jueves, 28 de enero de 2010

Jack el tonto

Erase una vez un hombre que tenía tres hijos. Los dos primeros eran jóvenes muy estudiosos. El mayor podía recitar todo el diccionario de latín, y sabía de memoria todo lo publicado en el diario local durante los últimos tres años. Tan bien lo sabía que podía recitarlo de atrás para adelante. El segundo sabía todo cuanto podía saberse sobre leyes empresariales. Tan seguro estaba de sus conocimientos que sostenía que podría servir de consejero al mismo rey. El menor de los hijos era un muchacho tan simplón que todos lo llamaban simplemente "Jack el tonto".


Pues resulta que un buen día se pregonó por todo el reino que la hija del rey tomaría por esposo a aquel jóven que supiese hacer mejor uso de sus palabras. Al oir esto, los dos hijos mayores gritaron al unísono: ¡La princesa será mía!. Entonces su padre le dió un caballo a cada uno para que acudieran a palacio. Al enterarse Jack de esto, también él quiso probar suerte, pero su padre le dijo: "No seas necio Jack, tu eres muy diferente a tus hermanos. No puedo darte un caballo para que te pongas en ridículo delante de la princesa."-"Muy bien-dijo Jack-entonces partiré montando a la cabra, que es mía y que bien me servirá". Y así diciendo emprendió la marcha.

Sus hermanos ya le llevaban ventaja cuando oyen a Jack gritar a sus espaldas: "Hey, hermanos, miren lo que encontré". Y los jinetes se volvieron para ver que era lo que su hermano llevaba: "Eso no es más que un cuervo muerto sotonto ¿qué piensas hacer con él?" - "Se lo daré a la princesa"-dijo Jack. Y sus hermanos prorrumpieron en carcajadas, seguros de que solo lograría quedar como un tonto.
Ganaron distancia de nuevo pero al rato oyeron de nuevo a Jack gritar: "Hey, vean lo que encontré esta vez. Realmente no es algo que se vea todos los días al costado del camino". Pero mirando el tesoro de Jack los hermanos dijeron con desprecio: "No es más que un zapato de madera roto ¿también piensas dárselo a la princesa?"-"Por supuesto-dijo Jack-ya vereis". Y sus hermanos rieron nuevamente.
Poco habían andado cuando Jack gritó nuevamente: "Hey, no lo van a creer, esto se pone cada vez mejor". Pero sus hermanos le contestaron: "¿De qué hablas Jack? Eso no es más que un montón de arcilla."-"Claro que sí-les contestó-es arcilla húmeda de la mejor calidad, mirad cómo resbala en mis dedos. Voy a llenar mis bolsillos con ella. Ya veréis lo contenta que se pondrá la princesa." Y así retomaron la marcha.
Los hermanos mayores llegaron primero al castillo. Un gran número de pretendientes aguardaban ya a que la princesa los reciba, pero uno tras otro perdía su poder de oratoria ni bien atravesaba la puerta principal, tal y como si el viento apagara la llama de su ingenio. Cuando llegó el turno al hermano que recitaba el diccionario de latín, al encontrarse en ese inmenso salón palaciego en que sus pasos retumbaban y al mirar los techos de espejo podía verse cabeza abajo solo logró balbucear incoherencias. Entró a la habitación en que la princesa lo aguardaba acompañada por tres reporteros que tomaban nota de todo lo que él decía para publicarlo luego en el diario local. "Blaaa, blaaa princesa"-dijo el joven. "Blaaa, hace mucho calor"-"Sí-dijo la princesa-es que mi padre está asando pollos". "Blaaa"- balbuceó de nuevo el joven por toda respuesta, y la princesa dijo a sus sirvientes: "Sáquenlo, este no sirve". Le llegó entonces el turno al hermano que sabía mucho de leyes corporativas, pero en cuanto el joven se hallo delante de la princesa olvidó también todo lo que sabía y comenzó a tartamudear: "Prin-prin-ce-ce-sa, ha-hace much-cho calor"- "Sí-dijo la princesa-Estamos asando pollos". -"Ahh, bu-bu po"-Fue todo lo que el segundo hermano pudo contestar, y la princesa, impaciente, dijo a sus sirvientes: "Este tampoco sirve, sáquenlo al patio con los otros". Fue así que le llegó el turno a Jack. Este, ni bien ingresó al cuarto dijo: "Vaya que está caliente aquí"- A lo que la princesa replicó nuevamente: "Es que estamos asando pollos"- "Magnífico-dijo Jack-entonces probablemente no les moleste si pongo a rostizar mi cuervo"-"Ciertamente que no-dijo la princesa-pero necesitarás un recipiente donde cocerlo"-"Eso no será problema", y así diciendo el muchacho extrajo de su chaqueta el viejo zapato roto de madera que había traído consigo. La princesa complacida le dijo: "Eso ha sido muy astuto de tu parte, pero aún te falta la salsa". -"Oh, no, la tengo aquí en mis bolsillos. Es más tengo tanta que puedo incluso regalar la que me sobra"-dijo Jack, y vertió un poco de su preciosa arcilla en el zapato. Sonriendo le dijo la princesa: "Realmente tienes una respuesta para todo y sabes qué decir. Por eso deberás ser mi esposo, pero antes dime ¿no te pone nervioso saber que estos reporteros están tomando nota de todo lo que dices? Especialmente aquel que ves allí-dijo señalando a un hombre alto y viejo que tomaba notas con rapidez-Es el jefe del periódico, un hombre muy importante, que publicará todo lo que enseñes aquí."-"Entonces-dijo Jack-guardaré para él lo mejor que tengo" Y acercándose con mucho respeto, dió vuelta en su cara su bolsillo lleno de arcilla. La princesa rió feliz al ver esto y al poco tiempo se celebraron los esponsales. Así es como Jack el tonto llegó a ser rey.

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