariz de mulata, y que les sonreía y les hacía un guiño simpático cada vez que tomaban un bocado de ella. Que a la hora de almorzar, cucharas y tenedores ejecutaban una danza de lo más divertida que los hacía reír mucho. En una ocasión, ante la mirada atónita de Francisco, el chico de quinto B, una suculenta milanesa a la napolitana se transformó en un barquito de vapor, y el queso que la cubría se fundió, y escapó por la pequeña chimenea.
En otra oportunidad la señorita Claudia explicó de qué forma se obtenían los alimentos que estaban consumiendo, y después, para probar conocimientos, preguntó: -¿Entendieron chicos…?- Todos a la vez respondieron : - ¡ ííííííí ! - Entonces ella dijo : - A ver Julia…¿cómo obtenemos la leche de la vaca?- A lo que la chica respondió : -¡Pero seño, qué pregunta fácil ! Meten a la vaca adentro de una nave espacial y la mandan a la Vía Láctea. Allí la vaca se bebe la galaxia y vuelve a la tierra con las ubres repletas. Lo bueno es que la galaxia, por su enorme poder reproductivo vuelve a formarse en el cielo, y así nos provee de leche a toda la humanidad. Mientras Julia hablaba, su piel se había cubierto de estrellitas; algunas giraban alegremente en torno a su cabeza, otras, iluminaban su cara y su delantal.
La maestra estaba cada vez más asustada, pero trató de disimular, y siguió preguntando : -A ver Nacho…, ¿cómo se elabora el pan? - ¡Ah, qué fácil !- dijo el muchacho ; - se convoca a todos los panaderos de la región, pero tienen que esperar un día de viento para que se desprendan de los cardos y vengan volando. Cada panadero entrega su semilla que después se muele en el molino, y bueno, ya está, así tenemos el pan .
La señorita Claudia había quedado desorientada; no sabía qué decir. Con voz temblorosa arriesgó otra pregunta : - ¿ Y la miel…? ¿De dónde se saca la miel?
-¡Yo señorita!- pidió Matías . – Muy simple : las abejas son hadas disfrazadas de insectos ¿no se dio cuenta? Por eso la miel es un alimento único y maravilloso-.
En ese momento, todos callaron; algo extraño estaba ocurriendo afuera : la campana tocaba sola. Al principio la señorita pensó que la movía el viento, pero enseguida cayó en la cuenta de que el día estaba completamente sereno. Alarmada agarró el celular y marcó el número de los bomberos : -¡Por favor, vengan a la escuela Cota! ¡Están pasando cosas muy raras! ¡Auxilioooo!-
Todo el personal de la escuela había visto la campana tañendo sola como loca, y el portero se había quedado tieso con los ojos en blanco, como esos bolones de color lechoso con los que juegan los chicos.
Cuando llegaron los bomberos las cosas habían vuelto a la normalidad : el vasito plegable de plástico rojo descansaba en el bolsillo izquierdo de la mochila de Sofía; la señorita Claudia aseguró que ese vaso era el culpable de todo. La campana ni se movía. Los chicos respondían correctamente las preguntas de la maestra.
Los bomberos se fueron, tal vez un poco molestos porque los habían llamado por una emergencia y al final todo estaba tan normal. El jefe reflexionó con estas palabras : - O la señorita es una aspamentosa y los chicos unos mentirosos, o…-
-O qué- dijo un bombero petisito y gordo –
-¿Ustedes creen en brujas…?- preguntó el jefe .
Todos respondieron a la vez : - ¡No! ¡Pero que las hay…las hay!
Y salieron a mil por hora haciendo sonar la sirena a todo lo que daba por las dudas.

Fin

miércoles, 19 de agosto de 2009

El gato manchas




Manchas, el gato, avanzaba sereno por un sendero del campo mirando de vez en cuando las nubes y sus extrañas figuras que ellas asemejaban, hasta que una piedra que pasó raspándole una de sus orejas terminó con su tranquilidad.

De un felino salto se ocultó detrás de un árbol. Mas al no ver ni oír nada, salió. Había caminado unos metros cuando otra piedra cayó cerca de él. Buscó quién la lanzó, pero no vio a nadie. Cuando empezaba a caminar escuchó una débil vocecita pidiendo auxilio, corrió y encontró a un pájaro mal herido.

- ¿Qué te ha pasado amigo? ¿Quién te hizo daño? –preguntó sorprendido.

- Unos niños destruyeron mi hogar y no contentos con ello, me siguieron a pedradas, pero eso poco importa ahora. Amigo, lo único que te pido, es que por favor ayudes a mis hijos; aún son muy pequeños y temo por sus vidas.

- ¿Dónde están ellos?

- Están ocultos cerca de aquel árbol de flores anaranjadas.

Trató de curar sus heridas, pero todo fue en vano. Su alegría pronto se transformó en tristeza cuando el pequeño animal expiró.

Al llegar al lugar indicado una escena conmovedora lo entristeció aún más. En el suelo cerca del árbol se hallaba el cuerpo sin vida de una Pajarita, mientras los críos lloraban desconsoladamente.

Estos pajaritos habían defendido a sus pequeños hijos aún a costa de su vida.

Manchas, los sacó de donde se encontraban y se los llevó. Al llegar a casa los colocó en un árbol junto a su casa. Día y noche los cuidaba. Se había encariñado con estos tres indefensos animalitos.

Una semana después, cuando regresaba por la tarde a casa, encontró muchas piedras cerca de ella. Rápidamente pensó en sus amigos, corrió y vio el nido en el suelo. Comenzó entonces a buscarlos. Detrás de unas ramas encontró el cuerpo inerte de uno de ellos, lo tomó delicadamente en sus manos, mientras unas lágrimas ardientes nacidas desde lo más profundo de sí, discurrían por su cara.

Trató de superar este dolor, todavía le faltaba hallar a dos. Vio entonces unos rastros, los siguió. Más adelante encontró a unos niños desplumando las colas de unos pajaritos y luego al soltarlos reían a carcajadas.

Se acercó sin hacer ruido. Así descubrió que en una caja se encontraban sus amigos y otros pajaritos más. Esperó un momento de descuido de los niños y liberó a los cautivos.

Quisieron atraparlo y al no lograrlo le lanzaron gran cantidad de piedras, tuvo suerte; pues ninguna impactó en su cuerpo.

Pensó entonces darles una lección, pero no sabía cómo. De repente se cruzó por allí, Pepe el grillo, quien lo llevó donde Gepeto el carpintero, éste hizo una gran jaula y lo ayudó a llevarla al campo.

Sabiendo que después de recoger piedras, los niños se sentaban junto a un árbol muy tupido, Manchas decidió esperarlos. Ni bien se sentaron, un fuerte ruido los hizo temblar, quedando atrapados dentro de la jaula.

Un instante después, cientos de pájaros invadieron el lugar; traían entre sus patas una piedra para dejárselas caer. Los niños lloraban y suplicaban que no lo hicieran.

- Ellos mataron a nuestros hijos y hermanos, debemos castigarlos.

- ¡Sí deben morir!,- gritaron otros.

- No amigos, la venganza no es buena- intervino Manchas -, además matarse unos a otros no es la solución.

- Pero estos niños son muy malos – opinaron las aves.

La desesperación cundía en el lugar. Los niños volvieron a pedir clemencia:

- ¡Por favor, no nos hagan daño! No volveremos a maltratarlas.

- Déjenlos, no los ven que están sufriendo – dijo el Gato- ¿Acaso, desean convertirse en asesinos?

Las aves comprendieron y se alejaron del lugar. Manchas y los hijos de aquellos padres que encontró días atrás en su paseo matinal, eran los únicos presentes. Entonces los niños comenzaron a gritar.

- ¡Qué bien ya se fueron! ¡Tontos, creyeron lo que dijimos!

Viendo que todavía no estaban arrepentidos, Manchas les dijo:

- Vieron lo que lancé.

- Si gato bobo.

- ¡Qué bien! Porque lo que lancé fueron las llaves, por su maldad, ustedes se quedarán allí para siempre.

- No, no amigo sólo bromeábamos – suplicaron los niños.

- ¡Ah!, pero yo no bromeo, nos vemos.

- Espera no te vayas, no nos dejes aquí.

Manchas regresó entonces a casa en compañía de los pajaritos.

Horas después, cuando el sol empezaba a debilitarse, los animalitos entraron volando por la ventana. Manchas entendió entonces que querían que los siguiese. Aquellos frágiles pajaritos retornaron al lugar donde estaban los niños.

- Déjalos libres, ojalá aprendan la lección - le dijeron los dos animalitos.

Manchas, un poco desconcertado se acercó a la jaula aceptando el pedido de los animalitos. Ante aquel bello acto, los niños respondieron:

- Gracias amigos, a pesar de que les hicimos daño, nos han perdonado.

- Nosotros no somos nadie para juzgarlos, pero si siguen así, de la justicia divina no escaparán.

- Gracias, hoy hemos comprendido lo que siente alguien cuando el peligro lo acecha y lo importante que es la libertad, el más bello regalo de la vida.

Los niños, como quienes vuelven a vivir, se alejaron alegres y con ganas de enmendar sus malas acciones.

Los dos pajaritos se despidieron de Manchas, quien se sentía triste por su alejamiento, pero luego al verlos ir con un grupo de sus amigos, se alegró; contemplándolos hasta perderlos de vista.

Fin

sábado, 15 de agosto de 2009

La gran idea (escritor mexicano)




A la sombra de un joven limonero se encontraba ejercitándose vigorosamente una lagartija; mientras un gran número de caracoles,grillos,catarinas y otros insectos discutían acaloradamente.
- Yo digo que nos vayamos-decía un caracolito-
- ¡Ay sí que buena idea!-replicó molesto un grillo-al paso que caminas tendrías suerte si llegas a la puerta antes de que acabe este siglo,y en el remoto caso de que lo lograras,te aplastarían al cruzar las calles ¿a poco crees que los humanos van a tenerte consideración y cederte el paso?
- ¡Óyeme! ¿qué te pasa?-sequejó el caracol-tampoco es para que me grites y me insultes,al menos yo doy ideas, ¿tú qué?¡nadamás sales con problemas!
- ¡Ay ya cállense!-gritó harta una catarina-el caso es que no podemos irnos porque no hay otro jardín en kilómetros a la redonda,ni siquiera un arbolito en el que podamos quedarnos ¡ésto es todo lo que tenemos! Así que hay que encontrar una solu …
- ¡Cállate tú!-interrumpió iracundo el grillo-¡a mí nadie me dice que hacer!

En aquel momento todos los insectos comenzaron a gritar,hecho que llamó la atención de la lagartija,así que se acercó diciendo : ¡bueno,bueno,ya está bien de tanto grito! ¿a qué se debe tanto relajo?
- ¿Acaso no te has enterado?-dijeron sorprendidos todos-
- ¡Obviamente no!-exclamó sarcástica la lagartija-así que déjense de rollos y vayan al grano maestros.
- Lo que sucede-explicaba la catarina-es que los dueños de ésta casa se van a mudar,y el jardín se secará en pocas semanas porque ya nadie lo va a cuidar,y si todo se seca ya no va a haber comida,ni agua … nos vamos a … a … ¡a morir!

Entonces todos comenzaron a llorar desconsoladamente,incluso las plantas estaban bien tristes porque la primavera ya había comenzado y el calor era verdaderamente ardiente,y sin nadie que cuidara de ellas se secarían sin remedio.
- ¡Uy uy uy! No se me agüiten maestros-decía la lagartija –porque me van a hacer llorar a mí también,miren,por lo pronto podemos cavar hoyos para ocultarnos ahí cuando haga mucho calor,y si las lombrices nos ayudan a hacer túneles para llegar a las raíces de las plantas,podremos morderlas y sacar algo de agua.
- ¡Éso no nos parece en lo absoluto!-protestaron las plantas-
- ¡Oh si todavía no acabo maestras! Es sólo en caso de emergencia;fíjense que conozco a un ratón que es bien cuate y nos puede ayudar a conseguir basura de ésa que no se deshace con nada,y con ésa cosa podemos juntar el rocío que cae al amanecer.
- ¡Nos parece bien!-exclamaron todos-y ¡dicho y hecho! Inmediatamente las lombrices y cochinillas comenzaron a excavar,y el ratón les llevó trocitos de plástico que las arañas acomodaron a manera de red para captar agua,al cabo de unas horas el trabajo estaba terminado y al día siguiente todos pudieron instalarse cómodamente en los agujeros para no acalorarse;pero los días fueron pasando y con ellos la intensidad del calor iba en aumento. Las plantitas poco a poco comenzaban a verse amarillentas y acartonadas,además,para colmo de males,las trampas para el rocío no funcionaban como lo habían esperado,todos tenían mucha sed,calor y estaban de muy mal humor;así que la catarina llamó a todos a una reunión urgente.
- Ya que todos vivimos aquí,debemos decidir qué vamos a hacer,ya no podemos quedarnos,pronto todo estará bien seco ¡si tan sólo lloviera! …
- ¡Podríamos hacer una danza de la lluvia!-dijo entusiasmado el caracolito-
- ¡Ay como crees!-gritaron al unísono todos los insectos-¡como eres tonto! ¡mejor cállate!

Así el caracol bajó sus antenas y comenzó a meterse en su conchita, desde la cual sólo se dejaban oir unos sollozos.
- ¡Oigan!-gritó la lagartija-¡qué mala onda son maestros,me cae! El caracol sólo quería ayudar,no tenían porqué ser tan groseros,además él por lo menos aporta más ideas que todos ustedes,deberían ofrecerle disculpas.

Todos se miraron unos a otros avergonzados y rodearon el caparazón del caracol dándole disculpas.
La lagartija también se acercó a preguntarle qué necesitaban y cómo hacer la danza de la que hablaba. El caracol sacó bien despacio su cabeza y mirando tímidamente a su alrededor dijo : bueno,el otro día estaba paseando allá,cerca de la ventana,y los dueños de la casa veían la tele,en ella había unas personas con plumas en la cabeza tocando tambores mientras los demás saltaban,bailaban y gritaban;al cabo de un rato el cielo se llenaba de nubes y comenzaba a llover.
- ¿Plumas y tambores eh?-decía pensativa la lagartija-¡pues me parece una gran idea! Mira caracol,tú encárgate de como enseñarle a todos como bailar y cantar,yo voy a ir con el ratón a conseguir lo que nos falta.
- ¡Está bien!-gritaba el caracol muy contento-
- Bueno pues-decía a regañadientes el grillo-¿cómo tenemos que hacerle?
- Primero hay que ponernos todos en círculo,y luego se comienza a marchar en sus lugares,después se levantan las patitas como si fueran a brincar y luego …
- A ver,a ver-dijo el grillo-no te entiendo ¿brinco o no?
- ¡No!-decía impaciente el caracol-¡sólo mueve las patitas!
- ¡Pues enséñame cómo!-gritaba frustrado el grillo-
- ¡¡¡Pues es que yo no tengo patitas!!!
- ¡Cálmense,cálmense!-interrumpió la catarina-

Luego de un rato por fín todos se pusieron de acuerdo en los pasos y comenzaron a ensayar;cuando el ratón y la lagartija se acercaban al jardín escucharon ruidos extraños,como quejidos o algo parecido;el ratón miró a su amiga y le dijo : ¡creo que llegamos demasiado tarde! ¡ya se están muriendo!
- ¡Ay no! ¡córrele,tal véz todavía podamos salvar a uno o dos!-cuando ambos amigos llegaron,no tuvieron más remediio que carcajearse,porque aquellos lastimeros gimoteos y gritos no eran otra cosa que la canción para la dichosa danza.
- ¡Ja ja ja ja!-se escuchaba-
- ¡Oigan!-se quejó el caracol-no se rían,ésto es serio!
- ¡Ay amigo no te enojes!-decía la lagartija-no es nuestra intención burlarnos pero es que se ven … bien …¡CHISPA! ¡ja ja ja! … … hmmm … pero aquí traemos lo que nos hacía falta.

Todos los bichitos,la lagartija y el ratón se pusieron en la cabeza sus penachos y con corcholatas y varitas hicieron sus tambores,incluso se pintaron los rostros a modo de parecer apaches;por fin la tan esperada hora llegó,todos se reunieron en círculo y comenzaron a sonar los tamborazos y a cantar : “bum bum … wuuu aaaah heya hey hey hey”… se escuchaba. Al cabo de unos minutos el caracol gritó : ¡Una nube,una nube!
- ¿¡Dónde!?-gritaron los demás-
- ¡Allá,allá!-gritaba con todas sus fuerzas el caracol-

Muy arriba,en lo alto del cielo,rondaba curiosa una pequeña nube que lentamente se acercaba,así que siguieron bailando y cantando cada vez más fuerte,y con cada segundo la nube se hacía más grande,y-de repente- se dejaron escuchar unos estruendosos relámpagos que no eran otra cosa que las carcajadas de la nube que reía y reía al ver el gracioso espectáculo que ofrecían en aquel jardín,la nube continuó riendo hasta que comenzó a llorar de alegría,regalándoles así la lluvia que tanto necesitaban,y desde ése día,largas filas de nubes ansiosas por reir se amontonan cerca del jardín de la lagartija y sus amigos para verlos bailar.

Fin

miércoles, 12 de agosto de 2009

El hada celeste y los inmigrantes




El hada Celeste era el hada de los cuentos. Vivía en un palacio de color azul, cerca de allí vivía el brujo Malacabrú que odiaba los cuentos.

Tengo que destruirlos. decía

Para poder entrar en el palacio del Hada tuvo que hacer un hechizo, durmió a todos los que estaban dentro, entró y destruyó todos los cuentos.

¡Por fin los he destruido,! ahora no habrá fantasía.

Cuando el hada Celeste se despertó y vio lo que había hecho el brujo se quedó muy triste

¡Tengo que hacer algo!, los niños no pueden quedarse sin la magia y la fantasía de los cuentos.

El Hada Celeste cogió una bolsa mágica y se fue a recorrer el mundo, y a todos los que se encontraba les preguntaba:

¿sabéis cuentos?.¿Sabéis historias?

y cosa curiosa todos se sabían cuentos y todos se sabían historias. El hada lo escuchaba, lo guardaba todo en su bolsa mágica y después lo contaba, ella decía:

Mientras haya alguien que cuente y alguien que escuche, no habrá servido de nada que el brujo Malacabrú haya destruido todos los cuentos.

El hada siguió su camino, y llegó a un pueblecito, allí se encontró con una niña que estaba llorando,

¿Por qué lloras?, le preguntó.

La niña respondió.

Lloro porque los niños no querrán jugar conmigo

¿Por qué dices eso? Le preguntó el Hada

Hace poco tiempo que he llegado a este país, no entiendo lo que dicen ni me entienden a mi, soy diferente

¿Y crees que eso importará a los demás niños?, ven sientate que voy a contarte un cuento.. Y el hada empezó a contar el cuento de

ZORAIDA

Zoraida era una niña árabe, que hacía poco tiempo que había llegado a aquel pueblecito a vivir, un día estaba en el parque, sola, estaba muy triste, lloraba y decía:

¿Por qué mi piel tiene que ser de otro color? ¿Y las costumbres de mi país tan distintas a las de este lugar?, conmigo no querrán estar y tener amigos muy difícil será.

María Clara, era una niña mejicana, hacía un tiempo que vivía en ese pueblecito, se acercó a Zoraida y le dijo:

No llores, mira yo vengo de Méjico, al principio a nadie conocía y mis costumbres nadie las entendía , pero ahora me alegro de estar aquí, tengo muchos amigos y soy feliz.

Zoraida miró a María Clara, pero no le hizo ningún caso ella siguió llorando y diciendo:

¿Por qué mi piel tiene que ser de otro color y las costumbres de mi país tan distintas a las de este lugar, conmigo no querrán estar y tener amigos muy difícil será.

Yu-Lan era una niña china, hacía un tiempo que vivía en ese pueblecito se acercó a Zoraida y le dijo:

No llores, mira yo vengo de China, al principio a nadie conocía y a nadie entendía, pero ahora estoy muy contenta de estar aquí tengo muchos amigos y soy feliz.

Zoraida miró a Yu-Lan, pero no le hizo ningún caso, ella siguió llorando y mientras lloraba decía:

¿ Por qué mi piel tiene que ser de otro color? Y las costumbres de mi país tan distintas a las de este lugar, conmigo no querrán estar y tener amigos que difícil será.

Javier era un niño que vivía en ese pueblecito desde que nació, se acercó a Zoraida y le dijo:

No estés triste, vente con nosotros a jugar, si sigues aquí sola, sólo pensarás en llorar y lo pasarás mal.

Zoraida lo miró pero no le hizo caso, la mamá de Zoraida lo había visto todo se acercó a su hija y le dijo:

Hija mía, no debes de llorar, piensas que estas sola, que no tienes amigos pero eso no es verdad, he visto como tres niños te han ofrecido su AMISTAD y a ti te ha dado igual

Zoraida miró a su mamá y comprendió que tenía razón por eso a los tres niños se acercó, y les pidió perdón.

Perdonadme, me he portado muy mal me habéis ofrecido vuestra amistad y no lo he querido ver, muy feliz seré si vuestra amiga puedo ser.

Los tres niños abrazaron a Zoraida y fueron amigos, y Zoraida en aquel pueblecito vivió feliz hasta que un día pudo regresar a su país.


El hada terminó de contar el cuento, la niña había dejado de llorar y le dijo:.

Me ha gustado mucho tu cuento gracias por contármelo me iré a jugar con los niños, seguro que no les importará que yo sea de otro lugar.

El hada Celeste, estaba contenta, guardó este cuento en su bolsa mágica y siguió buscando mas cuentos para contárselo a los niños.

IRINA

El Hada Celeste llegó a la plaza de una ciudad, en ella había un grupo de chicos, hablaban discutían, uno de ellos que se llamaba Carlos decía



Vamos a ver ¿Por qué, tenemos que ser amigos de la gente que viene de otro país, ellos vienen a este pueblo a trabajar nos dejarán sin trabajo a los demás.

Lucas le contestó:

Carlos, no tienes razón, ellos vienen a trabajar, pero trabajo para todos habrá, lo que pasa es que a los que vienen de fuera los tratas muy mal.
Silvia otra amiga de Carlos le dijo:

¿Te acuerdas? De cuando Irina llegó a nuestro pueblo de ella siempre te reías y nos decías:

¡Mirad! Cómo habla, nunca la vamos a entender, que regrese a su país, allí estará mejor que aquí.

Carlos enfadado les contestó:

Yo le decía eso porque no nos entendía, no se enteraba de nada.

No te entendía Carlos pero se enteraba del odio que veía en tu mirada.

Carlos muy enfadado dijo:

Esta bien, no me vais a convencer, ¡Dejadme en paz! La gente de otro país no tendrán mi amistad.

Los niños dejaron solo a Carlos, el Hada Celeste lo había oído todo.

¡Tengo que hacer algo!, Carlos tiene que comprender que se está portando mal.

Miro en su bolsa mágica y sacó de ella muchas estrellas de colores, las colocó en su mano y se las envió a Carlos.
Por la noche cuando Carlos se durmió, en el sueño las estrellas de colores que el Hada le había enviado lo llevaron a un lujar muy lejano.

Lo llevaron a una casita muy pobre, muy pequeñita, en ella vio a Irina a sus padres a sus hermanos, estaban muy tristes, el papá decía:

Querida familia, nos tenemos que marchar de aquí, no tengo trabajo ni nos queda dinero para vivir, tengo unos amigos que han encontrado trabajo en otro país, me han dicho que también lo hay para mi.

Irina con lagrimas en los ojos decía:

Papá, yo no me quiero ir,todos mis amigos están aquí.

Carlos vio como Irina lloraba cuando se despedía de sus amigos con los ojos llenos de lágrimas les decía:

Nos tenemos que marchar de aquí, no os preocupéis donde vamos la gente será buena y nos querrá, algún día regresaré y nos volveremos a ver.

Carlos cuando despertó

se dio cuenta de lo mal que se había portado y pensó en Irina.

Pobrecilla que mal lo habrá pasado, tan lejos de su país sin conocer y sin tener amigos aquí.

Y ese día cuando llegó al colegio buscó a sus amigos y les dijo:

Sabéis teníais razón con la gente de otros países me he portado muy mal, pero no lo volveré a hacer más.

Después buscó a Irina y le dijo:
Irína perdóname, contigo me he portado muy mal, pero tu amigo quiero ser y en lo que pueda te ayudaré.

Carlos e Irina se hicieron amigos y el sueño que había tenido nunca lo olvidó y cuando alguien llegaba de otro país, decía:

Hay que tratarles bien, cuando dejan su país es porque no tienen trabajo allí y no tiene dinero ni para vivir.

EL Hada Celeste, guardó esta historia en su bolsa mágica, estaba contenta Carlos había comprendido, y siguió su camino en busca de mas cuentos.

Fin

sábado, 8 de agosto de 2009

Paseo por un día maravilloso




Este día de otoño ya apareció!

En sol frío ilumina a un cielo azulísimo y desde mi ventanal observo las calles y los árboles. Las calles son grises y los árboles estan teñidos de otoño. Parece el dibujo de un niño.

La vida es tan simple.

Pasan madres con infantes multicolores y ejecutivos con maletines de cuero de cocodrilo. Estudiantes que en realidad jamás estudian y viejos tomados de las manos de sus viejas.

En mi ventanal crecen hermosos y enérgicos los cardenales rojos y los pequeños paltos. Y las figuritas de greda peruanas, mexicanas, chilenas, danesas y griegas danzan delicadamente entre ellas.

Jakeline despierta y luego de vestirnos y abrigarnos bien, salimos a pasear por este dia maravilloso.

Nos sentimos felices.

Ir al Reales Correos Daneses con ella es una delicia. Y el Real Banco Danés, mucho mejor. Uno tiene dos posibilidades: o llorar de frustración o reir a carcajadas. Nosotros elegimos la última.

Las larguísimas filas de gente, impacientes y malhumoradas, nos hacen sonreir. A la cajera poco simpatica y agresiva le damos un buenos días! amable y cortés.

Visitamos la estación de trenes de Valby. Hay locomotoras ya rendidas y oxidadas descansando sus vejeces cuan enormes insectos metálicos a los lados de las líneas férreas. Y trenes jóvenes y magníficos haciendo piruetas para atraer la atención de los pasajeros semi dormidos de tanto esperar. Y hay máquinas a punto de jubilar, tomándose las cosas con calma llegando lentas pero puntualmente a la estacíon.

Jakeline se despide con un beso porque tiene que irse al trabajo y yo sigo caminando contento hacia la capital del reino, Copenhague. Y aquí está, como siempre, con su arcaica Real Casa de la Municipalidad y el Strøget, el célebre paseo peatonal.

Ahora me siento aún mas felíz caminando por este hermoso lugar. Llego al Puerto Nuevo, que es un monumento de barcos intenacionales y locales y viejísimos edificios a la Hans Christian Andersen, pintados todos de celestes, azúles, naranjos y rosados, todos con sus ventanitas blancas y simétricas y sus maceteros con flores surtidas.
Y más allá, el mar que conduce al resto de Escandinavia y al planeta entero.

De pronto me doy cuenta que me he alejado demasiado de Valby. Tomo un Taxi.

El taxita es paquistano y habla como tal. O sea enrrollando la lengua cada vez que pronuncia una erre. Habla mal danés y perfecto inglés. Es parlanchín y yo lo dejo monologar calzandó mis “ahá”, mis “claro” y mis “no me diga” con perfecta precisión.

Ya estoy en La Plaza de Valby nuevamente y me siento en un banco a tomar aliento. Es mediodía y La Calle Larga se ha inundado de transeúntes. Yo disfruto de esta maraña de seres humanos y perros. Me dan ganas de cantar y tarareo “Good morning, good morning good morning ah!” de Los Beatles.

Los milagreros de siempre sorprenden a los paseantes con sus impresionantes artes surealistas: Henrik, el vikingo que ya ha vivido mil años, arrugadito como una pasa, hace malabares con su espléndida espada de hierro, sacándole chispas a las nubes y regalando trozos de arcoírises a los niños boquiabiertos. Las multillizas de las Islas Faro, Sussane, Sussana, Roxane, Roxana, Marianne, Marianna, Sabianne y Sabianna levitan sobre las copas de los árboles de la plaza cantando el Himno a la Alegría de Beethoven. Fátima, Amira, Adeba y todas las otras niñitas somalíes también cantan y bailan rondas infantiles haciendo aparecer peces de colores del aire. Y El Chato Vázquez, célebre milagrero chileno de Magallanes, reparte puñados de monedas de oro puro a la concurrencia causando caos en la situación financiera del Reino de Dinamarca.

A mi lado se ha sentado una hermosa mujer. Yo la observo impertinentemente y ella me dice riéndo “Sí, es un día maravilloso, no?”.

Me dice que su nombre es Marlene. Me cuenta su vida en dos minutos y me pregunta ocasionalmente quién soy yo, de donde vengo y a donde voy… Ella se pone de pié y me tiende un mano “vamos a tomar un café?”.

Es sueca y vive en la ciudad de Malmø, a media hora de Valby. Es cirujana y trabaja en el Hospital del Reino. Le gusta venir a Valby a vitrinear, conocer gente y ver los milagros. Habla danés con un delicioso acento sueco y es como escuchar a Liv Ullman en algún film de Ingmar Bergman.

Esta Marlene es un milagro que no quisiera perder. Se lo digo y me da un beso en la frente y su número de teléfono. Ella me cuenta acerca de su esposo Svend y ya en casa se lo cuento a Jakeline y ella me da un beso en la boca.

Comienza a oscurecer lentamente con una luz color naranja. Cenamos congrio con salsa de perejil y papas asadas. Lavamos la loza en silencio y nos acostamos en mi sofá quedándonos poco a poco dormidos.

Pero antes de dormise, Jakeline me susurra al oido “Todo ser humano tiene, de por ley, el derecho a disfrutar de un dia maravilloso, a pesar de las guerras, el caos ecológico, las hambrunas, la falta de dinero, el abuso de poder, las miserias…”


Al despertar, Jakeline ya no está y un nuevo día de otoño ya apareció. Por mi ventanal observo el milagro de la vida, la simpleza y la perfección. Como un banquito vacío rodeado de árboles otoñales esperándome tranquilamente en
La Plaza de Valby.

miércoles, 5 de agosto de 2009

El diente mágico. (Escritora Colombiana)


En la pequeña aldea de cherlóbin, vivía un niño llamado…YO NO LO VI. ¿Por qué ese nombre tan particular? Pues, porque otro niño decía que era su amigo, le contaba a su mama y ella le contestaba…yo no lo vi.

Así transcurrían los días en la pequeña aldea donde se vivía con penurias, angustias y la comunidad de niños soñaba con un futuro mejor… reunidos un día los niños cantando y contando todos sus historias fantásticas… (Era la manera de alegrar sus vidas en espera de crecer y viajar a mejores tierras).

El amigo de yo no lo vi, les dijo a sus amigos: “Mi futuro esta en lo incierto” Sus amigos contestaron: - ¿Por qué? –“Yo, tengo un hermoso amigo y a todo el que le cuento me contesta… “Yo no lo vi.”- Mi amigo es mi guía, mi señor, el me cuenta de grandes batallas, como también de bellas guirnaldas, el me dice: -“ Caminaremos en caminos sin piedras, avanzaremos sin angustias, llegaremos a palacios, encontraremos tesoros, aprenderemos a bailar y todo el sufrimiento acabara”.

Los niños escucharon tan fantástica historia rieron, rieron sin parar hasta que a uno de ellos se le cayo su primer diente, asustado lo cogió tratando que sus compañeros no vieran tamaña novedad. El diente, saltaba en su mano y decía:-“pis… niño, déjame salir, esto no es de morir soy un lindo diente a quien deben oír”.

El diente logro saltar y en ese momento… ¡Zúas! Todos los niños lo vieron…empezaron a gritar a llorar y decían: - “miren… miren…un diente saltarín”.
-¡Quietos todos! Grito el diente, No veo porque me teméis, si he vivido, comido, dormido con cada uno de vosotros y no lo notáis, ni siquiera lo sabéis. Tuve que caerme para que me escuchéis y así poder hablaros, Vosotros viajáis por mundos, pero no os fijáis…Tenéis que creced y cambiar el mundo que hoy habitáis, a todos se os caerá el diente…escuchad esto:

-“Yo soy, el que no vi, soy amigo vuestro y por todos me caí”.

Fin

sábado, 1 de agosto de 2009

La diosa Freya y la crisis de la levadura. (Escritores Dinamarqueses)


1

Allá arriba donde el planeta se codea con el cielo y la gente se abre paso entre auroras boleares
para ir a sus quehaceres cotidianos, las Islas Feroe se equilibran sobre las gélidas aguas del Océano
Atlántico Norte. Comadre de países tan disímiles como Islandia, Groenlandia y Escocia, este inverosímil rompecabezas de diez islas verdes y frescas cual esmeraldas suele ser el lugar de vacaciones de Freya, la diosa nórdica de la fertilidad, el amor y la alegría de vivir.

Ahora, en otro país más al sur, el Reino de Dinamarca, célebre en el mundo entero por sus formidables tormentas de hielo, sus patitos feos, sus melancólicas sirenas y sus panes y pasteles y cervezas, se produjo hace algunos años atrás una violenta discusión entre panaderos, pasteleros y cervezeros en torno a la imprescindible y milagrosa levadura.

Los panaderos afirmaban que este producto natural que da consistencia y cuerpo al pan se llamaba dura leva (del latín: duro y levantar); mientras que los pasteleros, seres más intrincados y metafísicos, insistían en las palabras leva y dura (del latín: levitar y durar). Y los cervezeros estaban siempre tan borrachos que que no estuvieron en condiciones de presentar una teoría coherente.

2


Filósofos, filólogos y lingüistas fueron consultados hasta el hastío por la prensa y la televisión. El debate se expandió por la internet a todos los reinos escandinavos con tanta intensidad y fuerza que satélites y estaciones espaciales cayeron desde el cielo estrellándose contra el planeta.

La producción de pan y bizcochos, cervezas y levadura se estancó durante muchos años. Los súbditos nórdicos salieron a las calles a apedrear sus panaderías y pastelerías y cervezerías; los estudiantes y los sindicatos hicieron monstruosas manifestaciones de protesta destrozando todo a sus pasos y los políticos y la realeza se fueron a vivir a Ibiza.

Y ya no hubo mas levadura o duraleva en los otrora apacibles reinos escandinavos.

Las noticias llegaron a las diez Islas fereoenses y a los oídos de Freya. Y la formidable y bella diosa dorada interrumpió sus merecidas vacaciones, viajó inmediatamente al pasado, AD 1491, para pedirle a Cristóbal Colón una carabela prestada. Navegó nuevamente desde El Puerto de Palos en España de regreso a las Feroe. Cargó el navío con toneladas de cubitos de levadura y emprendió su ya legendario viaje desde El Puerto de Thor a través del Atlántico Norte hasta el neblinoso Puerto de Los Comerciantes en la ciudad de Copenhague, capital del reino danés.

Sin tripulación ni escolta, Freya jamás se sintió sola ni amedrentada. Sirenas y tritones la guiaron y le cantaron, y gigantezcos moluscos cefalópodos dibranquiales y octópodos de cien metros de longitud se acercaron cuidadosamnte a la nave para acariciarla y besarla. La travesía duró cuarenta días y cuarenta noches y en la madrugada del día número cuarenta y uno, una paloma trayendo una ramita de olivo se posó en el mástil del navío. Había llegado pot fín al Puerto de Los Comerciantes.

3

La diosa estableció inmediatamente sus cuarteles generales al lado de la célebre estatua de La Sirenita. Y con su voz poderosa y su genio violento y brutal ordenó a todos los países nórdicos a callar y venir a buscar la tan codiciada levadura.

Y las multitudes llegaron. Algunos transportándose en tablas relativamente largas sobre ruedas dezlizándose con el impulso de un solo pié contra el suelo. Otros en vehículos de cuatro ruedas de tracción animal que se dedican por lo general al acarreo de seres humanos y elementos pesados. También llegaron en máquinas de dos ruedas de igual tamaño cuyos pedales transmiten el movimiento a la rueda trasera por medio de dos piñones y una cadena. O artefactos de cuatro ruedas que pueden ser guiados para marchar por una vía ordinaria sin necesidad de carriles y llevan un motor que los pone en movimiento. Y en aereonaves mas pesadas que el aire, provistas de dos alas, cuya sustetentación y avance son consecuencia de la acción de uno o varios motores. O aereonaves de tamaño reducido y gran velocidad destinadas principalmente a reconocimientos y combates aéreos. Incluso muchos llegaron en canastos sujetos a bolsas de material impermeable y de poco peso, de formas más o menos esféricas, llenas de aire caliente cuya fuerza ascensional es mayor que el peso del conjunto. Y también simplemente en botes, canoas, barcos y
hasta en gigantezcos portaviones.

Freya distribuyó ordenadamente las porciones de la substancia constituida principalmente por organismos capaces de aumentar el vólumen de la harina mezclada con agua o hacer fermentar el cuerpo de los elementos con que se mezcla. O sea, la tierna y olorosita levadura.

Panaderos, pasteleros y cervezeros se reconciliaron gracias a la dulce sonrisa de la hermosa Freya. Y los monarcas y políticos fugitivos regresaron tostaditos de sol Ibiziano y gorditos de paellas a sus palacios, mansiones y paramentos.

Y la diosa devolvió la carabela a Cristóbal, y voló de regreso a las Islas Feroe a continuar sus vacaciones.

Fin