martes, 20 de diciembre de 2011

El Koala y el Arco Iris "cuento australiano"

Ha estado lloviendo por días , semanas meses y años. El agua corre cerro abajo , formando arrollos y ríos que fluyen a través de las planicies, llenando los hoyos de agua. El agua sube imperceptiblemente, golpeando gentilmente a los pies de los cerros.
Como una profunda depresión llena de agua, crecieron en vastos océanos, las áreas de terrenos disminuidas y divididas en muchas islas. Grupos de animales y hombres eran divididos el uno del otro por redondeados mares. En una isla muy distante del continente que ahora es llamada Australia, donde los hombres eran muy diestros lanzadores del boomerang ellos podían partir una pequeña piedra en cientos de pedazos o más, echar por tierra al pájaro mas veloz en vuelo, y enviar sus boomerang tan lejos que se perdían de vista antes de volver a quien lo había tirado. Ellos gustaban de realizar competencias de habilidad en mostrar cuan lejos o cuan exacto ellos podían maniobrar sus armas. Entre ellos había uno que se destacaba por su fuerza y por su alarde. A menudo se le escuchaba decir:
- Si yo deseara podría lanzar mi boomerang desde acá a la isla mas distante de todas las islas. - Y si tú pudieras hacer eso, como podrías saber si has tenido éxito?, preguntó uno de los hombres menos creyentes. - La respuesta es simple, respondió el hombre fornido. ¿Que sucede cuando se lanza el boomerang? Regresa a quien lo lanzó por supuesto. - Que sucede si el boomerang golpea un árbol o una roca? El boomerang permanece ahí especialmente si se rompe. - Tú has respondido tu pregunta, dijo el hombre fornido con una sonrisa burlona. Si yo lanzara mi boomerang tan lejos como la isla mas lejana y fallara en volver, entonces tú sabrás que no he tenido éxito. No crees?, pregunto. - Si supongo que sí, pero que sacamos con hablar de esto, a menos que realmente lo hagas? - Muy bien, dijo el fornido hombre. Observa. Eligió un boomerang muy bien balanceado. Dándole vuelta alrededor de su cabeza varias veces, le soltó. El arma salió desde su mano tan rápido que sólo algunos pudieron ver como aceleraba a través del océano. Expectativamente los observadores esperaron, pero en la medida que pasaban la horas y no había señal de regreso, incluso el viejo no creyente estuvo obligado a reconocer que podría haber aterrizado en una isla distante. - Pero hay otra posibilidad!, dijo molesto por la forma que el hombre fornido se había inflado, ganando miradas de admiración de las mujeres. Puede que haya aterrizado en el mar. - No mi boomerang, gritó el hombre fornido. Podría acortar su camino de regreso a mi, a través del mar, si no hubiese alcanzado a llegar a la isla. Tú estas celoso de mi habilidad viejo. - Hay una sola manera que podamos saber con certeza, fue la respuesta. Alguien debe ir allá para ver que se puede encontrar. - Yo sé como lo podemos hacer! El viejo le miro desaprobándole. - Hemos escuchado mucho de ti hasta ahora, regañó. Sería mucho mejor si te comes la comida que te han dado como a los otros niños. He visto como escupes comida de tu boca, comida que es buena para ti tanto como para comerla. - Eso es porque nadie nunca me ha traído un Koala para comerlo. Eso es lo que mas me gusta. - Como puedes saber tú que es lo que más te gusta si nunca lo has probado? - Como puedes saber tu que hay una isla allá muy lejos sobre el mar si tu nunca la has visto?, preguntó el niño pícaramente. - Porque yo sé que esta ahí. Es parte de lo que los hombres que han vivido y muerto antes de que yo naciera, respondió el viejo. - Espero que a ellos les gustará la carne de Koala también, dijo el niño. El esposo de mi hermana atrapó uno esta mañana. Ahí esta detrás de ese árbol. El viejo cogió el animal y se lo tiró al joven, botándole. Tomando con el mismo arrebato el cuerpo del koala y corrió con el a la playa. Sacando el cuchillo del cinturón que llevaba, cortó el estomago y sacó los intestinos. Poniendo la punta en su boca sopló en ellos hasta que se hincharon en un largo tubo que alcanzaba el cielo. Y continuó soplando el tubo se dobló como un arco mágico y su final mas allá de la curva que da el océano. - Que estás haciendo ?, preguntó el viejo. Si tú quieres realmente probar la carne de koala, llévaselo a tu mamá y ella lo cocinara para ti.
- No!, exclamó el cuñado del niño. Mira lo que el ha hecho. El ha hecho un puente a la isla más allá del mar. Ahora podemos cruzarla y encontrar donde el boomerang ha aterrizado. Por seguro será un lugar mejor que el que estamos viviendo ahora. El puso sus pies en el puente de intestinos y comenzó a escalar el arco. Le siguió el niño luego el tío de su mamá, su papá y mamá, sus tías y hermanos y hermanas. Viendo que todos estaban subiendo al puente, el viejo les siguió también . La travesía duró muchos días, días sin comida y el quemante calor del sol, pero eventualmente llegaron al término de la escalada. Se deslizaron por el lado mas lejano del arco y se encontraron en la isla lejana. Era un buen lugar. El pasto era más verde que en su propia tierra, sombreado por eucaliptos, con frescas y claras aguas que ellos no habían visto o probado. Y sin saberlo porque esas tierras a las cuales habían ido era la costa este de Australia. Cuando toda le gente de la tribu estaba ahí, dejaron que el puente del arco se fuera. El sol brilló en él volviéndose en muchos resplandecientes colores que formaron el arco iris que ha sido siempre visto por el hombre. Y como ellos observaban los brillantes colores el arco iris lentamente desaparecía. El niño se volvió un Koala y su cuñado en un gato nativo. Aunque los otros hombres de la tribu permanecieron sin cambios, ellos se repartieron en un numero de grupos, cada uno con sus propios totems, y se marcharon a varias partes de la isla continente. Y así fue como otro viejo, muchas generaciones después que el primer aborigen tardó en venir desde otra isla y llegó a ser el progenitor de varias tribus que ocuparon el nuevo territorio.

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