viernes, 19 de marzo de 2010

Fara y el viejo cocodrilo "cuento africano"

Lo que voy a narraros sucedió en Madagascar.
Érase una vez dos hermanas, Rapela y Fara, que gustaban de jugar a la orilla del río. Su madre, tan sólo de vez en cuando les daba permiso, pues muchos cocodrilos rondaban por aquellos parajes. Un día, tanto le suplicaron Rapela y Fara, que no supo la buena madre negarles el permiso y, accediendo a sus preces, así las amonestó:
- Idos, pero guardaos de burlaros de Ikakinidriaholomamba. El viejo cocodrilo - añadió la madre - tiene muy mal talante y el peor de los genios; si os mofáis de él, os devorará.
Las dos hermanitas prometieron obedecer, y fuéronse alegres para jugar con las piedras del río.
Muy, pronto Ikakinidriaholomamba asomó entre los cañaverales para distraer su ocio con el juego de las niñas; viéronle éstas y como, en verdad, el viejo cocodrilo era enormemente feo, Fara, que había olvidado los consejos de su madre, exclamó:
- ¡Oh, oh, qué viejo está padre Cocodrilo!
- ¡Y qué cabeza tan hundida!
- ¡Y qué ojos tan hinchados!
- ¡Y qué vientre tan lleno de arrugas!
- ¡Y cuántas escamas tiene en su cuerpo!
Por lo que, Ikakinidriaholomamba, enfurecido, trepó hasta la orilla para alcanzarlas, mas ellas corrieron, ligeras como galgos, llegando salvas al hogar.
- Bien, hijitas, bien; - preguntó la madre - fuisteis prudentes y cautas, ¿no es cierto?
- ¡Oh, mamá! - contestó Rapela - ¡El viejo Cocodrilo intentó zamparse a Fara!
- ¡Ah! - exclamó la madre moviendo la cabeza - ¡Habráse Fara burlado de él! ¡Es menester saber moderar la lengua, hijitas mías!
A la mañana siguiente, las hermanas retornaron al río y nuevamente emprendieron sus juegos con las piedrecillas de la orilla.
Rapela divertíase mucho, sin cuitas de ningún género; mas Fara, intranquila con el recuerdo de las burlas del día anterior, contemplaba a Ikakinidriaholomamba que, ojos cerrados, permanecía tumbado a lo largo de un tronco de árbol.
Era horriblemente feo, y Fara, sin poderse contener, díjose de nuevo entre dientes:
- ¡Oh, qué viejo está padre Cocodrilo!
- ¡Y qué cabeza tan hundida!
- ¡Y qué ojos tan hinchados!
- ¡Y qué vientre tan lleno de arrugas!
- ¡Y cuántas escamas tienen en su cuerpo!
Mas esta vez fue la vencida, ya que el Cocodrilo echóle el diente, engulléndosela.
En vano la desventurada Rapela imploró al monstruo para que le devolviese su hermana; aquél habíase sumergido ya en la corriente, dejándola triste y sin consuelo.
Los padres de Fara corrieron a la orilla y, llegados al lugar, la madre así imploró al viejo Cocodrilo:
- ¡Oh, Mamba, devuélvenos a Fara! ¡En verdad, ella fue muy mala, pero es tanta nuestra angustia que bien podrías devolvérnosla!
A lo que Ikakinidriaholomamba respondió, imitando la voz de Fara:
" - Sí, sí, buena señora.
Acudid en busca de vuestra Fara.
Pero Fara tiene la lengua muy larga.
Buscad a Fara. - ¡Y qué cabeza tan hundida!
Buscad a Fara. - ¡Y qué ojos tan hinchados!
Buscad a Fara. - ¡Y qué vientre tan lleno de arrugas!
Buscad a Fara. - ¡Y cuántas escamas tiene en su cuerpo!
Así hablaba la niña, ¿no es cierto?"
La pobre madre quedó abatida ante tal réplica y, dirigiéndose a su marido, le dijo:
- ¡Háblale tú al Cocodrilo, a ver si le convences!
Entonces el padre de Fara gritó:
- ¡Oh, Mamba, devuélvenos a Fara! ¡En verdad, ella fue muy mala, pero es tanta nuestra desdicha que bien podrías compadecerte y devolvérnosla!
Mas Ikakinidriaholomamba le respondió:
" - Sí, sí, mi viejo.
Acudid en busca de vuestra Fara.
Pero Fara tiene la lengua muy larga.
Buscad a Fara. - ¡Y qué cabeza tan hundida!
Buscad a Fara. - ¡Y qué ojos tan hinchados!
Buscad a Fara. - ¡Y qué vientre tan lleno de arrugas!
Buscad a Fara. - ¡Y cuántas escamas tiene en su cuerpo!
Así hablaba la niña, ¿no es cierto?".
Los desventurados padres estaban descorazonados, cuando la madre propuso:
- ¿Y si le ofreciéramos algo a cambio de Fara?
- Ofrezcámosle un buey - dijo el padre. Y la madre voceó:
- ¡Oh, Mamba! Un buey te daremos por Fara.
Ikakinidriaholomamba se dirigió a su prisionera y le dijo:
- Contesta a tu madre, que estoy muy cansado.
Y Fara gritó:
- ¡Madre, mi buena madre, Mamba no quiere aceptar!
Entonces el padre, mejorando la oferta, clamó:
- ¡Oh, Mamba, diez bueyes te daremos por Fara!
Y Fara, nuevamente, gritó:
- ¡Padre, querido padre, Mamba no quiere aceptar!
Rapela contempla a sus padres y ofrece:
- ¡Oh, Mamba, veinte bueyes te daremos, si me devuelves la hermana!
Y Fara también esta vez contestó:
- ¡Rapela, mi dulce hermana, Mamba no quiere, no!
Entonces la madre, desesperada, clamó fuertemente:
- ¡Oh, Mamba, cien bueyes te daremos por nuestra Fara!
El viejo Cocodrilo, que era muy glotón, pensó que cien bueyes bien valían el rescate de una niña, y murmuró:
- Bien, bien; me place la oferta; preparad los cien bueyes.
Y Fara, llena de contento, desde el vientre del Cocodrilo, contestó:
- ¡Madre, oh madre, Mamba aceptó ya!
Rapela y sus padres corrieron a la villa con harta turbación, porque ellos tan sólo poseían veinte bueyes. Fueron al encuentro de parientes y amigos, y éstos, para que no se menoscabara el rescate de Fara, prestáronle cuantos bueyes hubieron menester para completar la oferta.
Los aldeanos reunieron los cien bueyes y dirigiéronse hacia la ribera.
Así que el viejo Cocodrilo divisó al rebaño soltó a Fara para aproximarse a la orilla, pero los labriegos habían colocado a la cabeza del rebaño al toro más poderoso y feroz; éste se lanzó sobre Ikakinidriaholomamba y con sus enormes cuernos vacióle los ojos; cundió el ejemplo y los demás bueyes pisoteáronle hasta darle muerte cruel.
Así el viejo Cocodrilo halló un muy desgraciado fin, quedándose sin un solo buey por haber apetecido muchos.
Cuando Fara, vióse nuevamente bajo el techo del hogar, hízose propósito firme de no hablar más de la cuenta en lo futuro y de medir las palabras en el resto de sus días.
Cuento o fábula, yo fui quien rompió el hueso para que vosotros, niños, os aprovechaseis del meollo.

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