martes, 3 de mayo de 2016

Leyenda de Mallorca: El Moro Ciego (Valldemossa)

En Argel había un cautivo mallorquín que estaba en casa de un señor moro que era ciego, porque éste le había comprado como esclavo. A este cautivo, el señor le tenía mucha estima, porque era muy buen chico, y sabía hacer muy bien todos los trabajos.

Un día el señor le dijo:

- Si hicieras lo que yo te pidiese y no me engañases, te daría la libertad y todo el dinero que quisieras.

- Diga qué quiere que haga.

- Si te enviase a Mallorca, no volverías, porque ésa es tu tierra, pero si regresaras, te aseguro que estarías muy contento de mí.

- Diga qué quiere que haga en Mallorca, y confíe en mi palabra.

- Tú, ¿de que pueblo de Mallorca eres?

- De Valldemossa.

- Debes conocer el Puig de Na Fátima, ¿o no?

- Sí, señor, y mucho que lo he recorrido yendo a coger carrizo.

- Pues bien. Te daré siete pares de zapatos, y con estos siete pares de zapatos te irás a Mallorca.

- Cuando estés allí, el lunes te pondrás un par de zapatos, y con el par de zapatos puestos, irás a lo alto del Puig de Na Fátima y te pasearás por allí todo el día.

- Por la noche, te sacarás los zapatos, les harás una marca para saber que son los del lunes, y los guardarás bien guardados.

- Al día siguiente, el martes, te pondrás otro par de zapatos, y con este par de zapatos puesto, irás de nuevo a lo alto del Puig de Na Fátima y te pasearás todo el día por allí. Por la noche, les harás una marca para saber que son los zapatos que has llevado el martes, y también los guardarás bien guardados.

- El miércoles, te pondrás otros zapatos y harás lo mismo, y el jueves lo mismo, y el viernes y el sábado, hasta el domingo, que te pondrás el par de zapatos que hará siete, y todos les pondrás la marca del día que los habrás llevado.

- Después, volverás aquí en seguida, y me traerás los siete pares de zapatos bien envueltos, y ten mucho cuidado a perder alguno.

- No se preocupe, que todo se hará así como usted dice - dijo el esclavo.

- Bien - dijo el señor -. Si vuelves, te aseguro que no te arrepentirás, porque después te daré la libertad y todo el dinero que quieras.

El cautivo fue a Mallorca, hizo todo lo que su amo le había dicho, volvió a Argel, y le trajo los zapatos así como debía. Cuando el señor vio que había vuelto, se puso muy contento, porque ya creía que no volvería, y en seguida cogió los zapatos del lunes, se los pasó y los frotó por delante de sus ojos... y nada

Cogió el par de zapatos del martes, se los pasó por delante de los ojos....y nada

Cogió el par del miércoles, el del jueves, el del viernes y el del sábado y todos se los pasó por delante de los ojos....y nada

Cogió el par que hacía siete, que era el del domingo, y se lo pasó por delante de los ojos, y en seguida se curó de su ceguera y a partir de aquel momento podía ver muy bien. Y fue gracias a la virtud de las hierbas que habían pisado aquellos zapatos.

El señor abrazó al cautivo, y le empezó a besar, y después le dio la libertad y unos cuantos talegos llenos de dinero.

El cautivo regresó a Mallorca y vivió muy bien toda su vida, y sus descendientes todavía son ricos.

Esta misma rondalla se cuenta en Artà, y se localiza en el Puig den Maians
(Cuentos de Mallorca - Archiduque Luís salvador).

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