domingo, 17 de enero de 2010

Hermanito y Hermanita

Hace mucho tiempo ya, un niño tomó de la mano a su hermana y le dijo: "Desde que nuestra madre murió no hemos tenido un solo día de felicidad. Nuestra nueva madrastra nos maltrata y nos da de comer las sobras del pan viejo que nadie más quiere. Dejemos juntos esta casa y vaguemos por el bosque para buscar una nueva fortuna.".

Así vagaron durante mucho, mucho tiempo, adentrándose en lo más profundo del bosque hasta que cayeron rendidos al pie de un árbol, cansados, y sin haber podido comer nada. El niño dijo a su hermana: "¡Estoy tan sediento! Creo que oigo a lo lejos un arroyo. Vayamos hacia él."

Sin embargo, lo que ellos desconocían eran que su madrastra era una malvada bruja, que enterada de sus planes, había encantado todas las fuentes de agua del bosque. Por eso cuando se acercaron al arroyo el niño se disponía a beber pero su hermana oyó el agua que saltaba de piedra en piedra cantando: Bebe de mí y te convertirás en un tigre. Alarmada la joven gritó: "Hermanito, no bebas de esa agua porque te convertirás en un tigre y me despedazarás." Así que siguieron camito hasta que se encontraron con otro arroyo. El niño se disponía a beber pero su hermana oyó el agua que saltaba de piedra en piedra cantando: Bebe de mí y te convertirás en un lobo. La joven le advirtió: "Hermanito, no bebas de esa agua porque te convertirás en un lobo y me comerás."

Retomaron la marcha y nuevamente llegaron a un curso de agua donde la jóven escuchó al agua cantar: Bebe de mí y te convertirás en un cervatillo. La muchacha dijo a su hermano: "No bebas. Te convertirás en un cervatillo y huirás lejos de mí." Pero el niño, sediento, ya se había arrodillado sobre el curso de agua y había comenzado a beber. Instantáneamente, y como el agua había predicho, se convirtió en un grácil cervatillo. Su hermana, tomó de su vestido su hermoso lazo dorado e hizo un collar alrededor del cuello del animalillo diciéndole: "No te preocupes, yo siempre te cuidaré". Tristemente retomaron la marcha hasta que llegaron a un cabaña abandonada. La joven buscó en el bosque algo de musgo para hacerle a su hermanito un confortable colchón, colocando su cabeza sobre su lomo como si fuera una almohada. Y así pasaron la noche. Cuando llegó la mañana, buscó algunas bayas y nueces para ella y el pasto más tierno para su hermano. Hubieran sido muy felices si tan solo el niño hubiese podido recobrar su forma humana.

Pero resulta que un día, el rey del país organizó una partida de caza y en todo el bosque resonaron los cuernos de los cazadores, el estruendo de los caballos, los gritos de los hombres y los aullidos de los sabuesos. Al oir este alboroto el cervatillo dijo a su hermana: "No puedo resistirlo, yo debo ir también a la cacería" Y viendo que no podría disuadirlo la joven le dijo: "De acuerdo, ve. Pero cuidate de volver antes del anochecer. Yo me encerraré en la cabaña por temor a los cazadores, así que cuando vuelvas golpea la puerta y dí: Hermanita, déjame entrar, y yo te abriré." Ni bien hubo dicho esto el cervatillo partió. Enseguida los cazadores se percataron del hermoso animal con el lazo dorado en su cuello.

Lo persiguieron durante todo el día, pero tan rápido y grácil era, que no pudieron darle alcance. Cuando comenzó a anochecer el hermanito retornó a la cabaña y golpeando la puerta dijo: "Hermanita, por favor, déjame entrar." Lo mismo ocurrió al día siguiente cuando una vez más el cervatillo partió en busca de los cazadores, aunque esta vez una de las flechas que le lanzaron lo alcanzó en una pata, y con mayor dificultad llegó a la cabaña. Aunque él no lo sabía, aún uno de los cazadores lo perseguía sigilosamente, y sorprendido lo vió llegar a la cabaña y decir: "Hermanita, déjame entrar", para refugiarse en su interior. Y corriendo volvió junto al rey para contarle lo acontecido.
Mientras tanto, en la cabaña, la muchacha curó con hierbas la herida de su hermano, y por la mañana éste ya se había recobrado por completo. Esta vez, cuando el cervatillo quiso partir, preocupada por lo sucedido el día anterior, la hermana le suplicó que no fuera, pero sus ruegos fueron inútiles, porque el animalito no podía resistir su naturaleza. Sin embargo, lo que ambos ignoraban era que intrigado por lo que su cazador le había contado, el rey había dado órdenes de que se siga al cervatillo del lazo dorado pero sin hacerle daño.

Así llegaron a la cabaña pero esta vez fue el propio rey el que golpeó a la puerta y dijo: "Hermanita, déjame entrar". La puerta se abrió y precipitadamente el monarca se introdujo en su interior. La jóven miró asustada a este hombre desconocido que tenía ante sí, pero el rey, prendado inmediatamente de su hermosura, la tomó dulcemente de la mano y le dijo: "Hermosa doncella, ¿no quieres venir conmigo a mi castillo y convertirte en mi reina?" La jóven accedió en tanto le permitieran llevar con ella al cervatillo, lo que así se hizo. Y es así como una inmensa felicidad invadió la vida de los hermanitos, más aún cuando un año después, la jóven dió a luz un hermoso heredero mientras el rey estaba ausente de cacería.

De todo esto estaba enterada, gracias a sus brujerías, la malvada madrastra, que había pensado que los niños serían despedazados por las bestias del bosque. Así que aprovechando la ausencia del rey, se infiltró disfrazada como sirvienta en el castillo y entró en la habitación de la reina que aún se encontraba débil.

Tomándola la obligó a levantarse de la cama para tomar un baño. Pero en lugar de prepararle una tina caliente la encerró en una habitación llena de humo donde la pobre reina pronto se sofocó y murió. Entonces, hizo entrar a su horrible hija y la metió en la cama dándole la forma de la verdadera reina, aunque lo único que no pudo disimular con sus sortilegios era el ojo que faltaba en la cara de su hija. Cuando el rey regresó al castillo y se enteró de que había nacido su hijo quiso ver a su esposa, pero la bruja lo detuvo diciéndole que ésta aún muy débil y no debía recibir visitas.

Esa noche, en la habitación donde el principito y el cervatillo dormían, el fantasma de la reina entró en la habitación a la vista de una doncella que se había quedado allí para cuidar al bebé. Se acercó a su hijito y tomándolo en brazos lo acunó para depositarlo nuevamente en su cunita. Luego se acercó a su hermanito y acariciándolo en el lomo volvió a dejar la habitación diciendo:"Hoy he venido y dos noches más volveré". Lo mismo ocurrió la noche siguiente, pero esta vez la doncella oyó a la reina decir: "Hoy he venido, y una noche más volveré".

Entonces la niñera decidió contar al rey lo que había visto y oído y el rey mismo decidió que iría a cuidar al niño esa noche.Así, cuando la reina entró, después de haber acunado al niño y acariciado al cervatillo dijo: "Hoy he venido, pero ya no volveré".Entonces el rey, se acercó a ella y tomándola del brazo le dijo: "Tú eres mi verdadera esposa".-"Sí, lo soy", dijo la reina, y por arte de encantamiento volvió a la vida liberada.
Descubierto el engaño de la bruja y su hija, éstas fueron enjuiciadas y sentenciadas. La hija debió internarse en el bosque donde las bestias la deboraron. La bruja fue quemada, y cuando el viento se hubo llevado sus cenizas, el cervatillo recuperó su forma de niño.

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