En Kiev el soberano Vladimir-Sol Brillante, celebra un festín porque su hermosa hija, Ludmila; es la elegida del valeroso principe Ruslan y hoy, en palacio ambos contraerán matrimonio..
Sin embargo, la alegría termina cuando los jóvenes son dejados a solas. Una horrenda sombra salida de la nada envuelve a Ludmila arrancándola de los brazos de Ruslan, quien impotente ve desaparecer a su amada.
Presa de la desesperación Vladimir implora a los jóvenes caballeros presentes que encuentren a su hija. Ruslan se apresura a aceptar la empresa pero con él tres temibles adversarios parten. Los caballeros Farlaf, Ratmir y Rogdai, celosos de Ruslan, deciden competir en la búsqueda para ganar la mano de la princesa.-
Parten los guerreros en distintas direcciones pero inesperadamente los caminos de Rogdai y Ruslan se entrecruzan nuevamente.- Enfurecido y en la esperanza de ganar a la perdida princesa, Rogdai se lanza contra su adversario batiéndose con fiereza a la vera de un río hasta que finalmente Rogdai es vencido cayendo al agua donde una sirena lo arrastra al fondo para no volver ya, más que como un fantasma que los pescadores solitarios dirían ver largo tiempo después.
Vencedor, pero aún en la desesperanza, Ruslan vaga por el mundo entristecido buscando a su novia. En este estado es que llega a una cueva donde pretende pasar la noche. Penetra en su interior y descubre que está iluminada. Continúa caminando hasta que da con un anciano barbudo que lee sentado en una silla iluminado por una lampara de combustible.-El viejo nota su presencia y dice estar esperándolo habiendo previsto la desgracia de Ludmila.- La princesa, dice el hombre, ha sido capturada por Chernomor, un hechicero enano y jorobado de grandes bigotes que captura a las doncellas y las encierra en su castillo secreto en las colinas. Si Ruslan desea recuperar a su amada, deberá cabalgar hacia el Norte y vencer a Chernomor.- Aliviado, Ruslan agradece al anciano quien le narra a su vez su propia historia de desgracias.- Habiendo nacido en Finlandia muchos años atras, quedó perdidamente enamorado de una hermosísima joven de su aldea de nombre Nahina. Sin embargo la jóven lo rechazó reiteradamente sin importar las aventuras que en su nombre emprendiera ni los presentes que a sus pies depositase. Finalmente, el enamorado finlandés decide internarse en el bosque para aprender los más profundos secretos de la magia y ganar con un hechizo a la hermosa Nahina. Pasó incontables años estudiando y finalmente volvió al pueblo de su niñez. El hechizo había funcionado, pero en lugar de la hermosa muchacha encontró a una anciana bruja. Nahina también se había dedicado al estudio de las ciencias ocultas, pero su interés la llevó a lado más oscuro de la magia convirtiendola en una bruja mezquina. Sin embargo, el hechizo del finlandés había dado resultado, pero era ahora éste quien no quería su amor, por lo que viéndose rechazada, la bruja promete vengarse, prometiéndole fidelidad al malvado Chernomor.
Así es como la encontramos pues a la indefensa Ludmila. Tras haber sido raptada por esa nube de sombras, la princesa despierta en una suntuosa habitación del palacio de Chernomor, recostada sobre suaves cojines y sábanas de seda. Un ejército de doncellas esclavas se le acercan y comienzan a vestirla con ricos ropajes, adornándola con joyas y peinando sus cabellos, para desaparecer nuevamente tan rápido como llegaron.- Sola una vez más Ludmila cruza el umbral de la puerta y se encuentra en un fabuloso jardín, repleto de hermosísimas flores, arboles, fuentes, y cuanto fuera posible soñar, pero conciente de su encierro llora amargamente hasta que la noche la sorprende y una vez más la nube la transporta de nuevo a su recámara. Allí acostada en la oscuridad, temblando de miedo, Ludmila oye la puerta abrirse y por primera vez conoce a su grotesco carcelero. El enano, enfermo de amor se acerca a la jóven quien, presa del pánico comienza a gritar y a blandir sus puños al aire tan sorpresiva y violentamente que el enano se vuelve confundido abandonando la habitación a toda velocidad. Con el nuevo día los temores de la princesa han cedido, reiniciándose una vez más el ritual de las silenciosas esclavas pero cuando se ve nuevamente sola en la inmensa habitación, su angustia reaparece y sus ojos se llenan de lágrimas porque se sabe perdida. En este estado se hallaba cuando en una esquina de la habitación descubre el casco que, en el apuro, el enano había dejado tras de sí la noche anterior. Tentada, lo toma y se lo calza, jugando divertida por la novedad. De improviso, gira el casco sobre su cabeza y ¡maravilla! su imágen ha desaparecido del espejo. ¿Cómo imaginarlo?¡Justo cuando se creía perdida encontró el refugio perfecto que la mantendría lejos del hechicero! Chernomor por su parte, recuperado de la sorpresa de la noche anterior dirigía sus pasos hacia la habitación de la princesa, dispuesto a vengarse, pero cuando cautivo de la ira cruza la puerta, horrorizado comprueba que su valiosa caza no se encuentra ya en su jaula. Descompuesto por el enojo grita a sus sirvientes para que comiencen una búsqueda exaustiva de la princesa por todo el castillo. Los pobres hombres siguen sus órdenes pero en vano.-Solo logran ser presa de Ludmila que, divertida, juega con ellos camuflada por el casco que le permite hacerles oir su risa sin llegar a dar con ella.-
Mientras tanto, Ruslan continúa cabalgando hacia el castillo, tal y como se lo indicara el finlandés. Así es que llega a un paraje desierto, sembrado por los cuerpos de quienes alguna vez fueran valientes caballeros como él mismo. Las armas y armaduras roídas de algunos de ellos revelaban lo antiguo de su caída. Otros, más recientes quizás, yacían aún sobre los restos de sus cabalgaduras, como si aún estuviesen vivos.-En este espeluznante y fantasmagórico lugar nada se oía, solo un silencio de muerte, hasta que de improviso una terrible risa se oye desde arriba. Ruslan alza la vista y descubre una enorme cabeza, sin torso, que se burlaba de la suerte de los hombres que le precedieron y de la que anticipaba a nuestro héroe. Sin amedrentarse, el jóven continúa la marcha desafiando a su extraño enemigo, a lo que la cabeza, airada contesta con una feroz ráfaga de viento que casi desmonta al caballero. Viendo la perseverancia del mismo, la cabeza continúa atosigándolo y burlándose de él, sacando su gigantesca lengua para atacarlo. Sin perder un momento, Ruslan toma una lanza y la clava en la viscosidad enemiga provocando un río de sangre y un dolor inmenso a su oponente que, atormentado, cae de su sitio y comienza a lamentarse.-
En el sitio donde antes estaba la cabeza, Ruslan percibe un centelleo enceguecedor. Se acerca y descubre una magnífica espada, dorada como el sol. La toma y se dirije a la gimiente cabeza, pero misericordioso le perdona la vida.-Esta, librada de un deshonrroso final, jura fidelidad al héroe y se explica en estos términos: Mucho tiempo atrás, había sido un valeroso y galante caballero, hermano de Chernomor. Éste, celoso de su buena fortuna, se dedicó al estudio de la magia. Así es que toma conocimiento de la revelación que comunica sin demoras al caballero:”Existe una espada enterrada en un calabozo que algún día le cortaría a su hermano la cabeza y a él su barba mágica”.-Así, ambos decidieron emprenderse en su búsqueda y finalmente dieron con ella, pero una vez que la tuvieron en su poder comenzaron a discutir respecto a cuál de los dos correspondía su guarda.-Para dirimir el conflicto, Chernomor propone que ambos pongan su oreja en la tierra, y el primero que oiga algo se quedará con la espada.-El caballero, pensando que engañará a su hermano así lo hace, pero cuando está en esa posición, el traicionero hechicero levanta la espada y con un tremendo golpe separa su cabeza del cuerpo, la que, por algún oscuro sortilegio, conserva su vida.-Chernomor la toma entonces y la deja en ese campo desierto, para custodiar la espada.- La cabeza se dirige ahora a Ruslan y le aconseja que empuñe el arma y con ella corte al enano sus bigotes mágicos, sin los cuales estará indefenso.-
Pero me estoy olvidando de la suerte de nuestro tercer héroe Ratmir.- Este, todavía a la búsqueda de Ludmila busca en la foresta un lugar donde pasar la noche. A lo lejos divisa un castillo desde el que se oye la voz de doncellas que con dulces cantos lo invitan a refugiarse con ellas prometiéndole belleza y paz. Ratmir accede al castillo conducido por las jóvenes que desde la puerta lo aguardaban. Una vez dentro es despojado de sus armas y armadura sometiéndose el caballero sin resistencia a un tibio baño perfumado. Allí, entre placeres y atenciones, olvida pronto a Ludmila.
Quien no puede olvidar a la princesa es el frenético enano que, tras varios días de búsqueda infructuosa está cada vez más obsesionado con la idea de encontrar a la joven. Ésta, por su parte, suspira en los jardines, ansiosa ya de ser rescatada por su amado, y son esas ansias las que nublan su visión y a lo lejos la hacen distinguir la silueta de Ruslan, que junto a un árbol en los jardines parece estar buscándola. Llena de ilusión corre hacia sus brazos pero a punto de llegar descubre que todo no había sido más que un engaño viéndose atrapada en una red que la eleva por los aires y le hace perder su casco, para quedar así una vez más a merced de Chernomor. Desesperada pierde el conocimiento justo cuando el hechicero se dispone a apoderarse de su presa. Pero esto el malvado no logra concretarlo porque oye con disgusto un cuerno de guerra desafiante que del otro lado de la muralla del castillo Ruslan hace sonar invitándolo a combatir. El enano confiado acepta el desafío y para sorpresa del héroe, vuela por encima de la muralla cayendo encima del caballero. Fiero lucha Ruslan pero el enano se mueve con demasiada rapidez y no logra dar golpe certero hasta que finalmente, logra asirlo de la barba elevándose el enano con violencia en la esperanza de dejarlo caer. Así, fuertemente asido, vuelan juntos por encima de montañas y mares, de bosques y estepas durante tres días, hasta que el enano comienza a perder sus fuerzas. “Tarde o temprano deberás soltarme”, le dice, “porque sino caeremos los dos”. Pero firme en su determinación Ruslan le enseña su espada a cuya vista el hechicero se horroriza, y temeroso, lo deposita nuevamente en el suelo del palacio. Sin perder un momento, Ruslan tira de la barba y con la espada le corta los bigotes que, a modo triunfal, ciñe sobre su casco, atando al enano a la silla de su caballo. Presuroso, entra al castillo que, al ser vencido el hechicero, todos los sirvientes han abandonado. En los jardines, todavía en un trance encuentra a Ludmila, que pese a sus ruegos no abre los ojos. Ruslan está a punto de desesperar pero la voz del finlandés oye tranquilizadora, augurando que el hechizo bajo el que Ludmila se encuentra se desvanecerá cuando la regrese al palacio de su padre en Kiev. Feliz, el caballero toma a la princesa en sus brazos y comienza a cabalgar de regreso a su país.
En el camino, encuentran nuevamente a la cabeza, lánguida y desfalleciente, que, a la vista del enano recupera todo su vigor para lanzar una última maldición a su hermano, quien la contempla desde su silla presa del pavor. Con esto se rompe por fin el encantamiento y la cabeza puede morir en paz.
Reemprenden la marcha y a lo lejos, en la playa que se extiende por debajo de ellos, ve Ruslan a un sencillo pescador que regresa su bote a la orilla para ser recibido por su esposa que presurosa corre feliz a sus brazos. El pescador, reconoce el caballero, no es sino Ratmir. Confundido, Ruslan se acerca a él quien lo recibe con afecto, feliz de que el caballero hubiese encontrado por fin a la princesa. “He renunciado a 12 ninfas exquisitas porque a ninguna de ellas pertenecía mi corazón”, se explica Ratmir, “y es en la inmensa soledad del bosque en que he comprendido que no era la vida de gloriosas luchas la que el destino tenía preparada para mí. En la sencillez de este hogar y el amor de mi esposa he encontrado todo lo que anhelaba”. Feliz, Ruslan, abraza a su viejo enemigo y hace un pacto de amistad eterna, volviéndo a su amada para descansar. Juntos yacen en el bosque, Ludmila hechizada, Ruslan en el más profundo sueño.
Mientras, el olvidado Farlaf, vagabundea aún por los bosques buscando una salida. Ante él se presenta la malvada Nahina que, tomando la forma de un gato, le ordena seguirlo. Así lo hace temeroso Farlaf y llegan al lugar donde los jóvenes amantes descansan. El cobarde toma a Ludmila clavando tres veces en Ruslan su espada y abandonándolo allí para morir. El enano al ver el río de sangre se cree por fin liberado.
Farlaf llega pues a Kiev con la princesa y se adjudica la victoria sobre su captor, pero para tristeza de todos Ludmila no recupera el conocimiento. Toda la ciudad permanece en vela, custodiando a la desdichada princesa, pero la desventura quiere que precisamente en ese instante un campamento de Turcos los rodea preparándose para atacar.
Lejos de allí, en un secreto lugar de un apartado bosque, dos corrientes de agua fluyen contiguas. Una salta entre las piedras, está llena de cantos y sonidos porque se trata de agua de la vida. La otra es agua muerta, no hay aves que jueguen en su cercanía ni animales que beban de ella. Dos espíritus las custodian desde el comienzo de los tiempos, y frente a ellos, sacándolos de su trance, se aparece el finlandés, cargando dos jarras vacías una de las cuales llena con agua de vida, completando la otra con agua muerta. En un suspiro ha desaparecido nuevamente reapareciendo junto al cuerpo sin vida de Ruslan. Vierte el agua de muerte sobre sus heridas y estas comienzan a sanar. Llena la boca del joven con agua de vida y este recupera el aliento, reconociendo al bondadoso hechicero pero percatándose a su vez de la ausencia de Ludmila. Viendo su angustia el finlandés explica, que la princesa está bien pero no despertará hasta que Kiev esté a salvo. Ruslan deberá combatir para vencer a los opresores de la ciudad, pero nada debe preocuparle porque su sola presencia infundirá temor en sus enemigos asegurándole la victoria. Diciendo esto le entrega un anillo con el que deberá tocar el párpado de Ludmila para que esta despierte.
En Kiev, por su parte, el alba comienza a romper y con ella las tropas enemigas se lanzan hacia las murallas. Los hombres de la ciudad pelean valerosamente pero muchas vidas se pierden y mucha sangre es derramada. Cuando poca esperanza queda ya, desde la ciudad se ve aparecer a lo lejos, desde el aire, un guerrero vestido con malla de bronce y refulgente espada avanza como una ráfaga entre los Turcos dejando un rastro de enemigos muertos tras de sí. Atado a su silla, detrás de él, un enano. Pronto los agresores son vencidos y abandonan Kiev. Victorioso, Ruslan entra a la ciudad donde es aclamado por todos menos por Farlaf, que al verlo llegar sabe que su fin está próximo.
Ruslan corre a la recámara de Ludmila conde Vladimir llora a sus pies. Haciendo tal y como le fuera indicado, toca con su anillo el párpado de Ludmila quien abre sus ojos y, maravillada por la vista de su caballero, lo abraza con fuerza.
Tal fue la felicidad y el júbilo de todos que Ruslan perdonó al cobarde Farlaf, y el enano, ya sin poderes, es desatado y añadido al cortejo de Vladimir. Un gran banquete se celebra en honor a los jóvenes esposos.
Sin embargo, la alegría termina cuando los jóvenes son dejados a solas. Una horrenda sombra salida de la nada envuelve a Ludmila arrancándola de los brazos de Ruslan, quien impotente ve desaparecer a su amada.
Presa de la desesperación Vladimir implora a los jóvenes caballeros presentes que encuentren a su hija. Ruslan se apresura a aceptar la empresa pero con él tres temibles adversarios parten. Los caballeros Farlaf, Ratmir y Rogdai, celosos de Ruslan, deciden competir en la búsqueda para ganar la mano de la princesa.-
Parten los guerreros en distintas direcciones pero inesperadamente los caminos de Rogdai y Ruslan se entrecruzan nuevamente.- Enfurecido y en la esperanza de ganar a la perdida princesa, Rogdai se lanza contra su adversario batiéndose con fiereza a la vera de un río hasta que finalmente Rogdai es vencido cayendo al agua donde una sirena lo arrastra al fondo para no volver ya, más que como un fantasma que los pescadores solitarios dirían ver largo tiempo después.
Vencedor, pero aún en la desesperanza, Ruslan vaga por el mundo entristecido buscando a su novia. En este estado es que llega a una cueva donde pretende pasar la noche. Penetra en su interior y descubre que está iluminada. Continúa caminando hasta que da con un anciano barbudo que lee sentado en una silla iluminado por una lampara de combustible.-El viejo nota su presencia y dice estar esperándolo habiendo previsto la desgracia de Ludmila.- La princesa, dice el hombre, ha sido capturada por Chernomor, un hechicero enano y jorobado de grandes bigotes que captura a las doncellas y las encierra en su castillo secreto en las colinas. Si Ruslan desea recuperar a su amada, deberá cabalgar hacia el Norte y vencer a Chernomor.- Aliviado, Ruslan agradece al anciano quien le narra a su vez su propia historia de desgracias.- Habiendo nacido en Finlandia muchos años atras, quedó perdidamente enamorado de una hermosísima joven de su aldea de nombre Nahina. Sin embargo la jóven lo rechazó reiteradamente sin importar las aventuras que en su nombre emprendiera ni los presentes que a sus pies depositase. Finalmente, el enamorado finlandés decide internarse en el bosque para aprender los más profundos secretos de la magia y ganar con un hechizo a la hermosa Nahina. Pasó incontables años estudiando y finalmente volvió al pueblo de su niñez. El hechizo había funcionado, pero en lugar de la hermosa muchacha encontró a una anciana bruja. Nahina también se había dedicado al estudio de las ciencias ocultas, pero su interés la llevó a lado más oscuro de la magia convirtiendola en una bruja mezquina. Sin embargo, el hechizo del finlandés había dado resultado, pero era ahora éste quien no quería su amor, por lo que viéndose rechazada, la bruja promete vengarse, prometiéndole fidelidad al malvado Chernomor.
Así es como la encontramos pues a la indefensa Ludmila. Tras haber sido raptada por esa nube de sombras, la princesa despierta en una suntuosa habitación del palacio de Chernomor, recostada sobre suaves cojines y sábanas de seda. Un ejército de doncellas esclavas se le acercan y comienzan a vestirla con ricos ropajes, adornándola con joyas y peinando sus cabellos, para desaparecer nuevamente tan rápido como llegaron.- Sola una vez más Ludmila cruza el umbral de la puerta y se encuentra en un fabuloso jardín, repleto de hermosísimas flores, arboles, fuentes, y cuanto fuera posible soñar, pero conciente de su encierro llora amargamente hasta que la noche la sorprende y una vez más la nube la transporta de nuevo a su recámara. Allí acostada en la oscuridad, temblando de miedo, Ludmila oye la puerta abrirse y por primera vez conoce a su grotesco carcelero. El enano, enfermo de amor se acerca a la jóven quien, presa del pánico comienza a gritar y a blandir sus puños al aire tan sorpresiva y violentamente que el enano se vuelve confundido abandonando la habitación a toda velocidad. Con el nuevo día los temores de la princesa han cedido, reiniciándose una vez más el ritual de las silenciosas esclavas pero cuando se ve nuevamente sola en la inmensa habitación, su angustia reaparece y sus ojos se llenan de lágrimas porque se sabe perdida. En este estado se hallaba cuando en una esquina de la habitación descubre el casco que, en el apuro, el enano había dejado tras de sí la noche anterior. Tentada, lo toma y se lo calza, jugando divertida por la novedad. De improviso, gira el casco sobre su cabeza y ¡maravilla! su imágen ha desaparecido del espejo. ¿Cómo imaginarlo?¡Justo cuando se creía perdida encontró el refugio perfecto que la mantendría lejos del hechicero! Chernomor por su parte, recuperado de la sorpresa de la noche anterior dirigía sus pasos hacia la habitación de la princesa, dispuesto a vengarse, pero cuando cautivo de la ira cruza la puerta, horrorizado comprueba que su valiosa caza no se encuentra ya en su jaula. Descompuesto por el enojo grita a sus sirvientes para que comiencen una búsqueda exaustiva de la princesa por todo el castillo. Los pobres hombres siguen sus órdenes pero en vano.-Solo logran ser presa de Ludmila que, divertida, juega con ellos camuflada por el casco que le permite hacerles oir su risa sin llegar a dar con ella.-
Mientras tanto, Ruslan continúa cabalgando hacia el castillo, tal y como se lo indicara el finlandés. Así es que llega a un paraje desierto, sembrado por los cuerpos de quienes alguna vez fueran valientes caballeros como él mismo. Las armas y armaduras roídas de algunos de ellos revelaban lo antiguo de su caída. Otros, más recientes quizás, yacían aún sobre los restos de sus cabalgaduras, como si aún estuviesen vivos.-En este espeluznante y fantasmagórico lugar nada se oía, solo un silencio de muerte, hasta que de improviso una terrible risa se oye desde arriba. Ruslan alza la vista y descubre una enorme cabeza, sin torso, que se burlaba de la suerte de los hombres que le precedieron y de la que anticipaba a nuestro héroe. Sin amedrentarse, el jóven continúa la marcha desafiando a su extraño enemigo, a lo que la cabeza, airada contesta con una feroz ráfaga de viento que casi desmonta al caballero. Viendo la perseverancia del mismo, la cabeza continúa atosigándolo y burlándose de él, sacando su gigantesca lengua para atacarlo. Sin perder un momento, Ruslan toma una lanza y la clava en la viscosidad enemiga provocando un río de sangre y un dolor inmenso a su oponente que, atormentado, cae de su sitio y comienza a lamentarse.-
En el sitio donde antes estaba la cabeza, Ruslan percibe un centelleo enceguecedor. Se acerca y descubre una magnífica espada, dorada como el sol. La toma y se dirije a la gimiente cabeza, pero misericordioso le perdona la vida.-Esta, librada de un deshonrroso final, jura fidelidad al héroe y se explica en estos términos: Mucho tiempo atrás, había sido un valeroso y galante caballero, hermano de Chernomor. Éste, celoso de su buena fortuna, se dedicó al estudio de la magia. Así es que toma conocimiento de la revelación que comunica sin demoras al caballero:”Existe una espada enterrada en un calabozo que algún día le cortaría a su hermano la cabeza y a él su barba mágica”.-Así, ambos decidieron emprenderse en su búsqueda y finalmente dieron con ella, pero una vez que la tuvieron en su poder comenzaron a discutir respecto a cuál de los dos correspondía su guarda.-Para dirimir el conflicto, Chernomor propone que ambos pongan su oreja en la tierra, y el primero que oiga algo se quedará con la espada.-El caballero, pensando que engañará a su hermano así lo hace, pero cuando está en esa posición, el traicionero hechicero levanta la espada y con un tremendo golpe separa su cabeza del cuerpo, la que, por algún oscuro sortilegio, conserva su vida.-Chernomor la toma entonces y la deja en ese campo desierto, para custodiar la espada.- La cabeza se dirige ahora a Ruslan y le aconseja que empuñe el arma y con ella corte al enano sus bigotes mágicos, sin los cuales estará indefenso.-
Pero me estoy olvidando de la suerte de nuestro tercer héroe Ratmir.- Este, todavía a la búsqueda de Ludmila busca en la foresta un lugar donde pasar la noche. A lo lejos divisa un castillo desde el que se oye la voz de doncellas que con dulces cantos lo invitan a refugiarse con ellas prometiéndole belleza y paz. Ratmir accede al castillo conducido por las jóvenes que desde la puerta lo aguardaban. Una vez dentro es despojado de sus armas y armadura sometiéndose el caballero sin resistencia a un tibio baño perfumado. Allí, entre placeres y atenciones, olvida pronto a Ludmila.
Quien no puede olvidar a la princesa es el frenético enano que, tras varios días de búsqueda infructuosa está cada vez más obsesionado con la idea de encontrar a la joven. Ésta, por su parte, suspira en los jardines, ansiosa ya de ser rescatada por su amado, y son esas ansias las que nublan su visión y a lo lejos la hacen distinguir la silueta de Ruslan, que junto a un árbol en los jardines parece estar buscándola. Llena de ilusión corre hacia sus brazos pero a punto de llegar descubre que todo no había sido más que un engaño viéndose atrapada en una red que la eleva por los aires y le hace perder su casco, para quedar así una vez más a merced de Chernomor. Desesperada pierde el conocimiento justo cuando el hechicero se dispone a apoderarse de su presa. Pero esto el malvado no logra concretarlo porque oye con disgusto un cuerno de guerra desafiante que del otro lado de la muralla del castillo Ruslan hace sonar invitándolo a combatir. El enano confiado acepta el desafío y para sorpresa del héroe, vuela por encima de la muralla cayendo encima del caballero. Fiero lucha Ruslan pero el enano se mueve con demasiada rapidez y no logra dar golpe certero hasta que finalmente, logra asirlo de la barba elevándose el enano con violencia en la esperanza de dejarlo caer. Así, fuertemente asido, vuelan juntos por encima de montañas y mares, de bosques y estepas durante tres días, hasta que el enano comienza a perder sus fuerzas. “Tarde o temprano deberás soltarme”, le dice, “porque sino caeremos los dos”. Pero firme en su determinación Ruslan le enseña su espada a cuya vista el hechicero se horroriza, y temeroso, lo deposita nuevamente en el suelo del palacio. Sin perder un momento, Ruslan tira de la barba y con la espada le corta los bigotes que, a modo triunfal, ciñe sobre su casco, atando al enano a la silla de su caballo. Presuroso, entra al castillo que, al ser vencido el hechicero, todos los sirvientes han abandonado. En los jardines, todavía en un trance encuentra a Ludmila, que pese a sus ruegos no abre los ojos. Ruslan está a punto de desesperar pero la voz del finlandés oye tranquilizadora, augurando que el hechizo bajo el que Ludmila se encuentra se desvanecerá cuando la regrese al palacio de su padre en Kiev. Feliz, el caballero toma a la princesa en sus brazos y comienza a cabalgar de regreso a su país.
En el camino, encuentran nuevamente a la cabeza, lánguida y desfalleciente, que, a la vista del enano recupera todo su vigor para lanzar una última maldición a su hermano, quien la contempla desde su silla presa del pavor. Con esto se rompe por fin el encantamiento y la cabeza puede morir en paz.
Reemprenden la marcha y a lo lejos, en la playa que se extiende por debajo de ellos, ve Ruslan a un sencillo pescador que regresa su bote a la orilla para ser recibido por su esposa que presurosa corre feliz a sus brazos. El pescador, reconoce el caballero, no es sino Ratmir. Confundido, Ruslan se acerca a él quien lo recibe con afecto, feliz de que el caballero hubiese encontrado por fin a la princesa. “He renunciado a 12 ninfas exquisitas porque a ninguna de ellas pertenecía mi corazón”, se explica Ratmir, “y es en la inmensa soledad del bosque en que he comprendido que no era la vida de gloriosas luchas la que el destino tenía preparada para mí. En la sencillez de este hogar y el amor de mi esposa he encontrado todo lo que anhelaba”. Feliz, Ruslan, abraza a su viejo enemigo y hace un pacto de amistad eterna, volviéndo a su amada para descansar. Juntos yacen en el bosque, Ludmila hechizada, Ruslan en el más profundo sueño.
Mientras, el olvidado Farlaf, vagabundea aún por los bosques buscando una salida. Ante él se presenta la malvada Nahina que, tomando la forma de un gato, le ordena seguirlo. Así lo hace temeroso Farlaf y llegan al lugar donde los jóvenes amantes descansan. El cobarde toma a Ludmila clavando tres veces en Ruslan su espada y abandonándolo allí para morir. El enano al ver el río de sangre se cree por fin liberado.
Farlaf llega pues a Kiev con la princesa y se adjudica la victoria sobre su captor, pero para tristeza de todos Ludmila no recupera el conocimiento. Toda la ciudad permanece en vela, custodiando a la desdichada princesa, pero la desventura quiere que precisamente en ese instante un campamento de Turcos los rodea preparándose para atacar.
Lejos de allí, en un secreto lugar de un apartado bosque, dos corrientes de agua fluyen contiguas. Una salta entre las piedras, está llena de cantos y sonidos porque se trata de agua de la vida. La otra es agua muerta, no hay aves que jueguen en su cercanía ni animales que beban de ella. Dos espíritus las custodian desde el comienzo de los tiempos, y frente a ellos, sacándolos de su trance, se aparece el finlandés, cargando dos jarras vacías una de las cuales llena con agua de vida, completando la otra con agua muerta. En un suspiro ha desaparecido nuevamente reapareciendo junto al cuerpo sin vida de Ruslan. Vierte el agua de muerte sobre sus heridas y estas comienzan a sanar. Llena la boca del joven con agua de vida y este recupera el aliento, reconociendo al bondadoso hechicero pero percatándose a su vez de la ausencia de Ludmila. Viendo su angustia el finlandés explica, que la princesa está bien pero no despertará hasta que Kiev esté a salvo. Ruslan deberá combatir para vencer a los opresores de la ciudad, pero nada debe preocuparle porque su sola presencia infundirá temor en sus enemigos asegurándole la victoria. Diciendo esto le entrega un anillo con el que deberá tocar el párpado de Ludmila para que esta despierte.
En Kiev, por su parte, el alba comienza a romper y con ella las tropas enemigas se lanzan hacia las murallas. Los hombres de la ciudad pelean valerosamente pero muchas vidas se pierden y mucha sangre es derramada. Cuando poca esperanza queda ya, desde la ciudad se ve aparecer a lo lejos, desde el aire, un guerrero vestido con malla de bronce y refulgente espada avanza como una ráfaga entre los Turcos dejando un rastro de enemigos muertos tras de sí. Atado a su silla, detrás de él, un enano. Pronto los agresores son vencidos y abandonan Kiev. Victorioso, Ruslan entra a la ciudad donde es aclamado por todos menos por Farlaf, que al verlo llegar sabe que su fin está próximo.
Ruslan corre a la recámara de Ludmila conde Vladimir llora a sus pies. Haciendo tal y como le fuera indicado, toca con su anillo el párpado de Ludmila quien abre sus ojos y, maravillada por la vista de su caballero, lo abraza con fuerza.
Tal fue la felicidad y el júbilo de todos que Ruslan perdonó al cobarde Farlaf, y el enano, ya sin poderes, es desatado y añadido al cortejo de Vladimir. Un gran banquete se celebra en honor a los jóvenes esposos.
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