jueves, 15 de agosto de 2013

Jugué Kimbomba

Así como ves, tengo tantas ganas de volver a jugar kimbomba, tengo ya mucho tiempo sin jugar. Por eso cuando paso por donde están jugando me dan ganas de entrarle, aunque quiera no puedo, porque en casa me dijeron: El día que te vea jugar kimbomba te castigaré. Es necesario a que espere a que sane la herida de mi frente para que pueda jugar de nuevo.

El día de ayer casi me ven jugar. Gracias a un aviso oportuno de que mi padre se acercaba me dio tiempo de sentarme como espectador, el me miró de reojo y me dijo que vaya a comer. Mi padre es bueno porque cuando estoy sano me invita a jugar. En ocasiones cuando regresa de trabajar, sino está muy cansado él me dice que juguemos aunque esto no es a diario.

El día que me rajaron la frente se enojo bastante conmigo. Mientras me curaban él me regañaba. Entre la curación y los regaños no pude distinguir que era lo que más me dolía. Acércate y mira, no te engaño, acéchalo. ¿Cómo lo viste?...¿Es grande?...Ni me preguntes...me bañe con mi sangre, toda mi ropa se manchó. ¿Te gustaría saber cómo sucedió? Te platicaré este doloroso accidente:

Todo comenzó cuando fui a comprar una kimbomba a P'iti Tuch, tome mi juguete y me fui a la casa, justo cuando iba yo entrando, mi hermano que llegaba de la escuela.

¿Te gustaría jugar kimbombá?, lleva tus útiles y no tardes en regresar para que comencemos.

Pasamos un gran rato jugando bajo la sombra de la ceiba que se encuentra enfrente de mi casa. Te digo que tardamos jugando, porque mi madre nos habló dos veces para ir a comer, la tercera vez no recuerdo haberlo escuchado, ni como llegue a mi vieja hamaca.

Hay algo que no olvidaré jamás: el momento en que vi venir hacia mí la kimbomba, conforme se iba acercando la veía más grande, al mismo tiempo que levantaba las manos para atraparla, sin embargo no pude hacerlo. Sólo recuerdo que cruzó como rayo entre mis manos y se estrello en mi frente, entonces comencé a sentir lo caliente de mi sangre que corría en mi cara. Además creo que mi grito se escuchó en todo el pueblo. Como un sueño, recuerdo como se me obscureció la vista y luego me desplomé.

Para cuando desperté estaba en mi vieja hamaca y me estaban curando

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