La historia de Hinemoa y Tutanekai tuvo lugar hace 300 años. Tutanekai era un joven de una tribu de la isla sagrada de Mokoia, Hinemoa era hija de un importante jefe de una tribu que vivía en lo que hoy es Rotorua, a la orilla del Lago Rotorua. El padre de Hinemoa, prohibía la relación de su hija con Tutanekai, por tener éste un estatus social dentro de su tribu demasiado bajo. Ambas tribus, como en toda buena historia de amor que se precie, estaban enfrentadas.
Frente a los impedimentos, Tutanekai se sentaba en la orilla de su isla a tocar su koauau (flauta), mientras pensaba en Hinemoa, quien por su parte escuchaba las melodías llegar desde Iri Iri Kapua, su roca a la orilla del lago en tierra firme. El tiempo pasaba y la tribu de Hinemoa se esforzaba en impedir que su relación, retirando de la orilla todas las wakas (canoas maoríes) para que no pudiesen verse nunca más.
Una oscura noche, las melodías tocadas por Tutanekai con su koauau fueron demasiado para la joven Hinemoa, que corrió desesperada hacia la orilla con calabazas vacías atadas a su cuerpo para que la ayudasen a flotar durante los más de 4km de distancia que la separaban de la isla de Mokoia. Varias horas más tarde, muerta de frío y con todo su cuerpo entumecido, llegó a la orilla de Mokoia, donde se metió a descansar en Waikimihia, una pequeña piscina natural de agua caliente a la orilla de la isla, confiando en que Tutanekai la encontrara. Así fue, y una vez juntos, nunca más se volvieron a separar, consiguiendo la paz entre ambas tribus.
Sobre el año 1900, cuando el turismo empezó a pegar fuerte en Rotorua, algunos de los descendientes de Tutanekai e Hinemoa, fueron los primeros guías turísticos maorís de Rotorua, una “tradición” que continuan hoy en día. Además, esta historia sirve de inspiración para la famosa canción de Pokarekare Ana, la cual voy a intentar traducir (una vez traducida al inglés) más o menos.
Frente a los impedimentos, Tutanekai se sentaba en la orilla de su isla a tocar su koauau (flauta), mientras pensaba en Hinemoa, quien por su parte escuchaba las melodías llegar desde Iri Iri Kapua, su roca a la orilla del lago en tierra firme. El tiempo pasaba y la tribu de Hinemoa se esforzaba en impedir que su relación, retirando de la orilla todas las wakas (canoas maoríes) para que no pudiesen verse nunca más.
Una oscura noche, las melodías tocadas por Tutanekai con su koauau fueron demasiado para la joven Hinemoa, que corrió desesperada hacia la orilla con calabazas vacías atadas a su cuerpo para que la ayudasen a flotar durante los más de 4km de distancia que la separaban de la isla de Mokoia. Varias horas más tarde, muerta de frío y con todo su cuerpo entumecido, llegó a la orilla de Mokoia, donde se metió a descansar en Waikimihia, una pequeña piscina natural de agua caliente a la orilla de la isla, confiando en que Tutanekai la encontrara. Así fue, y una vez juntos, nunca más se volvieron a separar, consiguiendo la paz entre ambas tribus.
Sobre el año 1900, cuando el turismo empezó a pegar fuerte en Rotorua, algunos de los descendientes de Tutanekai e Hinemoa, fueron los primeros guías turísticos maorís de Rotorua, una “tradición” que continuan hoy en día. Además, esta historia sirve de inspiración para la famosa canción de Pokarekare Ana, la cual voy a intentar traducir (una vez traducida al inglés) más o menos.
Tormentosas son las aguas
del inquieto Waiapu
Si tú las cruzas, niña
se calmarán.
Oh niña
vuelve a mí
Yo podría morir
de amor por ti.
Te escribo mi carta
te envío mi anillo
para que tu gente pueda ver
lo perturbado que estoy.
Oh niña
vuelve a mí
Yo podría morir
de amor por ti
Mi pluma está destrozada,
no tengo más papel,
pero mi amor
es aún firme.
Oh niña
vuelve a mí.
Yo podría morir
de amor por ti.
Mi amor nunca,
será secado por el sol
Estará siempre humedecido
por mis lágrimas.
Oh niña
vuelve a mí.
Yo podría morir
de amor por ti.
del inquieto Waiapu
Si tú las cruzas, niña
se calmarán.
Oh niña
vuelve a mí
Yo podría morir
de amor por ti.
Te escribo mi carta
te envío mi anillo
para que tu gente pueda ver
lo perturbado que estoy.
Oh niña
vuelve a mí
Yo podría morir
de amor por ti
Mi pluma está destrozada,
no tengo más papel,
pero mi amor
es aún firme.
Oh niña
vuelve a mí.
Yo podría morir
de amor por ti.
Mi amor nunca,
será secado por el sol
Estará siempre humedecido
por mis lágrimas.
Oh niña
vuelve a mí.
Yo podría morir
de amor por ti.
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